Entre agosto y octubre de 1985, tres villamarienses realizaron la travesía llevando la Virgen de Luján y la gente los acompañó en cada paso. Uno de ellos rememoró la historia
La faja ajustada, la rastra asegurada, el poncho al hombro, el sombrero fijo, las botas de potro relucientes… Tres villamarienses “bien gauchos” dignificaron esa cultura milenaria para cumplir una promesa y viajar a Luján, nada menos que a caballo.
Sucedió hace 30 años, cuando la ciudad supo despedir a “Don” María Natividad Chirino, Enrique Molina Cardozo y Claudio Almada, a quienes les dieron la bienvenida 45 días después, celebrando la travesía.
Tan resonante fue la propuesta que hasta el intendente Horacio Cabezas, acompañado de una gran delegación, hizo unas palabras de despedida y les deseó suerte a los gauchos, antes de la partida. Y lo mismo hicieron en el periplo mandatarios de otras ciudades, como el de Rosario.
Molina Cardozo trajo a la memoria colectiva aquel viaje a caballo que comenzó el 17 de agosto y finalizó en los primeros días de octubre de 1985.
“Surgió por una promesa que hizo mi abuela en 1920 y tenía que cumplirla, por eso hablé con ‘Don’ María, un hombre que conoce mucho de campo y con quien formábamos parte del Fortín Sargento Cabral”, contó Cardozo.
María Natividad Chirino, quien cumplió 90 años el lunes, vivió siempre en el campo de Yucat, donde aprendió el oficio de “alambrador” que heredó de su padre.
“Siempre fue un hombre fuerte, por eso hizo este viaje largo, aun cuando cumplió 60 años; distinto del chico Almada, que tenía 15 años”, rescató Cardozo, quien luego amplió la historia:
“En el lomo del caballo llevé la Virgen de Luján, bendecida, y partimos, con el recorrido a veces bordeando la ruta, pero nuestro trayecto fue por las vías del tren, ya que los ingleses no fueron ningunos tontos cuando hicieron ese camino; era más directo”, indicó.
“Sufrimos temporales muy duros y hasta nos tocó un tornado en el camino, pero nos refugiamos en distintas postas”, expresó. Y en cada posta, claro, los gauchos recargaron energía.
“En cada lugar que parábamos, la gente sabía de nuestro viaje y nos esperaba con un asado, así que nuestra comida diaria era el asado frío que cargábamos”, confesó.
Una fiesta en Villa Constitución, una acto gauchesco en Baradero y un parate importante en San Nicolás fueron algunas de las experiencias que los villamarienses vivieron antes de llegar a Luján, donde cumplieron la promesa, para luego retornar por el mismo camino.
Cardozo, relator de domadas, cuidador de los caballos y hombre de campo, aportó una parte de aquella historia. Historias de gauchos, que no se olvidan.
Poema del regreso
Finalizado el viaje de los tres villamarienses, Cardozo leyó el siguiente poema que escribió Miguel Marín:
Al fin te diste el gustazo, che Enrique, gaucho de siempre
‘Mirala’ a toda esta gente cómo saluda a tu paso
Es argentino el abrazo, sin vuelta de hoja, argentino
Por eso quiso el destino que bajo este cielo cordobés
nos uniéramos los tres pa’ recorrer estos caminos
María Chirino, suena tu nombre a sudor
tu oficio de labrador que va cercando un camino.
El norte de tu destino y el sur de tu corazón
alambrará la razón de los gauchos argentinos
que en la sangre y en los vinos se bendigan tu valor.
De purrete en estas pampas sabes aguantar el lonjazo
de la vida los porrazos se hacen mella en tu estampa
saben firmarte las guampas del toro de la pobreza,
pero tenés la riqueza y aún te sobra en las malas
sos hijo del ‘Chola’ Almada pa’ que guste mandar
Bendita sangre caballar que un día cruzaste Los Andes
junto a San Martín, el más grande de la Patria, el General
hoy te quieren venerar tres paisanos de a caballo
que cruzan por esos llanos hasta llegar a Luján
Cumpliste con la promesa de tu abuela y de tu padre
Y en algún lugar del cielo aplaudirán tu grandeza
de llegar hasta la cabeza celeste y cabalgando
porque Cardozo y sus amigos van dejando
saldada una deuda guacha de llegar hasta Luján
con la Virgen del lugar y en el lomo de su caballo.
Y hoy de vuelta en la querencia después de andar por la huella
guiado por una estrella de la Virgen de la presencia que iluminó tanto andar
y encendió mi cantar la antorcha de mi esperanza
y la luz que brilla en mi hogar.