Escribe Héctor Cavagliato ESPECIAL PARA EL DIARIO
El concurso fue coordinado desde el viejo y querido Canal 2. Cada centro vecinal postuló a su candidata. Y el jurado debía evaluar no solamente la belleza misma, sino también otras condiciones como, por ejemplo, las culturales
Pareciera que fue ayer; sin embargo, ha transcurrido medio siglo desde que los festejos del Centenario de la fundación de Villa María incluyeron una profusa programación de acontecimientos, entre los que se destacó la elección de la Reina del Centenario, a través de un concurso que me tocó coordinar desde el viejo Canal 2 del Circuito Cerrado de TV.
Para ello, los diferentes centros vecinales propusieron sus respectivas representantes, que fueron minuciosamente analizadas por un jurado que tuvo en cuenta, además de la belleza física de las postulantes, el nivel cultural y demás aspectos personales.
Y así, de esa cuidadosa selección surgió el nombre de la representante del barrio Almirante Brown, Mirta Gladys Ronco.
Recordamos ahora que uno de los miembros del jurado fue nuestro colega y amigo recientemente fallecido Carlos Rodolfo Díaz Barraza.
Un encuentro absolutamente casual
Quiso el destino que hace algunos meses me cruzara en el barrio Rivadavia con quien había resultado electa soberana del Centenario cuando apenas contaba 15 años, y ahí surgió el recuerdo inolvidable y convinimos el contacto para esta evocación.
En su casa paterna nos juntamos con su mamá Coca y una de sus tres hermanas y, poco a poco, fue surgiendo de su prodigiosa memoria una catarata de recuerdos.
Pasaron 50 años y desde aquel lejano aniversario no había vuelto a ver a Mirta, la soberana del Centenario de la ciudad, que hoy cuenta 65 muy bien conservados.
Vale la pena desglosar dichos recuerdos en esta nota periodística, que se transforma en un verdadero privilegio por haberlo vivido en plenitud.
He aquí algunas de las imágenes atesoradas en su memoria
“Recuerdo aquel 27 de septiembre, cuando empezó la preselección de las candidatas en Canal 2 TV. Después llegó el 27 de diciembre, cuando fui electa. Fue algo glorioso. Cuando usted anunció las princesas… Entonces miré la cantidad de premios y me dije: ‘¡Cuántos se llevará la Reina!’, sin imaginar que fuera yo. Y llegó el momento en que mi nombre fuera el elegido. Usted lo dijo con tanto énfasis… me estremecí toda. No habían ido mis padres porque justamente celebraban que cumplían 25 años de casados. Y después de la elección, en un Torino descapotable me llevaron al barrio, donde los vecinos me esperaban alborozados”, rememora ahora la soberana de entonces.
Una semana después de la consagración, ella fue presentada junto a sus princesas en la inauguración del Anfiteatro, en el marco del primer Festival de Peñas, en enero de 1968.
Entre los premios, un viaje a Alemania (que no pudo realizar)
Y enseguida añade que “entre los premios tuvimos un viaje para cuatro personas a Mar del Plata, que puso la Municipalidad, y también me dieron un viaje a Alemania, del Instituto Goethe, que no pude hacer por mi edad».
La humildad…
Mirta Gladys Ronco no tiene ningún reparo a la hora de apuntar que “el vestido que usé (para participar de la elección de la Reina) era el mismo del cumpleaños de 15 y fui sin maquillarme, todo natural, mientras que las otras chicas, recuerdo, hasta se habían maquillado las piernas».
«Hice el secundario en el Colegio San Antonio, estudié italiano en la Dante Alighieri y francés con una profesora particular. Me recibí de profesora de Lengua en el Gabriela Mistral y después de licenciada en Letras en la Universidad Católica de Córdoba. Ejercí la docencia y después estudié Abogacía, carrera que quiero terminar. También estudié medicina china. Amo estudiar…», comenta, y termina por quedar claro que el jurado no se equivocó al elegirla, puesto que al lado de su belleza natural estaba su decidida inclinación hacia el estudio.
Ahora, en Rosario
La Reina del Centenario también refiere: “Me casé y vivo desde entonces en Rosario. Tengo dos hijas (una es bailarina junto a Maximiliano Guerra) y un hijo varón. Enviudé hace 13 años».
«Vengo seguido a Villa María, que sigue siendo muy pujante… Recuerdo que para el Centenario tenía cosas muy importantes y ya se proyectaba como un polo educativo de gran nivel».
A trabajar desde chicos
«Soy la tercera de cuatro hijas que trabajamos desde muy chicas en la estación de servicio YPF de la familia, ubicada en Alem y Rawson”, nos dice en el final de una larga charla por el camino de los recuerdos… a la vuelta de medio siglo.