Escribe Nancy Musa DE NUESTRA REDACCION
Nació en Villa María el 21 de octubre de 1938. Es profesor de Historia y Geografía. Casado, dos hijos, cuatro nietos y dos hijos “del corazón” (de su actual esposa Norma Poncio). Comenzó su militancia en las filas del radicalismo siendo un pibe de apenas 13 años. Ya en la adolescencia integró la Juventud Radical, hasta llegar a presidirla. Estuvo en distintas comisiones partidarias y durante su presidencia del comité de circuito se compró la casa de calle Tucumán que hoy es sede de la UCR local. En 1973 fue concejal, en la recuperación de la democracia en 1983 ocupó una banca en el Senado provincial, en 1987 fue precandidato a intendente en el marco de la interna que ganó Miguel Veglia. El proyecto de reforma de la Constitución de Córdoba y la ley de ríos se computan entre sus principales aportes legislativos. Escribió diversos libros y hoy, ya jubilado, intenta brindar su experiencia a los jóvenes de su partido
Es todo un personaje. Con su mirada profunda típica de los libaneses, su barba blanca característica, su manera de contar las cosas, su voz pausada, sus gestos, logra darle vida a una serie de vivencias que marcaron su trayectoria en el terreno político. Tiene tantas anécdotas que no alcanzan los centímetros para reflejarlas. Daniel Baysre es arte y parte de los últimos 65 años de historia del partido de Alem e Yrigoyen. No anda con vueltas a la hora de llamar a las cosas por su nombre. Tiene un patrimonio incalculable de recuerdos valiosos históricamente que dejará a la ciudad. Es el hombre que conoció a Salomón Deiver, a don Amadeo, a Antonio Sobral y muchos más. Es el que actuó en una película que narra la biografía de Sabattini. Es el lector y viajero apasionado. Sí, podemos decir que es todo un personaje.
-¿Cuál es el mayor desafío, de acuerdo a su análisis de la situación, que tiene hoy el radicalismo?
-El mayor desafío es, precisamente, volver a las fuentes, volver a la doctrina del partido. Volver a la profesión de fe doctrinaria, cuyo autor es Antonio Sobral y es de Villa María. Completa uno de los símbolos que tiene: bandera, escudo, marcha y la profesión de la fe doctrinaria.
No se puede ser radical por la camiseta, hay que ser radical porque uno piensa que llegando al Gobierno hay que representar algo que uno piensa que es lo que se debe hacer.
Y ver este radicalismo siendo el socio menor de esta coalición, un radicalismo desdibujado, de ninguna manera es el radicalismo que llenó los pueblos y ciudades, con casa propia y que lleva 127 años, una presencia histórica, no puede hacer el papel que está viviendo hoy, de socios muy minoritarios de esa coalición.
Soy un seguidor orgánico de mi partido, si esa fue la voluntad de la convención nacional, acepto, pero no la comparto. Quiero un radicalismo sólido, fuerte y que vaya adelante con sus principios, su doctrina y recordando que siempre fue el partido de los desposeídos.
-Usted tiene en sus espaldas más de 60 años de radicalismo, y cuando se pone a evaluar los hechos, ¿cuáles considera que son los factores que lo llevaron a estar desdibujado como usted dice?
-Eso tendría que ser producto de largas conversaciones, quizás es una óptica parcial la mía. Pero creo que las luchas internas, el golpearse para ocupar un puesto y a medida que se ha ido quedando sin bancas el radicalismo se ha ido frenando. Si me permitís te hago un comentario. En Córdoba va a haber elecciones en octubre, hay cinco legisladores que son los que tiene Cambiemos, antes pensábamos en cinco radicales, ahora hay que pensar cuánto se lleva el PRO, que quiere los tres primeros, Juez quiere uno y qué le queda al radicalismo. Ponele que digan al radicalismo le vamos a dar dos, de dónde va a ser, de capital o del interior, y tiene que haber una mujer y de qué línea va a ser.
Bueno, todo eso no me interesa, me parece, como dijo Kililo (Botta) en la entrevista que le hiciste, que tiene que resurgir un líder en el partido, no uno que entre al contubernio y se ponga de rodillas, al contrario, hace falta un radicalismo que concurra con intransigencia a sus principios, como decía Alem, “que se rompa, pero que no se doble”.
