Henry Rapetti cerraba en el fondo con lo justo, salía con hidalguía, se la bancaba. Walter Rena iba con el mismo ímpetu, certificaba su voz de mando y ganaba en cada salto. El Colorado Aris te cruzaba el tanque para robarte la pelota, transpiraba la camiseta, tendía una mano. El Rulo Agonil y Rubén Guillen se complementaban en velocidad y precisión, iban al ataque contra los lungos rivales y se la bancaban. Le ponían el pecho como el Griego Hiotidis, más allá de que este era la clase, el lujo, la elegancia, la buena pegada. Y si de pegada hablamos, qué mejor que Juan Antonio Cardozo (“fijate dónde va el tiro, nene”), el crack del medio. Y por suerte no lo sufrió el Chicho Escurra, que supo cuidar bien los tres palos y sacar varias pelotas difíciles con destino de gol…
Todos esos nombres (algunos más, otro menos) quedaron grabados en la memoria del hincha de Alumni por lo mucho que le brindaron al club. Y parece que aquel compromiso los marcó a fuego porque hoy quieren volver a ser un equipo, más allá de las generaciones, que busca ganar afuera de la cancha un campeonato que parece más complicado: sacar a flote a la institución.
Todos ya se contactaron, coincidieron en el diagnóstico casi calamitoso del club y desde mañana intentarán poner manos a la obra, como un puntapié inicial necesario que permita abrir el juego.
En la sede del club habrá una cena donde están invitados todos aquellos que deseen colaborar para los próximos pasos de la institución.
“Ya se comprometieron algunos empresarios y profesionales, aunque la idea es seguir sumando”, cuentan en la entidad.
El grupo de exjugadores afirmó que “nadie llega para correr a quienes están, al contrario”. De hecho, el actual presidente, José Vilella, y el hombre que salvó al equipo del fracaso en el Federal B, Aureliano Sánchez, también son exfutbolistas de la entidad.
El objetivo del nuevo grupo es “que se haga la asamblea” y para ello la institución necesita reunir 45 mil pesos, solo para abrirse paso.
Lo importante es que todos llegan sin precedentes negativos. Son bien vistos en sus respectivos trabajos (alejados incluso del fútbol del club) y eso permite demostrar ante la ciudad que la imagen de Alumni puede ir mejorando. Solo se trata de sumar voluntades con buenas intenciones.
Rapetti, quien tiene experiencia de gestión como exfuncionario municipal, reconoció que la coincidencia entre los futbolistas retirados con ganas de laburar por la entidad estriba en la necesidad de generar una política deportiva.
“Una vez que se haga la asamblea, se debe armar esa política deportiva y no correrse de ahí”, expresó, con razón, para incorporar cierta coherencia.
En base a la política deportiva es que se apuntará al próximo Federal B, que dependerá mucho de la organización interna del club.
Después de la última temporada, muchos futbolistas se fueron sin ganas de volver (casi se podría decir que también le cabe al entrenador Hugo Mattea) y se sumaron al lote de otros que ya no hablan bien del club porque padecieron cuestiones incomprensibles.
Quizás los planetas se alinearon para que, casualmente, hoy sean exjugadores los que tengan que arremangarse para volver a imponer ese sentido de pertenencia que supo acunar Alumni.
Tal vez todo sirva para contagiar al resto y mantener la llama encendida, en medio de la oscuridad.