MANO A MANO – LUIS MARTINEZ – Nació en Etruria el 19 de noviembre de 1952. Casado, dos hijos. Emprendedor. Comenzó la militancia política a los 14 años en las filas del Partido Justicialista. En 1969 empezó a trabajar en Cúspide, y fue el principio del camino en la arena gremial. Fue concejal de la ciudad durante dos períodos, siempre manteniendo un perfil bajo. Durante 30 años integró comisiones del Sindicato del Seguro. Participa activamente de distintas instituciones, entre ellas la Pastoral Social y la Fundación de la UNVM. Es asesor de un grupo asegurador
Escribe: Nancy Musa (de nuestra redacción)
Tiene su mirada puesta alrededor del eje social. Ayudar al otro, dar todo lo que puede es su objetivo. Luis Martínez es de perfil bajo, tranquilo, dialoguista y con un sentido del humor que lo utiliza en cada una de las frases que dice durante el transcurso de la charla.
No tiene aspiraciones personales, su sueño es aportar algo para que las personas con necesidades puedan estar mejor.
Es un hombre de profunda fe religiosa, comprometido con sus ideales y aferrado a los valores.
Es autocrítico, le encanta contar anécdotas y tiene un profundo respeto por la figura y el mensaje que da al mundo el Papa Francisco.
-Usted participa de varias instituciones, entre ellas la Pastoral Social, ¿qué visión tiene de los cuestionamientos que parte de la sociedad hace sobre el Papa, los obispos, los curas villeros?
-Mi participación en esto es porque estoy convencido que tengo que devolver a la sociedad y al otro un poco de lo que Dios me regaló. Ha sido mucho lo que he recibido y son gotas que voy entregando, eso me lleva a participar en un grupo muy lindo de Pastoral Social.
La pregunta que me hacés la tengo incorporada en mi vida diaria. Creo que todavía no hemos valorado que tenemos un Papa argentino, latinoamericano, no hemos tomado la dimensión que Jorge Mario Bergoglio es el Papa desde hace cinco años.
Tuve oportunidad de visitar países hermanos y ver lo que se siente por nuestro Santo Padre. Entonces no me deja de sorprender que los católicos no reconozcamos en él a nuestro líder.
Nosotros a los 75 años ya hemos armado la valija para retirarnos de nuestro campo de trabajo y es lo que estaba haciendo Bergoglio, estaba en su humilde piecita para irse a alguna casa de descanso y lo llaman del Vaticano y agarra su valija…
Y sus zapatos viejos
Sí, su valija, sus zapatos viejos y tenemos Papa. Debe ser la génesis de los argentinos, el pensar cómo va ser campeón del mundo si vive a la vuelta de mi casa. Siento por Bergoglio una gran alegría, mucho respeto y una tristeza mayor cuando veo que en cinco años sus encíclicas extraordinarias; donde pone al hombre en el centro de la escena, donde pone la casa común que es la Madre Tierra en el centro de la escena; y hay voces que critican al Papa porque le manda una carta a doña Tita o se junta con un carrero o cuando recibe del presidente Evo Morales un presente.
No se lo lee al Papa. Me llama la atención que es una de las personas de mayor influencia en el mundo, con un mensaje profundo y nosotros acá le cuestionamos con quién se junta.
Lo cuestionamos por las fotos, que pasan cientos de miles por el Vaticano.
El Papa es un callejero total y a los 80 años el callejero tiene la sabiduría de los grandes. Pasa que a veces nos cuesta escuchar y a Francisco lo estamos viendo por las fotos y no lo escuchan.
-¿A qué le atribuye esa superficialidad?
-No me gusta decirlo, pero hay un poder mediático que trata de generar una negación al Papa. Te cuento una cosa que lo hago en mi calidad de católico. Voy semanalmente a misa a distintas parroquias y con mucho dolor debo decir que no escucho a los curas mencionar alguna frase del Papa.
Hay una agencia noticiosa que se llama ACI prensa y analizo las frases que le da el Papa al mundo, ojalá que todos nos tomáramos diez minutos para leer lo que está diciendo el Papa a todos.
