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Ex-presos políticos construyendo memoria

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Ex-presos políticos construyendo memoria

mignola olaviaga garciaAnte el interrogante que algunos se hacen en relación a cuándo terminaremos con la construcción de memoria acerca de la dictadura desaparecedora de personas, la respuesta es sencilla y contundente: nunca, pues la construcción continuará y ante la llegada de cada nueva generación se renovarán los interrogantes a la vez que se modificará el punto de observación de quién pregunta acerca de ese pasado. Es claro que los más jóvenes, que aún no vivían cuando sucedió aquello, tienen la posibilidad de interrogantes cuya producción no le resultó fácil a las generaciones que de una manera u otra les tocó ser parte de ese desquiciado tiempo de terror. Pero la construcción de la memoria tampoco terminará nunca porque la misma no puede ser algo cristalizado que luego de trabajar sobre ella queda para ser venerado, por el contrario se trata de una relación dialéctica con ese pasado que debe enriquecer las lecturas de nuestro presente. Desde este punto de vista, terminar con el trabajo acerca de lo que pasó en el tiempo de la dictadura cívico-militar de los ´70, sería sustraer elementos necesario para pensar el presente de nuestra sociedad desde las propias particularidades que actuaron en su evolución.

Pensar el pasado

Una estrategia para la construcción de la memoria es la que lleva el Ministerio de Educación de la Nación a partir de los proyectos que apoya el Instituto de Nacional de Formación Docente. Fue en ese marco que el jueves 10 de septiembre en el Inescer “Angel Diego Márquez” se produjo el encuentro entre jóvenes estudiantes y militantes que, en 1976, fueron presas del encierro carcelario impuesto por el Estado terrorista de entonces. Para contar sus experiencias llegaron tres reconocidos ex-presos políticos, otro acompañó desde el auditorio.

Participó Miguel Olaviaga que al ser encarcelado en 1976, con 26 años de edad, era secretario general del Centro de Empleados de Comercio de Villa María y dirigente de la Federación de Empleados de Comercio a nivel provincial. Actualmente es dirigente mutualista y candidato a vicepresidente de la Nación por el Frente Progresista. Otro que se dirigió a los jóvenes fue Omar Mignola, dirigente del Partido Comunista, que trabajaba como panadero en esta ciudad, y que sufrió la cárcel en el Centro Clandestino de Detención y Exterminio “La Perla”, actualmente convertido en Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos. También estuvo la docente Soledad García ex-presa de la Unidad Penitenciaria N°1 de la ciudad de Córdoba, quien fuera pareja del recordado villamariense Eduardo Requena, desaparecido por la dictadura. Soledad es la mujer que en 2010, siendo testigo en un juicio por delitos de lesa humanidad, mirándolo a los ojos le señaló a Jorge Rafael Videla que los desaparecidos sí existieron, que ya no estaban, que los mataron, pero que dijera dónde estaban. Desde el público, estuvo acompañando Hugo Ferradans, también exdetenido político, que sufrió el encarcelamiento junto con Olaviaga.

Si bien todos ellos ya han concurrido al Inescer en otras oportunidades a contar sus experiencias, el acto tuvo ribetes renovados a partir de una atenta audiencia de jóvenes que pudo acceder, directamente, a la voz de quienes sufrieron la cárcel. El acto se inició recordando que había miles de hombres y mujeres que, a partir del accionar del aparato del terrorismo de Estado, ya no están. Inició los testimonios Miguel Olaviaga que señaló sentirse integrante del Inescer, institución que definió como “de la democracia” para agregar que recordaba a Angel Diego Márquez cuando en los inicios de esa casa de estudios “planteaba una alternativa frente a un determinado escenario de la educación y, precisamente, entre las cosas que contemplaba estaba darle un carácter bien popular con intervención de las entidades libres de pueblo. Particularmente se referenciaba en los trabajadores, por lo tanto me siento un tanto hijo de esta institución”.

Continuó Omar Mignola, quien fue tomado por la emoción, quebrando su voz, cuando inició el relato de algunas de las crueldades que sufrió en La Perla. Al respecto dijo que se sentía un “privilegiado” por haber sobrevivido a esa experiencia. Luego habló Soledad García quien mostró imágenes del docente Eduardo Requena e hizo hincapié en la necesidad de tener claro que tanto la memoria como lo que pasó son cuestiones “colectivas”, y acerca de la huella de aquellos sucesos dijo: “Aunque algunos estamos siempre en la sanación, creemos que esto quedó en la sociedad”.