-Eran otros tiempos los que usted menciona.
-Sí. Eso llevaba a los hombres a dar su vida, ahora luchan por una cosa tan pequeña que nos lleva a ver la necesidad de advertirles a los jóvenes que nos enorgullecemos de nuestros líderes: Sabattini, Sobral, Yrigoyen, Alem, podría darte mil anécdotas de otros que su vida ha sido su ejemplo.
Pero ahora no sabemos bien ni lo que va a pasar. Acordate lo que te digo, muéstrenme la lista de candidatos para octubre y vamos a ver cuántos radicales hay. Y pasa que un partidito hecho entre la semana pasada y hoy quiere todo.
Y no hablemos de Villa María, porque el partido no llevó ni candidato a intendente.
¿Y estamos dispuestos a dejar que pase esta oportunidad cuando hay una juventud militante?
El partido es para los jóvenes, el porvenir es de ellos, de esos muchachos que vos les has hecho estas entrevistas, Felipe Botta, Alfredo Nigro y podemos hablar también de Nico Marcotegui, chicos que se destacan.
-¿En qué momento se perdió ese valor intrínseco que tenía la política, que era la palabra, el respeto al adversario?
-Creo que se perdió como se pierden todas las cosas de la sociedad moderna, cuando entra la corrupción en cualquiera de sus formas ya no vale nada la palabra, no vale nada lo que se hace ni por qué se lucha, ni siquiera saben por qué se lucha. Lo que deseo es que mi casa sea una escuela para que los jóvenes tengan unas clasecitas que puedo darles para rescatar el verdadero radicalismo.
Tengo esa confianza en los jóvenes, la tengo no sé por qué, pero creo que esto tiene que volver a ser como antes.
-Más allá de lo orgánico que es y de su aceptación por las decisiones del partido, ¿se imaginó alguna vez el radicalismo aliado con el partido de Macri?
-No, directamente no. Ellos, la clase social que representan, antes Leandro Alem les hubiera llamado “los que había que combatir”, los representantes de clases oligárquicas y que nunca fueron amigos de mantener el aspecto social.
Los trabajadores en el campo trabajaban de sol a sol, ganaban migajas, mientras los señores del poder, Roca, Juárez Celman y tantos otros, vivían como pachá, viajaban al exterior, pasaban nuestros inviernos en Europa y hasta se llevaban la vaca para darles leche a los familiares más chicos.
Sí, el país creció, pero a costa de qué. Estoy a disgusto, personalmente, pero estoy dispuesto a luchar desde adentro.
-Daniel, ¿qué piensa de los radicales que hacen una encendida defensa de Cambiemos?
-Lo que me dicen es que ante el peligro de que nuevamente se instalara un gobierno de tipo kirchnerista, con todo lo que sufrieron algunos argentinos y otros aplaudieron, hasta convertirse en una grieta de no poder verse el uno con el otro, y entonces eso hizo que muchos radicales votaran a Macri para poder frenar la acción kirchnerista.
Lo voy a decir directamente, amparado en mis más de 70 años, no fui a votar. No fui a votar porque no me adhiero a eso, les dije que se iban a arrepentir. Pero veremos si salimos de esta.
-Seis décadas vividas en la política y ha visto que vamos de crisis en crisis, ¿qué nos pasa a los argentinos?
-Es un país que lo tiene todo, los climas más extraordinarios, los alimentos, éramos el granero del mundo, proveíamos de carne al mundo en general. Había salido un chiste en ese momento porque no se explicaban cómo Argentina podía estar en una situación tan mala. Le preguntan a San Pedro por qué privilegió tanto a Argentina dándole todo los recursos que no tienen los otros países y San Pedro le respondió “amigo, usted no se ha preguntado qué hicimos para compensar”. ¿Qué hicieron? “Pusimos los argentinos a vivir ahí” (risas).
-¿Por qué eligió el radicalismo como su modo de vida, por así decirlo?
-Sí y me enorgullezco. Lo elegí como una religión laica, lo que proponían Elpidio González, Leandro Alem y todos aquellos que fundaron el radicalismo y dieron sus vidas en las continuas revoluciones que había fueron siempre a favor de los desposeídos. Y así les llamaban, los desposeídos, frente a qué, frente al contubernio, todas las malandradas que hacían los dueños del poder, eligiéndose, no dejando ir a votar al pueblo y bueno, hasta que no pudieron soportar más y un día se abrieron los comicios limpios, que fue en la época de 1916, cuando se otorgaron elecciones limpias.
