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Emoción, estrés y memoria

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Emoción, estrés  y memoria
La sobrecarga laboral es una de las causas más frecuentes de alteraciones en la memoria
La sobrecarga laboral es una de las causas más frecuentes de alteraciones en la memoria
La sobrecarga laboral es una de las causas más frecuentes de alteraciones en la memoria

Escribe: María Verónica Nardelli LIC. EN TERAPIA OCUPACIONAL MAT. 10.697 FUPRON

 

A pesar de reconocer la relación que existe entre los procesos cognitivos (entre ellos, la memoria) y las emociones, ¿quién no expresó “No recuerdo nada, estaba muy nervioso” o “cuando me presionan, no puedo pensar”? Poco se ha investigado sobre la relación entre ambas actividades mentales.

A partir de estudios de neuroimágen y otros basados en el cerebro, se piensa que ciertas estructuras cerebrales están más o menos especializadas en procesar estímulos emocionales, al punto de referir la hipótesis de que cognición y emoción son interdependientes.

Día a día nos valemos de nuestra memoria para recodar, por ejemplo, “¿Dónde dejé el cargador del celular?”. Pero a lo largo de la vida los recuerdos duraderos no se refieren al cajón donde guardé el cargador. Los recuerdos de aquellos acontecimientos que son importantes y emotivos parecen persistir y ser vívidos, a diferencia de otros recuerdos que se pierden en la vida cotidiana, como la respuesta a el “nombre de aquel actor, de esa película que vi la semana pasada”.

Entonces, ¿cómo influye la emoción en la memoria? Para eso debemos distinguir algunas “memorias”: la memoria declarativa es una memoria a largo plazo que puede evocarse conscientemente; ésta puede ser de tipo episódica (aquello que ha pasado en nuestra vida) y semántica (lo que sabemos de los objetos y los acontecimientos del mundo). Ambas formas de memoria pueden ser influidas por diversos aspectos de la emoción de muchos modos.

¿La respuesta a por qué recuerdo mejor esos momentos que han sido embarazosos o incómodos (los cuales sería mejor olvidar)? Una razón es que la vergüenza, una reacción emocional, conduce al arousal, y el arousal mejora nuestra capacidad de almacenar recuerdos (arousal: término para referirse a los cambios corporales que ocurren en la emoción, tales como la frecuencia cardíaca, transpiración y liberación de hormonas del estrés en respuesta a un estímulo. Cambios que podemos observar al mirar una película de terror, rendir un examen o en un entredicho en el tráfico).

Se ha comprobado que la memoria declarativa es mejor para los estímulos emocionales, activadores. ¿Cómo ocurre esto? En las estructuras vecinas de los lóbulos temporales, dentro y alrededor del hipocampo, que es donde reside la capacidad de adquirir memoria declarativa ante una emoción, la amígdala juega un papel decisivo en reforzar la codificación de este estímulo emocional y la posibilidad de recordar ese estímulo más tarde. ¿Quién olvida el teléfono de alguien que le resulto atractivo?

Estrés y memoria: un arousal leve o moderado mejora el rendimiento de la memoria, pero si la respuesta de arousal es prolongada o extremada, el rendimiento resulta afectado. El mecanismo que subyace a este deterioro de la memoria inducido por el estrés está relacionado con los cambios hormonales que provoca el estrés a largo plazo. Los investigadores han demostrado que una exposición a estrés prolongada conduce a un aumento del nivel de glucocorticoides y puede reducir la frecuencia de disparo de las neuronas hipocámpicas.

En la clínica diaria podemos encontrarnos con personas con severos problemas para recordar datos de su vida cotidiana sin padecer alguna patología. En la descripción que éstas hacen de su vida diaria encontramos situaciones permanentes de sobrecarga laboral, dificultades familiares o económicas, lo que por lo general se ve acompañado de un desequilibrio ocupacional donde el desempeño de actividades de ocio o tiempo libre está severamente limitado.

Debemos evaluar nuestra vida cotidiana, cuánto tiempo le dedicamos al cuidado de nuestra salud física y emocional. ¿Qué actividades me resultan gratificantes? (y esto puede excluir la remuneración); ¿que momentos comparto con mis vínculos significativos?, ¿cómo es la calidad de mi sueño?, ¿cuánto ejercicio físico realizo?, ¿cómo me alimento?

En la respuesta a estas preguntas puede estar la clave de las causas en nuestro rendimiento cognitivo y nuestra capacidad de recordar.