Se celebra hoy el Día del Trabajador Gastronómico
De los mozos más conocidos de la ciudad, esos que llevan en sus brazos el oficio de servir con amabilidad las mesas de los comedores locales por más de 30 años, elegimos uno para contar y homenajear a muchos trabajadores del rubro en su día
“Del 80. Son 38 años”, dijo Jorge Serangeli, el hombre que viste camisa blanca y se mantiene cerca, atento a la mesa.
Le dicen Pony, por su baja estatura, la misma que prácticamente lo marginó de su deporte preferido: el básquetbol. “Lo jugué de chico en mi pueblo (James Craik), pero después me fui a Córdoba, a los 17, y a los 18 ya era árbitro”, de esta disciplina”. Esa satisfacción no duró demasiado y al llegar a Villa María apenas pudo arbitrar por un año. “Había que hacer los dos trabajos (mozo y árbitro) y no siempre se podía pedir permiso”, se lamentó.
Recorrido nostálgico
La charla se tiñe de nostalgias. Imágenes de una ciudad que fue mutando, cambiando en la noche, sobre todo. Jorge llegó a Villa María y comenzó a trabajar con Ricardo Zayas, que tenía la concesión de los dos cafés y una parrilla en la Terminal de Omnibus. “Primero fue de cajero y después en el comedor que estaba ubicado en bulevar Sarmiento al 1500, donde hoy funciona un gimnasio, en un alto edificio nuevo, pero por aquella época eran todas construcciones bajas, como la de la esquina actual”, narró. Todo eso hoy es zona de restaurantes. Allí estuvo casi 15 años, recordó, y agradecido mencionó a “Rudy Gaitán y Marcelo Zabala, compañeros que me enseñaron este oficio”.
De allí, el mozo pasó a atender las mesas de La Bodega… Hay que hacer un esfuerzo de memoria para llegar a la esquina de Alvear y San Luis, por otros dos años, hasta que cerró. entonces su camino continuó por El Torreón, hasta que en la remodelación (cuando pasó a llamarse Grecco) esa esquina de Buenos Aires y Lisandro de la Torre, Serangeli fue convocado por Luis Larose para trabajar en El Rincón de Luis, por más o menos ocho años (sobre avenida Alem al 100), hoy La Rosita, y finalmente, desde hace cuatro años en el restaurante María, del Hotel Amerian.
La tarea diaria
En el restaurante “se cargan platos, no se utiliza la bandeja. Y antes los platos no eran tan pesados, hoy vienen más presentados, por lo que hay que tener cuidado y llevar máximo dos, en un brazo”, explicó
A sus 62 años, Jorge asegura que sigue con las capacitaciones, las que se dan en distintos ámbitos, como en el gremio, en AERCA (cámara empresaria) y en el propio restaurante.
Sin embargo, de los secretos del oficio, el hombre asegura que “hay que tener mucha memoria, para no tener que andar anotando, y estar cerca de la mesa, que la gente se sienta bien atendida, no es difícil, te tiene que gustar”.
De lo que se pierde, puso “muchas fiestas, navidades y Año Nuevo, aunque ahora por ahí trabajás una de esas fechas y te tomás la otra”.
Sobre el empleo, sostuvo que “hay que llevarse bien con los compañeros y que a fin de mes haya un buen sueldo”.
En ese sentido, indicó que desde siempre “la propina hace la diferencia”.
A la hora de destacar una mesa, uno de esos momentos imborrables, enumeró “los equipos de fútbol, que antes viajaban más en colectivo y paraban”, como el caso que a este hincha de Instituto de Córdoba le tocó, atender “al River Plate campeón del mundo, con el Héctor “Bambino” Veira como DT…”. También puso en ese podio a Jairo, el cruzdelejeño que “varias veces lo atendí y siempre se acerca a saludar, como Cacho Buenaventura y su hijo Luis”, pero “nunca se me dio por pedirles una foto o un autógrafo, por no molestar”.
“Siempre me gustó mi trabajo, si no, no lo haría”, sentenció, mirando de lejos el tiempo que le resta para jubilarse. Lleva otros 28 de casado y afirmó que “este trabajo me dio todo lo que tengo, la posibilidad de hacer estudiar a mi hijo, que está a punto de ser abogado”.
“La gente te conoce y te saluda. Y si te saludan es porque se han sentido bien con uno”, sintetizó sobre su tarea. Subrayó que “este trabajo te regala amigos, muchos”. Y sobre el rubro, consideró que “es un gremio compañero, se sientan a tomar algo después del trabajo y se cuentan cómo le ha ido al otro, con el deseo de que nos haya salido todo bien”.