Y ahí cambió la historia, porque vieron que una nueva clase surgía en Argentina, junto con la que había dado la inmigración.
Poco a poco se fueron dando las conquistas.
Pero hoy, todavía hay sectores privilegiados y otros que se quedaron sin el pan y sin la torta.
-Cuénteme de la primera vez que se dijo “voy a participar en política y dentro del radicalismo”.
-La primera vez la recuerdo muy bien. Era el año 1952, estaba muriendo Eva Perón, que falleció a las 8.52 y se dio el informe; a mí me dolió que una persona joven falleciera. Pero ya estaba vacunado con el virus del radicalismo (sonríe).
Me interesaba conocer a fondo la figura de Hipólito Yrigoyen. Tenía 13 años, estaba en primer año del secundario en el Instituto Rivadavia y fui a la librería Videla, que estaba en la calle San Martín al 123, a comprar un libro. Me imagino que el señor que me atendió se preguntaba que ese libro no era para un chico. Era un libro de Manuel Gálvez sobre Hipólito Yrigoyen, tenía 400 o 500 páginas y lo leí como una aventura extraordinaria.
A partir de eso y de la lectura de otros libros; además no podemos olvidar que ese año se intervino la escuela y Sobral y otros profesores fueron sacados del medio. Volvieron en 1955 con el gobierno de la revolución instaurado.
-¿En el ámbito familiar se hablaba de política?
-Mi padre, vamos hablar de mi padre, sus ideas políticas eran bien socialistas, pero dejó libre el actuar de sus hijos.
-¿Su infancia dónde transcurrió, en qué sector de la ciudad?
-Yo vivía en la zona centro, cerca de la plaza donde mi abuelo tenía un cuarto de manzana y un negocio de ramos generales.
Así que pasaron todas las dificultades, la crisis de 1930, pero salieron adelante, eran gente de trabajo. Mi padre pudo estudiar la secundaria, que acá no había, y viajó a Córdoba para estudiar en el Monserrat.
Mi padre era un hombre que consideraba que había que tener el control del Estado para establecer justicia y después tengo mil anécdotas.
-Hablando de anécdotas, ¿qué recuerdos tiene del día que conoció en persona a Amadeo Sabattini?
-Te voy a contar la anécdota, todo es anécdota (se ríe). Yo estaba en el servicio militar cuando falleció, un año antes de entrar al servicio militar, o sea que yo tenía 19 años. El intendente Salomón Deiver, a quien yo quería mucho, tenía un secretario de Obras Públicas que se llamaba Lenín Pozzerle, comunista famoso.
Pozzerle me pidió que consiguiera una audiencia con Sabattini porque tenía la idea de abrir toda la calle Mendoza hasta el Hospital, hacer una calle ancha. Yo era secretario del bloque de la minoría del Concejo Deliberante y le pido a uno de los concejales por la audiencia y logró que nos recibiera.
Entonces, le hablo a Pozzerle y vamos a verlo (a don Amadeo) a su casa. Nos estaba esperando, la vestimenta era una bata, serio nos dice “¿qué los trae por aquí?”. Pozzerle le explicó que querían hacer una calle ancha para acceso al Hospital y que necesitaban una parte de las propiedades de Sabattini. La Municipalidad le sacaría parte de los metros primeros de los terrenos y le garantizaban que le iban a construir. Sabattini respondió (lo imita): “Está bien, el progreso de Villa María no se debe detener”.
Pozzerle le dice que había una solicitud para firmar dando el asentimiento, saca el papel y don Amadeo le dijo: “Ya he dado mi palabra”.
-Muy serio don Amadeo y con el valor de la palabra.
-Sí, siempre muy serio, no se reía nunca (sonríe).
-Usted tiene material importante sobre Sabattini.
