Son más de 40 y pertenecen a diferentes instituciones educativas. Actualmente dan clases a más de una decena de personas en 11 puntos de la ciudad y de Villa Nueva
Unos 40 estudiantes universitarios y terciarios de distintas instituciones educativas de la ciudad desarrollan un programa en el que enseñan a leer y escribir en una decena de barrios y en Villa Nueva.
La actividad nació en 2013 con lo que en su momento fue el programa “Yo sí puedo” y la articulación de organizaciones estudiantiles, y este año tuvo una explosión en la cantidad de voluntarios que salieron a las calles a alfabetizar.
Nicolás Demarchi, Diego López y Luciano Khzalvocj Föggter son alumnos de diferentes carreras que forman parte de la mesa coordinadora del proyecto y contaron a EL DIARIO sobre el desafío que significa reducir el nivel de analfabetismo en la ciudad.
Hoy los estudiantes de la UNVM, ESIL, Inescer e Instituto del Rosario, entre otros, están alfabetizando a seis personas en el barrio San Nicolás, dos en el Nicolás Avellaneda y otras tantas en el Carlos Pellegrini, una en el Barrancas del Río, Las Playas y Villa Nueva. Los encuentros son en casas de familia o en instituciones barriales, dependiendo el caso.
“Además, hay otros lugares que están esperando que vayamos, como en el barrio San Justo, Los Olmos, Las Acacias y en Villa Nueva”, contó Luciano, quien aseguró que “este año fue la explosión del programa”.
Es que desde 2013, cuando lo iniciaron, lograron alfabetizar a cuatro personas, número que por la cantidad de asistentes a las clases, probablemente se incremente considerablemente. Además, también creció notablemente la cantidad de estudiantes que se sumó al proyecto, ya que hace dos años apenas si llegaban a las 15 personas.
Diego enfatizó que ante esta aparición de tantos voluntarios, “fue importante el trabajo con la psicóloga Gabriela Naselli, que dio capacitaciones y nos mostró y enseñó otros métodos para alfabetizar”.
A su vez, Nicolás contó que las personas que asisten para aprender a leer y escribir tienen entre 20 y 70 años, “pero la mayoría está por encima de los 40”.
“Cuesta mucho que se sumen porque la gente vive una realidad distinta a la que uno conoce y es muy entendible que entre sus prioridades no esté ir a aprender a leer y escribir porque es gente que ya aprendió a desenvolverse en la vida sin esos recursos y que está convencida en muchos casos de que no va a poder aprender, cosa que no es real”, relató el estudiante de la Licenciatura en Composición Musical.
Dependiendo el caso, tiene entre dos y cuatro encuentros semanales y el tiempo que lleva el proceso de alfabetización es muy relativo: “Depende mucho de las condiciones de cada uno, hay casos que nos han llevado 10 meses, otros que en tiempo calendario en menos de ocho meses ya está. El tema es que en muchos casos es gente que pasó muchísimo tiempo sin tocar un lápiz, por lo que hay que construir un hábito. Nosotros le damos herramientas”.
Los chicos contaron que en esta época del año, cuando el frío azota la ciudad, el nivel de asistencia disminuye considerablemente. “Faltan porque no tienen abrigo y deben quedarse en sus casas para cuidarse o porque les sale una chaga y tienen que hacerla para poder comer”, sostuvo Diego.
Datos concretos
A comienzo del año, los estudiantes realizaron un censo en el barrio San Nicolas “para calcular el nivel de alfabetización”. De ahí surgieron 20 personas con la necesidad de ser alfabetizadas, pero sólo se sumaron seis.
El relevamiento arrojó datos importantes, que detalló Luciano: “Se visitaron 304 viviendas, de las cuales 183 fueron relevadas y en 121 no se consiguió. Entre las viviendas relevadas hubo 444 personas que son jóvenes mayores de 18 años, adultos y adultos mayores. Los porcentajes que conseguimos indican que hay 4,5% de analfabetismo, 14,2% primario incompleto, 17,8% primario completo, 33% secundario incompleto, 20,8% secundario completo, 6,3% universitario o terciario incompleto y 3,1% universitario o terciario completo”.
“El analfabetismo es una problemática que abarca la falta de un techo, de un trabajo, la violencia. Un futuro incierto. El analfabetismo abarca todos esos fenómenos, por eso nuestro trabajo no es solamente intervenir desde el patrón educativo, sino que también los patrones de pobreza. Porque estamos trabajando con patrones de pobreza estructural, es decir, gente que hace 50 años que es pobre y va a seguir siéndolo. Nosotros no le vamos a cambiar la vida, pero sí darle herramientas y contención”, consideró el estudiante de sociología.