Cartas – Opiniones – Debate
“Buscaré incansablemente la solución para todos”
Señor director:
En estas fechas de comienzos de año en que las personas realizan sus propios análisis y proyectan con ilusión sus próximos objetivos, deseo, a través de este medio, llevar tranquilidad a los vecinos que de buena fe adquirieron propiedades en los diferentes emprendimientos de los que he formado parte, y garantizarles que en 2018 terminaremos todos los procesos de escrituración, como lo he venido haciendo durante el año pasado.
En los doce meses de 2017 un alto porcentaje de propietarios de terrenos de diversos loteos ya han escriturado y otro tanto está en proceso de escrituración, e incluso están avanzadas las gestiones de la obra de gas en Aguaclara y el muro de contención en los codos del río. También me he puesto a disposición de aquellos adquirentes que fueron víctimas de ventas fraudulentas sin mi autorización, para encaminar las diferentes causas en las que también fui perjudicado.
Son de público conocimiento las acciones legales iniciadas por quien suscribe contra aquellos que engañosamente vendieron de manera ilegítima e ilegal numerosas propiedades, invocando maliciosamente mi nombre, falsificando mi firma y otorgando posesiones de sitios que ya habían sido cedidos mediante boletos lícitos y ajustados a derecho.
Si bien deben reconocerse diferentes contingencias que alteraron el normal desarrollo legal, catastral, etcétera, de los diferentes emprendimientos, todos los compromisos asumidos por mí voy cumpliéndolos en la medida de mis posibilidades y a pesar del accionar delictivo de diferentes profesionales de esta ciudad y operadores inmobiliarios que, desatendiendo un severo problema de salud que padecí en 2011, asaltaron en mi ausencia las empresas que en algunos casos presidía.
En aquellas circunstancias inescrupulosamente varios personeros que ya han sido denunciados penalmente, procedieron a la modificación de planos catastrales, creación de fideicomisos, usurpamientos, falsificaciones de instrumentos públicos, etcétera, sobre propiedades en Tío Pujio, Villa María, Villa Nueva, Villa Carlos Paz, Tanti, Villa del Dique, entre otras ciudades, de los que resultaron estafados centenares de compradores de buena fe, por montos que superan holgadamente los $100.000.000 (cien millones de pesos).
En todos estos años, en las numerosas reuniones que convocaron los vecinos perjudicados, nunca he visto a los integrantes de esa “banda” y, a pesar de todo lo que se ha dicho, he sido el único que siempre ha estado presente tratando de encontrar soluciones a los numerosos problemas suscitados.
Quienes vendieron inescrupulosamente, creando falsas expectativas a los ilusionados compradores, solo se limitaron a otorgar un boleto sin mi firma y recibir el dinero, disfrazando de autenticidad esa acción fraudulenta en “prestigiosos” y “notables” escritorios” de nuestra ciudad.
A pesar de todo, me reitero a disposición de todos los que compraron de buena fe para que puedan escriturar y aún a aquellos que fueron vilmente engañados para buscarles soluciones válidas.
Porque también uno hace sus balances y proyecta su vida, está en mi voluntad que en 2018 todos solucionen los inconvenientes, porque soy de esta ciudad, porque aquí tengo mi historia, mi familia, mis afectos y porque aquí quiero seguir trabajando.
Espero que estas palabras lleven un poco de tranquilidad y seguridad a los propietarios para que puedan proyectar sus ilusiones sobre bases ciertas. Quedo a disposición,
José Salusso infoaltomar@gmail.com
Cuando la calle no se calla
“Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo.”
Yerma,
Federico García Lorca
El torbellino del mundo ha ido inculcando la conciencia de un individualismo que declara que lo que se logra es gracias a uno mismo y no debe nada a los demás. Por eso no tiene gratitud por todo lo que ha recibido de la sociedad ni por la escuela, los médicos o todas las otras personas que prestan su servicio sin excepciones y hacen posible la vida de la sociedad. Solo los consideran importantes cuando se pueden servir de ellos. Esto le lleva situarse al margen de la sociedad, porque cree que los problemas que la aquejan no son de su incumbencia. Así se incomunica de la sociedad porque cree que está más protegido y que la calle, el espacio abierto al encuentro del otro, no es su lugar.