-Tengo material muy valioso, los dos testimonios grabados de la voz de Amadeo Sabattini, uno de 1940 cuando terminó la gobernación y salió en brazos de su pueblo y dijo todo lo que había hecho, ese discurso lo tenía su hija y no lo quería dar ni a palos. Al final me lo prestó y pudimos remasterizarlo con una calidad de audio sensacional. Y el otro lo grabé con un grabador que habían fabricado en Argentina los prisioneros de la nave nazi que hundieron acá en Buenos Aires frente al Puerto, que fueron internados en Villa General Belgrano y algunos de ellos fueron profesores de la Escuela del Trabajo.
Y en la Escuela del Trabajo lo fabricaron al grabador. Era como una valija que pesaba una tonelada y con eso grabábamos casamientos, el sí de los novios, les permitía tener recuerdos y yo ir a todas esas fiestas y seguir engordando (risas).
Un día había un acto en 1958, Sabattini ya en el último discurso, voy con mi grabador a grabar el mensaje que hablaba de la fórmula que competía en esas elecciones Balbín – Gamond.
Son todas cosas que he guardado para Villa María, también tengo la colección completa de los diarios de sesiones de 1946 a 1950. Que se los voy a donar a la escuela (Rivadavia).
Tengo un bastón con la imagen de Yrigoyen porque ese día Sobral asumía la Presidencia de la Cámara y le dieron un bastón. Hermoso.
-La anécdota sobre Deiver me gustaría escucharla.
-El era intendente, los obreros le habían hecho una huelga por aumento de sueldos, los concejales, que había elegido él a la mayoría, se habían puesto en su contra y hablaban en contra de él. Yo estaba detrás de Deiver, veía los gestos, y a su lado estaba el presidente del Concejo, don Carlos Anselmo, que alguien pedía la palabra y él decía “agarrala” (risas). Y se arma un lío, el Concejo funcionaba en la calle 25 de Mayo, la gente desbordaba la calle y los empleados municipales que lo puteaban.
Entonces Deiver los mira y dice: “Ustedes quieren que renuncie”. Cuando dijo así, se apagó todo como si le hubieran quitado el volumen a una radio, ni un sonido se escuchó, todos en silencio.
“Está bien, voy a renunciar, dame un papel”, dijo Deiver. Pensé “esto es un momento histórico”, y Deiver escribía.
De pronto, le dice a don Anselmo: “Tomá”. Don Anselmo estira la mano. Hubo un momento que a mí me pareció la mano de la creación del mundo. Antes de dar el papel dijo: “Tomá, mierda”, y todos soltaron una carcajada.
-¿Cómo era la personalidad de Deiver, era muy carismático, verdad?
-Sí, era exuberante. Si alguien le decía que tenía que viajar a Córdoba y no tenía zapatos, se sacaba los de él y se los daba. El fue el antecesor de Perón, porque en sus intendencias anteriores hizo el zoológico, todas esas obras.
Don Salomón tiene muchas anécdotas. Recuerdo que durante la Presidencia de Frondizzi los ingenios pararon y el gobernador de Tucumán no mandaba azúcar a nadie. Hasta que no tengamos precio sostén, no mandamos. Entonces Deiver paró un tren que iba a Tucumán cargado de vacas y larga un decreto que dice “si no hay azúcar para las madres villamarienses que lloran por no poderles dar a sus hijos, no habrá carne para las madres tucumanas”.
Se hicieron eco todos los medios a nivel nacional. El país habló, venían a sacar fotos. Deiver bajó las vacas en el predio ferroviario y el gobernador de Tucumán, que no era ningún estúpido, pide perdón por el sufrimiento de las madres y le garantiza que le va mandar dos vagones de azúcar de regalo.
Viene el tren con el azúcar y Deiver les cargó las vacas, pero les cobró el depósito de los cuatro días que le dieron de comer a los animales (risas).
Ese tipo de cosas las he vivido, en este momento soy el más viejo dirigente, ponele dirigente aunque ya no dirijo ni a mi mujer (risas).
-Nos vamos al año 1972, la previa de su llegada a una banca en el Concejo, ¿en qué situación estaba el radicalismo en ese momento?
-La conducción era Nito Botta y yo estaba en ese grupo. Los cinco que manejaban las cosas eran Nito, Zabala, Pidoux, el doctor que manejaba la Asistencia y yo, que fui presidente del bloque de concejales.
-¿ Cómo era su relación con el intendente de 1973, don Carlos Pizzorno?
-Excelente, excelente. Eso no inhabilitaba que tomara las posturas que se debían tomar, pero duraba lo que duraba la sesión.
