Germán Tissera afirmó que tiene mayor caudal, velocidad, turbulencia, poder erosivo y turbidez, y llamó a cuidar más los tramos rurales y a evitar la construcción en las llanuras de inundación
Escribe Diego Bengoa
DE NUESTRA REDACCION
El geólogo Germán Tissera confirmó a EL DIARIO que el río Ctalamochita tiene mayor caudal, mayor velocidad, turbulencia, poder erosivo y turbidez, “lo que lo hace más peligroso a la hora de usos recreativos”.
El verano 2015-2016 llegó sin playas. Espacios que tradicionalmente contaban con bancos de arena que eran un atractivo para los amantes del río fueron cubiertos de agua. Sólo en algunas jornadas el Ctalamochita despeja algún que otro tramo de arena.
El arenero, la playa más amplia con la que cuenta la ciudad, perdió casi toda su seducción.
Lo más riesgoso es que hay muchas zonas con importante profundidad y además se acentuó la velocidad.
Como se conoce, en el marco de dos años en que febrero propinó históricas crecientes, el Estado realizó acciones en el curso fluvial como la extracción de áridos, ensanchamiento y remoción de obstáculos. Las consecuencias de esas intervenciones y otros interrogantes fueron planteados a Tissera en su conversación con este diario.
“La producción de áridos viene bajando no sólo en Villa María, sino en otras localidades ribereñas. Ocurre porque al ser un sistema controlado por los embalses de la parte alta de la cuenca estos disminuyen notablemente el transporte de las arenas río abajo, con lo cual la renovación de esas playas que teníamos unos años atrás va ser lenta y quizás en mucho menor medida”, explicó.
El especialista confirmó además que ahora el torrente tiene una mayor velocidad. “La canalización que se está realizando a través de los albardones, contenciones y cierres de antiguos cauces esporádicos o meandros abandonados, hace que al aumentar el caudal corra con mayor velocidad”, detalló.
Además, advirtió que “a falta de arena en algunas áreas expone al lecho al poder erosivo generando oquedades en lo que comúnmente se llama tosca, que producen turbulencia y torna peligroso el cauce, lo que se suma a la turbidez propia que aportan los sedimentos finos que el río va ganando en la llanura”.
Tissera confirmó que “el panorama de recuperación de un sistema natural alterado es bastante complejo”, más en el caso de un río porque “es un sistema muy dinámico y cambiante, sujeto a las condiciones climáticas reinantes”.
“El gran problema de la recuperación de los espacios ganados al Ctalamochita es que dentro de las llanuras de inundación ya tenemos implantadas viviendas de uso continuo. El espacio a recuperar, para intentar volverlo a un estado natural, está ocupado y las líneas de ribera están invadidas, entonces nos queda proteger los lugares que no fueron invadidos y volver a forestar, y vedar algunas áreas sólo para uso recreativo, como ser parques y demás”, consideró.
Tissera calificó de “gran desafío” la recuperación del Tercero porque “está intervenido prácticamente desde sus nacientes para diferentes usos de aprovechamiento humano” y llamó a cuidar más los tramos rurales y a evitar las construcciones en las llanuras de inundación.
“Hace aproximadamente tres meses que se vienen aliviando los diques para prevenir una lluvia que los llene y nos pueda traer problemas como en los dos últimos veranos, pero esto genera el aumento del caudal, y como consecuencias directas, de la velocidad, la turbulencia, el poder erosivo y la turbidez, lo que lo hace más peligroso a la hora de usos recreativos”, ratificó.
El operativo
Puestos y falencias
El Gobierno informó que hay 16 puestos de guardavidas a lo largo de la costanera. Están ubicados en Barrancas del Río, Santa Ana, Cristo Redentor, Juan Pablo Segundo, bajada de calle Reconquista, bajada de calle Mendoza, bajada de calle Entre Ríos, compuertas del lago, bajada de calle Catamarca, bajada de calle Sargento Cabral, bajada de calle Córdoba, Playa Z, bajada de calle Saavedra, Puerto Madero, arenero del Vista Verde y calle El Palmar.
Los guardacostas trabajan desde las 14 a las 20 todos los días.
Un recorrido de este matutino y el diálogo con diversos vecinos permite señalar que numerosos ciudadanos ingresan al curso de agua en zonas en las que no hay guardavidas.
También se ven muchos niños y niñas sin adultos cerca y grupos de adolescentes que se arrojan al agua en cualquier zona, incluso en las peligrosas.
Además, vecinos se quejaron de que los puestos no están identificados. Los guardavidas son visibles sólo por sus prendas de color rojo y el logo. A veces, cuando hay mucha concurrencia en la ribera, es difícil advertirlos.
También se sabe que no cuentan con todos los elementos necesarios para el salvataje.
Y varios de los consultados por este medio señalaron que deberían haber más profesionales en algunos puntos en donde los fines de semana suele reunirse una multitud.