Los viejos, tiempos cuando la calle contenía la sabiduría del encuentro, parecen hoy tan lejanos. Solo basta recordar al gran Aníbal Troilo: “La calle es el mejor lugar de todos. Se aprende. En el hogar se aprende la educación, pero en la calle se aprende a vivir… Y si no que me lo digan a mí. Todo lo que aprendí, lo poco y extraño que aprendí, lo aprendí en la calle”.
Fue esa calle que acunó la solidaridad del pueblo extraviado para soñar con una nueva vida. El paso del tiempo ha ido borrando aquella escuela de la calle porque se ha ido modelando la vida de los ciudadanos. El temor a la calle se nutre de sospechas y de prejuicios. Un vendedor ambulante o un limpiavidrios, puede imaginarse como una potencial amenaza. Si alguien duerme en la calle es mejor esquivarlo.
No alcanza con creer que se cubre el conocimiento del mundo con las lecciones que buscan proveer los siempre prominentes medios. Se presenta la tentación de renunciar a la verdad, porque se supone que lo que ellos transmiten es la verdad. Los estímulos que mayormente provee el poder mediático dominante, buscan persuadir a fin de provocar la despolitización de la sociedad y aceptar los parámetros sin cuestionarlos.
Pero, el aislamiento tiene sus límites y sus carencias; conocer la verdad deja de ser una decisión voluntaria y no el reflejo de un estado de cosas donde el ocultamiento de la verdad proyecta una imagen distorsionada de los hechos.
Cuando eso ocurre la salida es la calle. Hay que ganarla, ir al encuentro del otro. Por temor al pueblo, el Gobierno pretende negársela. Las recientes marchas, de una enorme magnitud, escamoteadas por los medios, fueron fuertemente abortadas por una represión policial que, descargando una furia incomprensible, daban el mensaje de que la calle no le pertenece al pueblo. Con el dominio de los medios y el uso de una Justicia adicta se hiere hondamente la vida democrática.
Con estas herramientas que trasuntan crueldad social ejercen su poder. Saben que en la calle se rompen los aislamientos y el aire fresco de la compañía del pueblo quiebra los barrotes de la cárcel del egoísmo. Por eso, la resistencia se convierte en la fuerza para despuntar en el nebuloso horizonte.
Para no sucumbir como pueblo hay que valorar la fuerza de la calle, a fin de romper los muros del silencio y lanzar el grito de vida y libertad. La tarea no es fácil, y los que tienen el poder no están dispuestos a abrirle paso al pueblo. Ya lo decía George Orwell en su “1984” que el poder no es un medio sino un fin, porque “el objeto del poder es el poder”. Y la furia desatada en la calle lo atestigua.
La calle es “donde se aprende a vivir”, el espacio del cambio para el poder del pueblo. Alguna vez a una calle se la llamó “la que nunca duerme”. Toda calle nunca duerme y espera a los hijos del pueblo para que salgan a defender sus propios derechos. Porque, como bellamente lo expresó Fernando Borroni, la calle es “la cordillera libertaria de los descamisados de la Patria”.
Carlos A. Valle Comunicador social. Pastor metodista. Expresidente de la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas
Acerca de los dorados en el río Ctalamochita
“Gente, por favor solicitamos no sacrifiquen los dorados que están llegando debido a la creciente.
Se está haciendo un arduo trabajo desde Río Tercero,
Casilda y Carcarañá, con las intenciones de sumarnos desde Villa María, para recuperar la fauna ictícola del Ctalamochita.
Por favor, no sacrifiquen los dorados.
Son ejemplares juveniles que poco sirven para su consumo, y si son devueltos al río van a resultar, en un futuro cercano, en una gran ayuda al turismo sobre las márgenes del mismo.
Publicación leída ayer en el muro de Facebook de Diego Primo