Dijo que hace 20 años viene observando “el peor resultado” que generaron las drogas, desde su lugar en Tribunales. Frente al poder político, pidió que se disponga del inmueble de calle Mendoza
Francisco Márquez, fiscal de la Cámara del Crimen de Villa María, pidió ayer que la ciudad le solicite a la Provincia que el edificio en el que funcionó hasta hace dos años el Hospital Regional Pasteur sea un centro de rehabilitación de adicciones.
Lo dijo en un contundente y fuerte pronunciamiento que efectuó ante autoridades municipales, un funcionario provincial, dirigentes de la educación y de los gremios, representantes de la Iglesia y numerosos miembros de Organizaciones No Gubernamentales, al ponerse en marcha el Consejo Municipal de Prevención de Adicciones.
Fue en el Salón Blanco del municipio, alrededor de las 10. El intendente Martín Gill terminaba de brindar un largo discurso y el fiscal pidió la palabra.
Allí demandó que el viejo inmueble de calle Mendoza y Porfirio Seppey no se transforme en “un elefante blanco”.
El “elefante blanco” es un edificio semiabandonado ubicado en Ciudad Oculta, del barrio de Lugano, en Buenos Aires, cuyo destino era ser el hospital más grande de Latinoamérica. Hay una película protagonizada por Ricardo Darín con ese nombre que refleja el drama de las adicciones.
El funcionario judicial buscó así graficar lo que está sucediendo con esa inmensa estructura de barrio Lamadrid, que está cerrada y sin ningún uso.
Contó que lleva dos décadas viendo en salas de audiencia de Tribunales “los peores resultados” que provocó el consumo de drogas en la sociedad y “cómo las adicciones transforman a alguien en delincuente”.
“Independientemente de las responsabilidades que tengamos los fiscales investigando, la Policía y los jueces de Menores en procurar dar soluciones, estoy convencido de que somos el último eslabón o lo peor de la droga. Cuando llegan a nosotros, el daño ya está hecho”, recalcó el representante del Ministerio Público.
Y poniendo de relevancia lo ocurrido minutos antes, describió: “El intendente lo mira al subsecretario y le dice que tenemos 70 camas en salud mental en la provincia. Villa María tiene un edificio fantástico, el del viejo Hospital. La asesora letrada de Tribunales allí sentada (en referencia a la abogada Silvina Muñoz, presente en la sala) brega y brega por conseguir un lugar donde condenados puedan ser tratados. Como comunidad tenemos que bregar para que ese edificio sea un centro de salud mental”.
Recordó un proyecto legislativo de recuperar la sede que albergó el Pasteur “para transformarlo en centro de salud mental” y consideró que debía ser “un faro para que independientemente del trabajo que cada uno tenga, el ciudadano de a pie sepa adónde concurrir frente a la problemática”.
Acto seguido propuso a la ciudad que le pida a la Provincia que transforme el lugar y disponga de profesionales de salud mental y de “asistentes sociales capaces de conducir a los chicos a recuperarlos”. Ahí enfatizó que se refería “no a los chicos de los cuatro bulevares, sino a los de la periferia que van a la cárcel, esos son los chicos que son los enfermos de la droga y que necesitan que alguien los saque de la naturalización que tenemos con la droga”.
“Es lo único que pido, que trabajemos para hacer algo en serio, tenemos el 99% del edificio hecho, si no tenemos la inteligencia de transformarlo en un centro regional para el tratamiento para las adicciones integral, vamos a tener un elefante blanco allí”, demandó.
Detalles del encuentro
Como se dijo, sus palabras se dieron en el marco del acto constitutivo del Consejo Municipal de Prevención de las Adicciones y del Uso Indebido de Sustancias Psicotrópicas, fruto del primer proyecto de ordenanza que el intendente Martín Gill giró al Concejo Deliberante apenas asumió. En el acto estuvo presente el subsecretario de Prevención de Adicciones de la Provincia, Ignacio O’donnell.
El organismo tiene por objeto procurar el diseño participativo y la gestión asociada de políticas, programas y cursos de acción que permitan implementar un eje y estrategia de abordaje intersectorial y de conjunto tendiente a lograr resultados satisfactorios en la promoción de la salud y prevención de las adicciones.
“Este Consejo debe tener una mirada regional porque es un problema que supera a nuestra ciudad, que tiene además una responsabilidad de liderazgo regional”, dijo el intendente, quien remarcó que “tenemos un problema que supera a la propia comunidad de la ciudad y se transforma en una de las amenazas centrales para el objetivo más preciado que tiene la ciudad, que es su gente”. Llamó a “reconocer que no podemos hacer nada solos, todo lo que hagamos y aportemos no será suficiente porque el problema es comunitario y nos cruza a todos”.
“Se trata de coordinar esfuerzos y vencer la cultura de la indiferencia que estamos en condiciones de quebrar porque nuestra ciudad tiene un potencial para permitir que los distintos sectores políticos e institucionales nos reunamos hoy alrededor de un problema común”, afirmó el jefe del Ejecutivo.
“Hay que recuperar a los chicos de la periferia que van a la cárcel; eso son… los enfermos de la droga, que necesitan que alguien los saque de la naturalización que tenemos con la droga”.
“Estoy convencido de que somos el último eslabón o lo peor de la droga. Cuando llegan a nosotros, el daño ya está hecho”.