
A casi un mes de incorporarse al fútbol local, “Máquina” habló de sus compañeros, del Atlético Ticino y de su pasado en Primera división. También analizó el certamen de la Liga Villamariense. Y, en lo personal, recalcó: “Mientras la cabeza responda, se pueden hacer cosas importantes”

La tarde va cayendo en Ticino, ya han pasado casi treinta minutos de la finalización del partido y cuando todos corren para irse, él se toma todo el tiempo del mundo dentro del vestuario y aparece al rato, sin prisa.
Disfruta, no reniega, se siente todavía jugador de fútbol, a pesar de sus 37 años, y así lo toma el plantel entero de Atlético. “Vine porque me gusta sentirme importante, saber que puedo aportar”, son sus primeras palabras.
El protagonista es Adrián Giampietri, “el Máquina”, ese que se destacó con la camiseta número diez de Quilmes, junto al “Chori” Alejandro Domínguez, donde ambos formaron una dupla explosiva.
Ahora ese mismo “Máquina” decidió aceptar el llamado del conjunto ticinense, en la voz del técnico Claudio Crespo, quien lo invitó a sumarse al equipo de la Zona Sur de la Liga Villamariense de Fútbol. Y no lo dudó.
Entrena y se mueve por su parte, durante la semana en Buenos Aires con los árbitros de AFA, para luego llegar el sábado y jugar el domingo. De esa manera Giampietri forma parte del equipo titular de Ticino, colocándose de doble cinco, al lado de Juan Bianchi.
“La verdad, el grupo me ha recibido muy bien, los chicos me hacen parte del plantel y me pone contento, no es fácil llegar a una localidad y jugar como lo hago yo cada fin de semana. Son viajes largos pero ya estoy acostumbrado, porque la distancia es la misma que hacía el año pasado cuando me iba a la Liga de San Francisco”, comienza el volante.
Cuando se le consulta acerca del juego que ha visto por el momento en las canchas locales, Giampietri expresa: “Es un campeonato duro, se juega muy fuerte y por ahí se pega demasiado, pero hay equipos que intentan el pase constante, como lo hacemos nosotros. Rivadavia también buscó jugar y eso le hace bien al espectáculo. Nosotros de a poco vamos a ir agarrando ritmo, en lo personal también. Será cuestión de tiempo”, continuó el futbolista que tuvo su paso por Belgrano de Córdoba en el año 2003.
Golpe de balón intacto, poco despliegue y muchas órdenes tácticas a la hora de rearmar su equipo, el “Máquina” se presenta dentro de la cancha de esa manera. Al hombre, que usa la 8 en Ticino, le gusta la pelota contra el piso y lo remarca constantemente, como así también su concepto del juego: “Mientras la cabeza responda, se pueden hacer cosas importantes, porque la que tiene que correr es la pelota, no el jugador. Siento que puedo aportarle al club, cuando no sea así, daré un paso al costado, por lo pronto estoy contento y cómodo aquí, la gente es muy buena”, dice.
Claro que a la hora de hablar del club de sus amores el rostro se le transforma. En el “Cervecero”, Giampietri es ídolo y siente que es su lugar en el mundo. Allí vivió su mejor momento y tuvo su partido despedida, su fiesta: “Uno cuando es chico sueña con jugar en Primera y lograr grandes cosas. Si bien es cierto que podría ser millonario a esta altura de la vida, el ser frontal me jugó una mala pasada. Pero gracias a Dios, le pude dar todo a mi familia, una casa a mi vieja, también a mis hermanos, eso me gratifica mucho. Por eso soy feliz, vivo el día a día, el dinero ni me va ni me viene. Ir a la cancha de Quilmes con mis hijos de cuatro y siete años es muy lindo, más cuando ellos se sorprenden por el cariño que me tiene la hinchada. Ahora estoy en otra etapa de la vida, donde mis nenes y mi señora son el todo”, finalizó.
La noche apareció en Ticino, Diego Fantino y Claudio Crespo, los únicos que quedan del plantel de Atlético Ticino acompañándolo, le consultan cómo será su regreso, pero él quiere ir a ver ya a su Quilmes, que en minutos comienza por la TV. La vuelta está programada para la media noche, como cada vez que viene por aquí, sabiendo que dentro de siete días tiene que volver, a seguir haciendo eso que tanto le gusta, jugar al fútbol.