Así lo definió la doctora Elizabeth Jelin, autora del libro “La lucha por el pasado”, durante la presentación que protagonizó en el Congreso de Ciencia Política de la UNVM
Desde hace cuatro décadas la doctora Elizabeth Jelin estudia y profundiza sobre las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura en Argentina. Considerada una pionera en los estudios sobre memoria, derechos humanos y política, propone en su último libro “La lucha por el pasado” reflexiones para construir “un horizonte democrático”.
Derechos humanos y memorias del pasado reciente en Argentina y el Cono Sur fue el eje de su presentación en el Congreso de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM). Doctora en Sociología, investigadora superior del Conicet y referente internacional en el tema asegura que “hablar de memorias significa hablar del presente”.
“Hay que distinguir el pasado y la memoria. Las memorias tienen que ver con un presente. Recordamos y olvidamos hoy acerca de cosas que ocurrieron en el pasado. El pasado vuelve a través de la memoria que puede ser recuerdos, olvidos y silencios, porque no es solo lo que se dice, sino también lo que se calla”, explicó Jelin en diálogo con referentes comunicacionales de la UNVM.
“A lo largo de la historia los pasados pueden volver de distintas maneras. Lo que a mí me interesa son las luchas que se dan en el presente acerca de los sentidos del pasado. Porque los pasados sociales y políticos nunca vuelven puros, limpios y con consenso. Sino que distintos actores sociales, distintos sectores políticos, en un escenario de luchas apelan al pasado para legitimar su acción y pedir un horizonte de futuro distinto. La expresión Nunca Más se dice en algún momento y vincula un “no queremos que se repita lo que ocurrió” en función de un futuro. Entonces en el momento de la memoria están conjugados pasado, presente y futuro”, sostuvo la especialista.
En relación a los espacios de la memoria, la catedrática señaló que “respecto de los espacios físicos hay otra lógica de las conmemoraciones, los lugares, las fechas, los reservorios de los archivos. Ahí siempre son actores sociales que quieren conservar algo. Las cosas no se conservan porque sí, se vuelven ruinas y pierden sentido si no hay alguien que les dé un significado. El tema es que un lugar se torna significativo a partir del sentido que le dan los actores. La materialidad de los lugares cuenta porque hay acción social”.
Por último, al ser consultada sobre cómo construimos la memoria social, Jelin respondió que: “En lucha y con sentidos que van cambiando en el tiempo. No se cristalizan, parece que lo están, pero son procesos dinámicos y cambiantes”.
“El gran cambio comienza cuando las nuevas generaciones se empiezan a hacer otras preguntas y lo hemos vivido con el surgimiento de HIJOS en la década del 90. Lo vemos ahora cuando hijos de represores tienen un espacio más amplio para expresarse y confrontan con aquellos hijos de represores que reivindican el accionar de sus padres”, enfatizó.
“Esas eran voces que no habíamos escuchado porque son procesos nuevos que tienen que ver con un mismo pasado que cobra otros sentidos en un escenario presente”, sostuvo para concluir.