-¿Usted piensa que justamente ese mensaje cristiano, de solidaridad con los pobres, con los pecadores, con los presos, no es la causa principal de los ataques que recibe?
-El Papa no se sale del mensaje de Jesús. Tal vez la Iglesia Católica está en una deuda con nosotros. Creo que a la Iglesia también le cuesta entrar en una etapa de reconversión, qué Iglesia queremos. No soy un experto, pero pienso que sería bueno que con los que lo niegan debatamos su compromiso con el mundo actual.
Si nosotros lo leyéramos a Francisco despejaríamos muchas dudas y los católicos tendríamos que enarbolarnos detrás de su mensaje. Hay curas terriblemente comprometidos con lo que pide el Papa, que estén con los pobres, con los enfermos.
Espero que con el tiempo no digamos “tuvimos un Papa maravilloso” que no lo supimos valorar hoy.
-Salvando las distancias, los argentinos en gran parte tampoco valoramos a Messi si no hace goles.
-(Risas). He escuchado algunos amigos, que a la pelota solo la vieron de paso en alguna vidriera, criticarlo a Messi. Qué país generoso, mejor jugador del mundo, buena persona y lo critican. Tal vez si fuera de otra nacionalidad lo aplaudirían, pero es argentino (risas). Somos un poco así, nos ocurre hasta a veces en nuestras intimidades.
-Usted que viene desde hace 50 años militando en política, ¿qué cambios profundos ve en la sociedad del último medio siglo?
-Mirá, Nancy, 50 años y con gran parte de esos amigos del principio me sigo reuniendo y seguimos recordando cuando fuimos a recibir a Perón en su regreso al país. Y lo hablamos, el mundo ha cambiado. Cambiaron los valores que teníamos con la familia, con el vecino, en la escuela, en los lugares de trabajo.
Hace 50 años los empresarios prósperos de la ciudad tenían su empresa, muchos trabajadores y ellos tenían una casa y un auto. Algunos de ellos podían tener una casita en las sierras, ese empresario era el primero en estar en su negocio y sabía vida y obra de cada empleado.
En esos lugares se creaban lazos en las relaciones humanas. Estaba humanizada la sociedad y la política era lo central.
Por supuesto estaba Perón, fue muy fuerte esa época, había una mística, había una causa, no teníamos la tecnología y se usaba mucho la imaginación.
-¿Qué nos pasó?
Esto es una “martineada” total (se refiere a su apellido riendo), pienso que la televisión generada en Buenos Aires pensada en el capitalino se dispersó en el interior. ¿Y qué tiene que ver? Y esa televisión tuvo una fuerte influencia cultural y política. Y cuándo me preguntás en que cambió la sociedad, creo que tenemos que recuperar nuestra esencia de pueblo, recuperar al vecino, los afectos.
Ha cambiado el mundo en estos cincuenta años, cambió la ciudad pero más cambiamos nosotros por lo que nos hacen creer de afuera. Nos levantamos a las 6 de la mañana y prendemos la televisión de Buenos Aires.
Pienso que tenemos que recuperar el amor a la ciudad, a nuestros símbolos, yo tengo una bandera en la puerta de mi casa, muchos pensarán que es una embajada (se ríe).
-La embajada de la martineada
-(Risas). Sí, y también la tengo en el auto, pero la tengo por pertenencia. Con mis amigos hablamos mucho del pasado, pero también pensamos en el futuro. Tenemos que pensar en lo que viene y lo primero que tenemos que hacer es reconocer que no hemos hechos todos los esfuerzos para mejorar.
Nosotros aportamos gotitas, la gran responsabilidad la tienen los que conducen, los dirigentes que asumen un compromiso social lo tienen que cumplir con grandeza. Tenemos que dar hasta que duela, no alcanza con ver si podemos o no podemos.
Y en estos 50 años, como me preguntaste, el consumismo nos quitó la alegría del amor. Palabras del Papa.
-¿Somos producto fiel del capitalismo?
-Tengo un amigo que siempre dice no hay peor cosa que un hombre seco económicamente o cansado. Este sistema financiero perverso y el capitalismo comercial que nos venden de todo, uno lo ve diariamente, que el caminador, que la bici fija, todo para colgar ropa pero seguimos comprando (risas).
