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Dos modelos contrapuestos

Señor director:

En el marco del balotaje, y al interior de una falsa contienda de furibundo cuño mediático/hegemónico, hoy intentan arrastrarnos a elegir por dos candidatos: Mauricio Macri o, en su defecto, Daniel Scioli, como quien elige un plato de comida china o uno de origen italiano. Y digo falsa contienda porque lo que está en juego no es ni el triunfo de un personaje sin mayores logros ni luces que el de ser hijo de uno de los más “importantes” empresarios argentinos que supo enriquecerse producto de la vileza y el horror que caracterizaron a la última dictadura militar, primero, y a la genuflexión político-ideológica del menemismo, después; como tampoco lo está el triunfo de un destacado motonauta, que nacido del propio riñón menemista, terminó deviniendo, y por esas cosas de nuestra historia, en candidato presidencial.

Y digo falsa contienda porque más allá de los candidatos y su acontecer histórico, político y personal, lo cierto es que lo que sí está en juego es el destino de la Argentina y el de los países de la región. De allí que en breve, y acudiendo a la memoria, tengamos que optar por un modelo retrógrado, de marcada raigambre neoliberal (porque aunque algunos/as se esfuercen en desmentirlo, basta remitirse a los decires del propio Macri y a los de sus ministros, economistas y asesores para dar cuenta de ello). Un modelo que sostiene que las paritarias de los/as trabajadores/as son un “instrumento fascista”. Un modelo que aboga por la reducción salarial a gran escala. Un modelo que nos propone la apertura indiscriminada a los mercados financieros internacionales. Un modelo que defiende las privatizaciones. Un modelo con un discurso de hojarasca con el que se nos pretende vender una “¡¿revolución de alegría”?!… En resumidas cuentas, un modelo de exclusión, privilegio y desigualdad (porque, y citando a quien lo encabeza, “qué es esto de universidades por todos lados. ¡Basta de esta locura!”).

Y como contracara a aquél, tendremos la opción de optar por la continuidad del modelo gobernante, esto es, el FPV. Un modelo que -y aún con sus contradicciones y errores de gestión, limitaciones e ineptitudes, doble discursos, acciones u omisiones- reintegró derechos que, en esencia, habían sido avasallados durante los años noventa. Un modelo que supo reparar muchas de las delgadas e intrincadas briznas que dan cuerpo y textura a las urdimbres de sentido desde donde la vida social se justifica, sostiene y torna vivible. Un modelo que al llegar al poder quitó, cual viento huracanado, el adormecedor y fatalista vaho del neoliberalismo extranjerizante, trayendo consigo mucho más que un sueño. Un modelo que podemos cambiar, ¡pero jamás hacia atrás!, y mucho menos para repetir las recetas vencidas que nos propone un “renovado” y travestido representante del establishment vernáculo. En fin, un modelo que posibilitó el acceso a miles de ciudadanos/as argentinos/as a la franja media de nuestra actual estructura social, pero que hoy -y quizás movidos/as por principios de distinción que son inherentes a la condición de clase, y atosigados/as por las concentradas usinas político-mediáticas- soslayan el hecho que de triunfar el modelo neoconservador y sus políticas de ajuste volverán a los lugares a los que hace muy poco fueron arrojados por esas mismas políticas que hoy, y como triste destino, vuelven a elegir.

 

Lic. Mauro A. Surghi

Sociólogo

 

 

Servicio posventa de Internet

Señor director:

Me dirijo a usted a los fines de hacer pública una situación de servicio de posventa (o mal servicio).

No es una novedad que muuuuuuchas empresas locales (y las otras también), que una vez realizada la venta de un producto donde prometen una serie de utilidades contractuales, luego éstas no se cumplan en perjuicio del cliente.

De tantos ejemplos que quien lea esto debe tener, hoy pueden agregar el siguiente:

Después de esperar dos meses para la instalación de una antena de Internet por parte de AMMA Internet (aunque la secretaria diga hoy que son 30 días, a mí me dijeron e hicieron esperar dos meses). Una vez colocada la misma el servicio nunca anduvo correctamente. El técnico vino en tres oportunidades y hasta cambio la antena. Semanalmente, prácticamente, desde casi 90 días me comunico con la empresa para que me solucionen el problema. El técnico midió la entrada y de 3 megas a mi PC llegaban 0,79 megas, esto es el 27% de la señal cobrada.

Le he sugerido a la empresa que:

– Puede devolverme todo el dinero (con el cobro de la instalación incluido).

– Que puede cobrarme el 27% de la tarifa, ya que es eso lo que recibo en mi domicilio el 80% del tiempo, ya que reconozcámoslo hay un 20% de las veces en que puedo escuchar radio o ver un filme en YouTube sin que se corte cada 10 ó 15 segundos con una espera de otros tantos segundos.

La tercera opción y ya que vivimos en el siglo 21, vivo en un departamento en la tercera planta cerca del río (casi céntrico) y no hay un solo edificio entre la antena de la empresa y la mía, he decidido que la mejor propuesta-castigo para este MAL servicio de posventa sea:

¡Que me arreglen el problema!

Sí, no los quiero premiar ni siquiera con la devolución del dinero ni ninguna tarifa reducida…

¡Que aprendan a hacer las cosas bien!

 

Ricardo Budassi