Tuvo participación en entidades deportivas de Villa María y Villa Nueva
A los 88 años, la muerte lo sorprendió en Alta Gracia, donde reside una de sus hijas. Fue representante de Alem ante la Liga de Fútbol y miembro de la Comisión de Carreras del Jockey Club, aunque su figura se hizo más “popular” por haber sido uno de los primeros bolicheros
Cuando a fines de los 60 Antonio “el Oso” Canelli decidió transformar su comedor El Lazo en el primer boliche bailable de Villa María, fue a la carpintería de Villa Nueva en la que “el Berto” Vaudagnotto trabajaba junto a su padre, Güido. Le encargó las barras, los sillones tapizados en cuerina, las banquetas y todo otro mobiliario.
“El Berto” había aprendido el oficio en la Escuela del Trabajo, cuando su nombre era Escuela de Artes y Oficios. Y a ese trabajo encargado por Canelli lo terminó cobrando con un 25% de participación en el negocio, por entonces definido como confitería bailable. Otro 25% fue para Enrique Frossasco (“el Oso” poseía el otro 50%).
Chac fue un fenómeno que luego necesitó la construcción de un segundo piso, para albergar a unas 1.200 personas cada sábado. Más tarde compartió la década con Kreo (del “Gato” Giordano y “el Gallego” Gómez).
Pero para los tres socios cambió la vida. Pusieron juntos Moustache en Bell Ville, otro Chac y un Kichaten en Río Tercero… La noche cordobesa sabía de ellos.
Lo cierto es que siendo carpintero y después como bolichero, Umberto pudo educar hasta darle un título a cada uno de los cinco hijos que tuvo con Ilda “Chiche” Botta: Silvia, Sergio (compañero nuestro en EL DIARIO), Rubén, Ana María y María Lía.
Cuando se inauguró un nuevo boliche en Villa María, Kabranca (en el emplazamiento que actualmente tiene Jet Set), dejó de reinar Chac (el dios del agua de los Mayas) y “el Berto” se fue a Córdoba, donde estudiaban sus hijos menores.
En la capital provincial trabajó por muchos años junto a Armando del Río (concesionario de camiones), quien le abrió las puertas del regreso a Villa María cuando lo designó para inaugurar una sucursal en la ciudad. Y allí estuvo trabajando hasta el momento de su jubilación.
Ahora la muerte lo sorprendió en Alta Gracia, donde reside su hija Ana María.
Sus restos recibieron sepultura ayer por la tarde, en el cementerio parque La Naturaleza.
Seguramente se va a abrazar ahora con infinidad de amigos. Otros se quedan para recordar sus chistes, sus sonrisas y su hombría de bien.
Se fue un buen tipo.
Instituciones deportivas: De Alem y del Jockey Club
Umberto Giovachino Chiafredo Vaudagnotto, que así se llamaba en verdad “el Berto”, fue delegado de Alem de Villa Nueva en los años 60 (y hasta director técnico interino cuando los tricolores se quedaban sin entrenador).
Su casa paterna y la carpintería de su padre Güido estaba sobre la Marcos Juárez, separada del club por la medianera. Uno de sus últimos actos solidarios fue donarle bolsas de cemento a la institución tricolor para una de sus tribunas.
En los 70 fue integrante de la Comisión de Carreras del Jockey Club, ya que el turf fue otra de sus pasiones.
A aquellas comisiones las presidía Manolo Pardiñas.
Aunque lo que en verdad le gustaba de ese mundo eran las mateadas y las charlas con cuidadores, peones, jinetes como Larguía, Tavecchio, Pacheco, Ortiz, Calderón y Gómez.