La periodista, hija de desaparecidos, aborda el asesinato y la desaparición de estudiantes de una escuela rural mexicana, desde el punto de vista de los familiares y sobrevivientes
Días atrás publicábamos en estas páginas el prólogo del libro “Ayotzinapa, horas eternas”, de la villamariense radicada en México, Paula Mónaco Felipe.
Allí, la prestigiosa escritora Elena Poniatowska, ganadora del premio Cervantes, quien también ofició de correctora del libro, describe un momento preñado de ternura y de honda conciencia del significado que entrañaba. “(Paula) tomó entre sus brazos a la recién nacida Melanny, hija del normalista Israel Caballero Sánchez, de 20 años, y de Rocío Locena, de 20 años, y ese solo gesto la devolvió a su propia historia”.
En diálogo con este cronista, la joven periodista, hija de los desaparecidos Luis Mónaco y Ester Felipe, recuerda ese episodio que sería crucial para la cristalización de semejante proyecto bibliográfico. “Yo estaba en la escuela donde cursaban los normalistas, cuando una chica jovencita me da a tener a una niña. Era Navidad de 2014. Me la da y me dice ‘soy Rocío, esposa de Israel, y ella es Melanny, su hija de 4 meses’. La bebé tenía casi la misma edad que tenía yo cuando secuestraron a mis padres. Eso te sacude definitivamente. Y ahí, tal vez, es que decidí a hacer este libro”.
Mónaco Felipe presentará mañana a las 19 en el auditorio de la Medioteca Municipal Mariano Moreno (Sabattini 40) un destacado material de investigación, que le demandara cerca de un año de trabajo, acerca del feroz ataque a los estudiantes de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos, conocida como “Ayotzinapa”, en Iguala, estado mexicano de Guerrero, perpetrado en 2014 y que dejara como trágico saldo a seis personas asesinadas (tres de ellas alumnos), decenas de heridos, dos de ellos graves, y 43 desaparecidos quienes previamente habían sido detenidos por la Policía.
“Ayotzinapa significa tierra de tortugas en la lengua prehispánica náhuatl”, comentó Paula. “La escuela es una de las 16 que quedan de las 32 que se crearon después de la Revolución Mexicana. Allí estudian los hijos de campesinos y ahora también emigrantes, albañiles, sobre todo personas de bajos recursos que quieren ser maestros en zonas rurales. Siempre fue una escuela muy rebelde, combativa, que tiene su historia política. Mi libro se centra en aquella noche cuando sucedieron los ataques. Abordo quiénes son los estudiantes, los sobrevivientes, las víctimas y los desaparecidos y qué pasó durante ese año posterior”, añadió.
Asimismo, explicó que “se trata de un caso difícil en una zona difícil. México vive una guerra contra el narcotráfico, como estrategia impulsada desde la Presidencia anterior. Actualmente la situación de violencia se ha puesto muy compleja. El estado de Guerrero tiene el mayor índice de homicidios del país. La ciudad está controlada, directamente cooptada, por el crimen organizado. Eso hace que las condiciones para trabajar sean muy complejas. Y también es complicado trabajar con el dolor de las personas, con el dolor en vivo, a flor de piel. Es, para mí, un tema para nada ajeno, dado que mis padres son desaparecidos, así que fue como volver a vivir mi propia historia”.
Como es explícito, su acercamiento no fue meramente por interés periodístico, sino que partía de una ligazón humana: “Yo no fui a hacer un libro, sino que estuve desde la primera semana del hecho, acompañando a familiares a viajes a la ciudad de México o yendo al menos una vez por mes al lugar. Además, después de la publicación, sigo trabajando en el tema como colaboradora de El Telégrafo, de Ecuador, y de distintos medios internacionales”.
Por verdad y justicia
Consultada por la determinación de desarrollar el trabajo a pesar del contexto de incertidumbre y temores, Paula subrayó: “Los miedos siempre son más grandes cuando los esquivamos que cuando los enfrentamos. Trabajar mi propia historia no me representa un miedo específico y a partir de lo que viví y conozco por décadas en Argentina, puedo ver lo que ocurre en México con unos lentes diferentes a quien lo ve por primera vez. Creo que no es casual que haya elegido realizar este libro. Y espero que quien lo lea encuentre detalles que remiten a tratar de recortar los caminos hacia la verdad y la justicia. Porque hay que pensar primero en la memoria como una posibilidad de justicia, a pesar de que en México esté muy lejana esa posibilidad, como en la Argentina 30 años atrás”.
Respecto a los fundamentos del libro, reflexionó: “Nunca me pregunté el porqué, sino el para qué. Para aportar a una memoria colectiva, para ayudar a construir justicia y para dar voz a familiares, sobrevivientes y víctimas que son la parte ninguneada de la versión oficial de la historia”.
-En tus crónicas avanzás en lo cotidiano del círculo íntimo de los estudiantes desaparecidos y muertos. ¿Cómo es esa vida después de lo que pasó?
-Cuando hablamos estos temas, en especial en Argentina, hacemos un análisis más político o con mayor distancia de lo que nos sucedió. Y es importante ver cómo afectó la desaparición forzada en lo íntimo y lo cotidiano, porque es un método que funciona en dos planos. En lo social va a intentar instalar que si te metés, te puede ocurrir lo mismo, y también dejar una sospecha sobre el desaparecido. Por ello es importante abordar la vida cotidiana para saber cómo es tener alguien desaparecido. Además, hablamos de campesinos que tienen un solo par de zapatos en su vida, que tal vez tengan distintos sueños a los del lector, pero que, en definitiva, son iguales que uno. Esperamos que quien vive otra realidad pueda sentir algún tipo de empatía. Es muy complicado explicar el concepto de desaparecidos, pero es muy importante que se entienda y que aquel a quien no le tocó pueda identificarse para frenar esto. México vive una situación muy complicada. Naciones Unidas habla de que “la desaparición es generalizada” y expertos señalan que se transita una crisis humanitaria de niveles que no se han dimensionado todavía.
CIFRAS DEL HORROR
6 MUERTOS Dejó el ataque en Ayotzinapa
43 Siguen desaparecidos de los normalistas.
30 mil desaparecidos en México desde 2007: 26 mil en la presidencia de felipe calderón y 12 mil en lo que va de la de peña ñieto.
1 de cada 4 índice de delito en México
1 de cada 8 índice de desaparición en el país azteca.
J. R. S.
* Entrevista realizada en el marco del programa “Mañanas de radio”, de FM UNVM