Continuidades y rupturas

Los tres disertantes coincidieron en analizar los procesos históricos, es decir ir más allá del período 1976/1983. Olaviaga señaló que “los prolegómenos del golpe de Estado estaban dados con dos variantes, una que tenía que ver ya con la crueldad que presentaban las Tres A, la cantidad de desaparecidos, la cantidad de violencia, grafitis debajo de los puentes diciendo quiénes eran las Tres A y demás. Otra variante fue la imposibilidad de concebir racionalmente que podríamos estar en las vísperas de un proceso tan espantoso, era difícil de asimilarlo, de creerlo, de pensarlo, de imaginarlo” y pasó a referenciar el decreto de 1975, firmado por el presidente del Senado en ejercicio de la Presidencia de la Nación, Italo Lúder junto a los ministros Carlos F. Ruckauf, Angel F. Robledo, Antonio Cafiero, Tomás S. E. Vottero, Carlos A. Emery y Manuel Aráuz Castexcordar. Esa norma legal en su primer artículo textualmente dice: “Las Fuerzas Armadas bajo el Comando Superior del presidente de la Nación, que será ejercido a través del Consejo de Defensa, procederán a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”.

Por su parte Soledad García dejó bien en claro que su secuestro fue producido el 9 de marzo del ´76 “antes del comienzo formal del golpe de Estado en este país”. Luego señaló la fecha del Navarrazo en la provincia “fue el 27 de febrero de 1974. Allí empezaron las intervenciones de los sindicatos. Allí empezaron las persecuciones tremendas y luego las desapariciones. En esa instancia, previa al golpe nacional, estuvo marcada muy fuertemente lo que pasó en Córdoba y sus distintas localidades, pueblos, ciudades y demás. Porque ya ahí empezó a marcarse a la gente, a tener los servicios de información todo lo que querían a su disposición para perseguir a un científico que pensaba distinto. Acá la persecución de los intelectuales empezó con otra dictadura que fue la de Onganía en el ´66. Hay que analizar los hechos concatenadamente y pensarlos para que nunca más suceda e ir a las razones que esta gente tenía”.

Más tarde remarcó que si “decimos dictadura cívico-militar-eclesiástica es porque las complicidades y las acciones fueron concretas”. En este sentido Olaviaga remarcó que iniciada la dictadura “se intervinieron los sindicatos dejando solamente aquellos que fueron colaboracionistas” y para remarcar el colaboracionismo, en otro momento manifestó que “cuando se fue Fornari (director de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María), no lo hizo de noche, sino luego de una cena homenaje que la sociedad de Villa María le realizó en una conocida entidad de esta ciudad. Los dictadores contaban con una penetración y una adhesión en la sociedad civil que les permitió llevar a cabo estas barbaridades”.

Luego de contar algunas de las atrocidades que sufrieron en sus encarcelamientos, los tres disertantes tuvieron coincidencia en la necesidad de no bajar los brazos en la defensa de los derechos humanos. García remarcó que “por mucha lucha llegó la democracia que hay que cuidar, pero no estamos exentos de esas violaciones de los derechos humanos, que desde distintos lugares, por supuesto sin hablar de terrorismo de Estado, está sucediendo cuando sobrevive el hambre y otras cuestiones”. Por su parte Mignola fue muy contundente al señalar que “actualmente hay provocaciones de todo tipo en el orden latinoamericano. No es difícil volver a caer en el neoliberalismo más descarnado” y apelando a los jóvenes les manifestó “ustedes deben ponerse el overol para que eso no vuelva a ocurrir. A los derechos humanos, los valores, hay que enarbolarlos desde cualquier punto de vista sea radical, peronista, socialista, comunista, creyente, evangelista, cristiano…”. Por su parte Olaviaga manifestó que debe prestarse atención a los “derechos humanos que todavía están siendo adeudados por esta sociedad a gran cantidad de gente que, por diferentes razones laborales, sociales y políticas están viviendo situación de exclusión”. Luego señaló que desde lo colectivo debe desarrollarse la acción que “permita superarnos para no tener nunca más que vivir vicisitudes que tienen que ver con la eliminación de derechos que nosotros creemos definitivos pero que tienen la zozobra propia de espíritus autoritarios que en cualquier forma que se manifiesten pueden ser altamente riesgosos”.

Cuando concluyó el acto quedó la sensación de que se había producido un diálogo intergeneracional en el cual se apostó a pensar el pasado, pero sin dejar de entender que se lo ve desde un presente determinado.