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Guiñazú, el héroe de por acá

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Guiñazú, el héroe de por acá

El “Cholo”, que surgió en el baby fútbol de Villa María, hizo el gol de la victoria (2-1) y se emocionó como nunca. “Dios me dijo ‘pateá’”, remarcó el volante

Corrían 49 minutos del segundo tiempo, en Floresta, y Talleres parecía que empataba ante All Boys, con un hombre menos, para estirar la definición del ascenso a una semana más. Pero uno de sus jugadores no quiso esperar más.

Tantos años en el fútbol, el tipo sabía de grandes batallas; conocía el momento que atravesaba su equipo y era consciente de que había llegado al club como figura y símbolo.

Pablo Guiñazú, el “cholo”, el muchacho que se fue de General Cabrera siendo un chico, entendió que podía ser el héroe y sacó un remate espléndido que se coló al ángulo y desató una de las mayores alegrías de las últimas décadas en el fútbol de Córdoba.

El pelado lo gritó con alma y vida, mirando al cielo, como así también lo gritaron sus compañeros en Floresta y los hinchas en todo Córdoba, en distintos puntos del país y en Villa María, sí, donde Guiñazú supo jugar dentro del baby fútbol.

Cuando tenía pelo y era el “Cholito”, Guiñazú formaba parte del plantel del 78 en Acción Juvenil de General Deheza (allí fue dirigido por el padre de Pablo Chavarría, Luis) y brillaba en las canchas locales. Aquí aprendió de pequeño, antes de que Marcelo Alamo le abriera las puertas en Newell’s Old Boys de Rosario, donde el volante creció, se hizo conocido y se erigió como jugador de Primera división.

Desde entonces fue un jugador aguerrido, de potrero y con mentalidad ganadora. No obstante, no se caracterizaba por marcar goles.

Ayer reconoció el propio Guiñazú que su conquista fue inesperada.

«No pateo nunca al arco y me cargan por eso, pero Dios me dijo ‘pateá’ y se clavó en el ángulo», relató el «Cholo», quien con el golazo concretó el ascenso de la «T» a la máxima categoría.

«Se lo dedico a mi viejo que tenía el sueño de que juegue y me retire acá. Después de 20 años de carrera, terminar así es una bendición. Soy un agradecido al fútbol», agregó Guiñazú, quien a los 37 años sumó un nuevo logro a su largo recorrido.

«Estuvimos muy firmes y sólidos durante todo el torneo. Este es un grupo grande, humilde y feliz», valoró el cabrerense.

En este sentido, Guiñazú recordó la grave lesión en el maxilar que sufrió a los tres días de arribar al club desde Brasil.

«Cuando me pasó eso pensé en mil cosas, pero este grupo me dio fuerzas para seguir», concluyó.

 

Sufrido

Un agónico tanto del “Cholo”, en tiempo de descuento, le otorgó el ascenso al conjunto albiazul, cuando jugaba con 10 hombres por la expulsión del mediocampista Rodrigo Burgos y el árbitro Sergio Pezzotta -de floja labor- ya había marcado los cuatro minutos de adición.

Previamente, All Boys había sacado ventaja con una conquista del goleador Germán Lessman (16 tantos en el certamen). Pero el también artillero Gonzalo Klusener empató, casi de inmediato, a los 39 m del segundo tiempo.

Parecía sellado el empate hasta que Guiñazú encontró una pelota boyando en el área y la clavó arriba para desatar la algarabía de un Talleres que hizo poco ayer, pero que coronó su sueño de ascenso a Primera después de 12 años.

Una persona extraordinaria
Opina: Jorge Alamo (*)

Además de ser un gran jugador, el “Cholo” Guiñazú es una persona extraordinaria, que se merece lo que está viviendo.

Lo conocimos de la Clase 78 de General Deheza, que tenía un buen equipo, y nos llamó la atención rápidamente porque era diferente.

No es difícil darse cuenta cuando alguien es talentoso y Pablo tenía unas condiciones enormes.

Mi hermano Marcelo lo llevó a un equipo local que jugó en un torneo de la Vendimia, en Mendoza, y tanto él como Pablo Tello fueron los mejores de ese plantel que se coronó campeón.

Después Marcelo, trabajando para Newell’s, no dudó en llevarlo al “Cholo”, a los 14 ó 15 años, porque sabía que iba a llegar a ser un grande.

Guiñazú recuerda mucho ese paso importante de su vida y cada vez que me ve por ahí, como pasó una vez en Mar del Plata, demuestra ser una gran persona, que nunca olvida sus raíces y deja todo para venir a darme un abrazo.

Recuerdo cuando se casó, postergó un día el viaje de luna de miel para venir a la reinauguración de la cancha de All Boys. Y también vino cuando lo convoqué para una fiesta de Semillero.

Me pone contento verlo feliz porque se lo merece. Es una gran persona.

(*) Entrenador de All Boys, en baby fútbol