El párroco de la Lourdes pidió justicia por el artesano desaparecido y dijo que se tiene que saber qué ocurrió. Dijo que es grave el hecho y más grave aún el provecho que se hace del caso. Al hablar de la grieta, señaló que “son heridas”
El sacerdote Sebastián Luna sostuvo que “es cosa de carroñero” el “sacar provecho de un hecho tan triste” como es la desaparición de Santiago Maldonado, del que nada se sabe desde el 1 de agosto pasado tras una represión de la Gendarmería Nacional en Chubut.
“El hecho es grave, que desaparezca alguien, que no sepamos dónde está, que no podamos encontrarlo, que casi me animaría a decir que no tengamos un lugar dónde ir a llorar, es muy grave. La utilización de eso es más grave todavía”, expresó el párroco al ser entrevistado por EL DIARIO.
El pastor consideró que en este contexto “hay que salvar lo institucional”. “No me parece que sea justo, en este momento de la historia de nuestro país, hablar de una desaparición al estilo de la época de la dictadura. Es injusto, ni siquiera lo digo por el Gobierno, sino por el presente de Argentina. No estamos en esa situación, por un montón de motivos. Hemos podido votar, podemos expresarnos, decir, buscar a quienes están desaparecidos. La resolución tiene que darse en el ámbito institucional, con toda la obligación y responsabilidad que les cabe a las instituciones”, manifestó.
Cuando se le preguntó si cree que el vincular al Gobierno de Mauricio Macri con la dictadura se realiza de manera adrede, dijo que “en algunos casos sí” y apuntó que “hay gente que lamentablemente saca provecho de la grieta, de un hecho triste”. “Me parece que es cosa de carroñero, es una caranchada. Sacar provecho de un hecho tan triste… lo que no significa que no haya que pedir justicia”, opinó y remarcó que “tiene que haber justicia, Santiago tiene que aparecer, tenemos que saber qué pasó con él y con un montón de gente, esté o no implicada Gendarmería”. En ese sentido declaró que “también tenemos que saber del que desaparece por una venganza narco”.
La grieta
Luna afirmó que “este presente” de división social “es el fruto de larga historia de divisiones que trae nuestro país y que durante mucho tiempo estuvieron ahí”.
“A los dirigentes del último tiempo nos cabe alguna responsabilidad de no sanar estas heridas. Esta grieta lo es si hablamos de cuestiones de terreno, pero son heridas si hablamos en cuestiones humanas. Hoy hay familias heridas por cuestiones políticas e ideológicas, ni siquiera ideológicas, creo que es un fanatismo, es un River-Boca”, graficó.
“Lamentablemente hemos llevado al mundo de la política los afectos del fútbol. Y no corresponde, de ninguna manera”, objetó.
El cura de la Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes recalcó que en el mundo de la política, “aunque podamos pensar distinto nos interesa lo mismo, el otro como un tú y que por lo tanto, aunque piense distinto, a mí a ese tú -más allá de todas las disidencias- me importa hacerle bien”.
Y aseveró que precisamente “es eso lo que falta, el otro ha dejado de ser un tú. Actualmente el otro es simplemente otro al que hay respetos que no se merece por el solo hecho de pensar distinto. Es una barbaridad. Por más equivocado que esté, el otro se merece todo el respeto del mundo”.
Más aún, “decir que el otro es un tú, incluso cuando piensa distinto, es afirmar que necesito que él exista, porque puede ser que en mis creencias yo esté equivocado. Necesito que el otro disienta conmigo, que piense distinto”, reflexionó.
Ante una pregunta, el entrevistado sostuvo que “lamentablemente no hay líderes que busquen la pacificación y eso sucede porque les conviene”. “Nosotros como pueblo hemos hecho que convenga”, analizó. Llamó a “ser sensatos y no fomentar esta división”.
“No quiero decir que pensemos todos iguales, no no, pensamos y somos distintos; venimos de espacios, ámbitos, familias y situaciones distintas pero eso no significa que yo tenga que negar la existencia del otro. Que el otro sea un tú significa que a mí me hace bien que el otro exista”, manifestó.
“El diálogo supone que yo deje hablar al otro. Está muy bien que me dejen hablar a mí, pero que deje hablar al otro es el primer camino, aunque lo que diga no me guste. Opinamos con demasiada liviandad. Hay cosas de las que yo no opino porque no sé. No puedo opinar de cuestiones económicas porque no es mi área, más que ir al supermercado. No conozco de medicina. Hablo de lo que trato de conocer día a día, incluso con toda la probabilidad de equivocarme. Hemos perdido el respeto por la palabra, por lo que decimos, opinamos demasiado livianamente, y opinamos impersonalmente, hablamos de otro que no vemos, es lo que se refleja con muchos perfiles en redes sociales que son falsos o sin rostros. Me parece que parte del diálogo es hablar de tú a tú”, señaló.