-¿El golpe militar dónde lo encontró?
-Yo ya había pasado por otra experiencia, que fue el servicio militar. Cuando me toca incorporarme entro como un recluta cualquiera y soy recibido con estas palabras: “Usted es el que en las paredes escribe que hay que ahorcar a los militares con las tripas de los curas”. Nunca dije eso, pero había sido estudiante laico frente a los libres en el año 1958. Y había un tipo que ya lo perdoné y ya murió, el loco Vallaro, que me había denunciado.
A pesar de todo, hubo un suboficial que se plantó y me puso en un puesto fijo. Pero vino un teniente, Catáneo, había estudiado en el Rivadavia y un día le dije “qué le parece, teniente, si se le hiciera un busto al general José María Paz”.
Así que le hice la propuesta y un día me llama y me dijo “va a venir el general Pío Martigena” y que en la ocasión se iba a inaugurar el busto al general Paz hecho por Rina Actis.
Y dice “hará uso de la palabra el soldado Daniel Baysre”. Así que hago el discurso y le pedí al teniente que lo lea, pero me dijo “confío en vos”. ¡Qué responsabilidad!
Bueno, llegó el día y me presento al general Martigena, hago el saludo y dije el discurso.
Y después que rompimos filas viene un compañero y me avisa que el general me llamaba. Fui al casino de suboficiales. Pasaba que el general era un admirador de Paz, por eso le interesó mi propuesta. (cuenta parte de la historia del general Paz).
Y me ligué un reconocimiento, que por primera vez en la historia de la Fábrica un soldado habló en un acto.
-¿Y en 1976?
-Me hablaron por teléfono pero yo no tenía miedo ni nada, era concejal radical y era un salvoconducto. Por lo menos cuando Requena cayó se esperaba, cuando Calvo cayó, todos tipos valiosísimos. No me explico. Y me llegó la cesantía en el Rivadavia y en la Escuela de Bellas Artes donde daba clases y las razones, tengo el decreto, eran “por ser factor real o potencial de perturbación”.
-¿Por qué eligió ser profesor de Historia?
-Porque me encanta y me sigue gustando. Primero la Historia y me gustaba dar clases, el contacto con los jóvenes. Y cuando era chico quería ser abogado penalista, fui a la universidad, pero no vi en clases lo que imaginaba.
Era un chico moderado, común y corriente, pero siempre hice lo que quise. Es una bendición ser docente.
-Días atrás le entregaron una llave simbólica de la casa radical.
-Sí, es una llave que voy a guardar con mucho cariño. Porque está relacionado con que integré todos los comités y una de las cosas cuando teníamos alquilado en la calle San Juan y Lisandro de la Torre, soñaba con la propia casa.
Cuando asumí la Presidencia dije ahora o nunca, propuse un plan. En ese momento Jorge Valinotto estaba en el radicalismo, él dijo que conseguía el préstamo a nombre suyo, que lo teníamos que garantizar nosotros, y firmé.
El profesor Ormeño, que integraba el comité, lo designé para que buscara una casa. Viene a verme Moro Ojeda, un peronista rabioso, y él nos presentó la casa que era del Distrito Militar. Y bueno, firmamos la escritura y con la inflación galopante la deuda se licuó.
En 1983 la compramos y Marcotegui en el acto de los otros días dijo que fue un acto de temeridad.
Vos sabés que Moro Ojeda no nos cobró ni un centavo de comisión, fue muy noble.
Sí habré vivido anécdotas.
-Si tuviera que hacer un balance de lo positivo y negativo que le dio la política, ¿qué mencionaría?
-De lo negativo, nada. De lo positivo, lo que entiendo que fue bueno para la gente. La Presidencia del Congreso Pedagógico provincial, la ley de los ríos, la reforma de la Constitución de Córdoba son cosas que me enorgullecen.
Tengo la suerte de haber llegado a los 78 años y haberme brindado con algo que me gustó siempre y ahora sigo para trabajar por los chicos, para que tengan todos los elementos y no tropiecen con piedras en este camino.
-¿Tiene algún dirigente a nivel nacional, provincial, local que usted lo vea potable para el futuro?
-En Villa María sí, creo que los hombres jóvenes van a ser punta de acá a dos años porque en estas elecciones a Villa María no le va a tocar absolutamente nada.
