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Ganó la gente

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Ganó la gente
Antes de ingresar al estadio, villamarienses y bellvillenses posaron juntos y felices por estar presentes en el Mundial

El Diario en Moscú

Escribe Gaby Márquez ENVIADO ESPECIAL DE EL DIARIO A RUSIA

La nota sobresaliente del debut de Argentina en el Mundial estuvo, una vez más, en el conmovedor apoyo de la hinchada Albiceleste. Desde varias horas antes del partido, los alrededores del estadio del Spartak de Moscú, se vieron invadidos por multitudinarias columnas de compatriotas. En metro, en ómnibus, en automóviles particulares, caminando, cualquier vía era válida para arribar al estadio y dar su apoyo, desde adentro o desde afuera, a la selección nacional.

La camiseta número 10 replicada por miles, disfraces originales, bombos y banderas, ornamentaron una verdadera procesión de “fieles” deportivos, a los que poco importa el resultado y celebran ser argentinos.

El mundial da una imagen de civilidad que, lamentablemente, se ha perdido en las competencias foráneas. Islandeses y Argentinos comparten espacios por todo el estadio, afuera y adentro, en un clima armónico que no se altera ni en los momentos más críticos del partido. Se suman a la fiesta ciudadanos de otros países, y celebran el juego, la fiesta, el espectáculo, como debe ser. Solo alguna cargada con hinchas de Brasil tensa un poco la cuerda, pero sin pasar a mayores.

El momento del Himno, un clásico, erizó la piel. Ya completamente despojado de su letra, la introducción convocó una vez más a esa especie de canto de guerra criollo, que culmina con los hinchas saltando y gritando sus acordes. La mirada se pierde en el hermoso estadio, y busca atesorar para siempre las muestras de emoción y orgullo.

El operativo de seguridad resulto notable. Una coordinación absoluta, manejada responsablemente y con un público que, a diferencia de lo que pasa en nuestro país, se mostró dispuesto a allanarse a todas las normativas.

Cada ingreso al estadio cuenta con molinetes altos y techados, imposibles de saltar, además de lectores del identificador de fan para comprobar que entrada e ID fueran de la misma persona. Una vez superada esa instancia un cacheo de bolsos y mochilas similares a los de cualquier aeropuerto del mundo, sirvió para inspeccionar el ingreso de los fanáticos.

En Rusia no se fuma ni se bebe en la vía pública, prohibición que se respetó, aunque dentro del estadio se habilito el expendio en copones de la cerveza patrocinante del evento.

Centenares de voluntarios cumplieron también un papel muy importante. Munidos con manos gigantes, y de excelente ánimo, guiaron en los distintos ingresos a los hinchas que trataban de comprender de qué sector era su localidad, se ve también en el centro, los lugares turísticos y el metro. En cada ingreso , y sobre una especie de “silla/escalera” chicas de la organización emitían en inglés y ruso consignas, imagino, vinculadas con el ingreso al estadio. Algunas se prendieron a los cánticos argentinos y recibieron verdaderas ovaciones.

Como frutilla del postre, y tras superar todos los controles la organización dispuso en el último de los ingresos a personal bilingüe, que en perfecto castellano recibía con : Bienvenido, ¿Cómo la está pasando en Rusia? a cada uno de los hinchas, una especie de “mimo” hacia quienes han superado las distintas pruebas exigidas para ver un partido de la Copa del Mundo.

Una vez finalizado el encuentro la marea humana, esta vez en forma silenciosa, emprendió el regreso. En otra disposición destacada se liberó la boca del metro y, con frecuencias precisas de un minuto, se desagota de público a todo el estadio en poco más de una hora y media.

Final para una jornada espléndida, con calor y color mundialista. Sin duda alguna el debut tuvo dos resultados: empató el equipo, ganó la gente.