En la Provincia no veo a nadie y en la Nación, menos.
-¿Conocer a la familia de Alberto Granado fue una de las experiencias gratas que le dejaron los viajes?
-Sí, en dos viajes a Cuba, la última vez fuimos invitados por ellos. Fue el día de mi cumpleaños y vinieron al festejo los dos hombres más importantes de Cuba. El hombre que acompañó al Che en Bolivia y en el Congo, Harry Villegas, el Pombo, y estuvo el general Drake que entró como comandante en jefe del ejército rebelde en el Congo, cuando el Che ya estaba allá. Y todo el día estuvimos ahí en la casa de los Granado.
-Después de todo lo vivido, ¿cuál es su visión sobre la famosa grieta?
-Es algo que debemos terminar lo más pronto posible porque el mal que nos hace a los argentinos se refleja en la víscera más sensible, no levanta económicamente el país.
Hay que volver a dar trabajo, hay que dignificar, no puede ser que se den planes, hay que cuidarlos de alguna manera y buscar alternativas.
Y la oposición tiene que dar sugerencias que se puedan llevar a cabo. Si garantizamos eso, se va a ir cerrando la grieta que está lacerante, no sólo del Gobierno, sino de la oposición.
Y es la única crítica que voy a hacer, la expresidenta al no ir a entregar el gobierno fue una forma de profundizar la grieta.
-En los últimos años se reflotó el antiperonismo que parecía haberse calmado.
-Sí, se había calmado desde el encuentro Balbín-Perón. Y creo que la expresidenta fue la causa. Acordate que cuando estuvo Néstor no había ese antiperonismo rabioso, pero cuántos votaron en contra del peronismo porque no la aguantaban a la expresidenta.
Creo que debemos volver a la política en serio y, por supuesto, no robar más. Porque la corrupción es estructural. Mientras más se conozcan los detalles de la corrupción es bueno y que paguen, que vayan a la cárcel.
-¿Cuál es su sueño hoy, cuando ya vivió más de la mitad de la vida?
-Mucho más de la mitad (se ríe). Mi sueño es que se mejore esto que tan mal parados ha dejado a gobiernos de uno y otro signo. El país tiene todo para ser una verdadera potencia de felicidad, podemos progresar y llegar a la pobreza cero, ojalá se llegue a ese estadio.
Opiniones
Mauricio Macri
Hace lo suyo de acuerdo a su pensamiento. No todo me gusta.
Juan Schiaretti
Ha hecho obras, tengo respeto por Schiaretti.
Martín Gill
Muy bueno, conmigo ha tenido una relación cordialísima, él fue un alumno de la escuela, siempre se movió bien. Cuando traje a los familiares de Alberto Granado de Cuba, le fui a pedir a él un ómnibus para trasladarlos de Alta Gracia a Villa María y tuvimos un gran apoyo.
Me gusta
Villa María, me subyuga. Es la ciudad que amo. Estar en mi hogar, ver YouTube (principalmente hechos históricos).
Me encanta
Viajar y las mujeres.
Me divierte
El fútbol.
Me entristece
La pérdida de los amigos, ver cómo el tiempo pasa y se lleva muchos amigos.
Me enoja
Leer y escuchar que pasan cosas en el país. No concibo a la política robando. Me enoja la injusticia.
“El radicalismo no puede hacer el papel que está viviendo hoy, de socios muy minoritarios de esa coalición”.
“Muéstrenme la lista de candidatos para octubre y vamos a ver cuántos radicales hay. Y pasa que un partidito hecho entre la semana pasada y hoy quiere todo”.
“Todavía hay sectores privilegiados y otros que se quedaron sin el pan y sin la torta”.
“Los que fundaron el radicalismo y dieron sus vidas en las continuas revoluciones que había fueron siempre a favor de los desposeídos”.
“Cuando entra la corrupción en cualquiera de sus formas ya no vale nada la palabra, no vale nada lo que se hace ni por qué se lucha, ni siquiera saben por qué se lucha”.
“Tengo la suerte de haber llegado a los 78 años y haberme brindado con algo que me gustó siempre y ahora sigo para trabajar por los chicos, para que tengan todos los elementos y no tropiecen con piedras en este camino”.