La tarjeta es buena para el que tiene un ingreso importante. Y nos endeudamos en 24 cuotas y cada vez que viene la tarjeta en vez de alegrarnos nos entristecemos.
-¿La revolución de la tristeza?
-(Risas). Es la revolución de la tristeza, nadie se puede sentir feliz cuando viene la tarjeta al mango y para colmo no le ganás una a los bancos. Y ahora se suman los servicios.
-El sistema ha manejado el consumismo como modo de vida
-Sí. Antes le decíamos el Imperio, ahora está medio devaluada esa palabra. Esto está totalmente direccionado de una forma tal a la que contribuye hoy la tecnología. Hoy comprás por Internet hasta las zapatillas. Nosotros teníamos que ver si pisábamos bien, si no nos apretaba, ahora no (risas).
Hay un nuevo mercado de consumo que las grandes empresas lo han cautivado. Ahora vas a comer una hamburguesa porque es famosa y ni siquiera sabés lo que tiene adentro (risas).
El sistema nos ha llevado a perder estos inmensos valores que teníamos desde la familia, con lo nuestro.
-Hablando de la familia ¿cómo fue su crianza?
-Mi crianza fue maravillosa. Nosotros vivíamos en Etruria, alquilábamos una pieza a una familia y ahí dormíamos los cinco. Papá, mamá, Tati que en paz descanse, mi hermano y yo. Los cinco en una pieza con el bañito a 15 o 20 metros afuera.
Fue una época muy linda, mi padre era empleado de Correo todo terreno. Era el que barría, repartía las cartas, una persona muy querida mi viejo (se emociona).
Una familia con mucho amor, mi hermana mayor Tati (muy emocionado) fue grande. A los 12 años se recibió de dactilógrafa y mi padre le compró una máquina de escribir, una Remington negra.
En esa misma casa que alquilábamos en Etruria, mi hermana festejó su cumpleaños de 15. Por eso cuando me hablás en qué ha cambiado la sociedad, yo recuerdo el cumple de mi hermana en su casa y fueron chicos y chicas de los pueblos vecinos.
A veces me pregunta cómo pudo haber cambiado tanto en poco tiempo, si fue ayer.
-Para nosotros, a esta edad, todo fue ayer
-(Risas). A veces le cuento a mi sobrina y siento que fue ayer. Y después en 1959 nos vinimos a Villa María.
-En Etruria ¿a qué jugaban?
-Era un pueblo chico, recuerdo a todos, al frente estaba la Sociedad Italiana, estaba el cine, estoy medio antiguo (risas), iba Roata de Villa María a pasar las películas, cuando digo esto se van a dar cuenta que soy una persona mayor (risas).
Me gustaba el cine. Al frente vivía una familia que era talabartero y había una chacharita que tenía las máquinas cosechadoras en venta y ahí hacíamos las daniñadas de chicos.
Después mi hermana se viene a estudiar a Villa María, mi hermano a la Escuela del Trabajo y luego nos vinimos nosotros.
-¿Fue fuerte el cambio de Etruria a Villa María?
-Y nosotros veníamos siempre a Villa María a visitar una tía, Ada Canale, que era mi madrina y que mi peronismo se lo debo a ella.
La Ada Canale era peronista, me lo sabe decir un amigo, cuando era muy difícil ser peronista. Era rubia, elegante, jugaba al tenis inglés en Unión Eléctrica, era empleada de la Compañía Inglesa de Electricidad que luego fue EPEC.
Ella nos pagaba el colectivo para venir a visitarla porque para mi padre era un lujo venir de Etruria a Villa María.
Y mi tía Ada peronista y mi padre demócrata conservador.
-¿Y Ada le hizo la cabeza para hacerlo peronista?
-Sí, sí. Me agarró y me convenció. Y fuimos con la tía Ada a Buenos Aires cuando vino Perón. Fuimos a un acto que hizo la CGT, otro a Gaspar Campos. Y fuimos el 1 de julio de 1974 cuando murió Perón.
Tengo una anécdota que la quiero contar, cuando muere Perón yo hacía cuatro años que trabajaba en Cúspide, y cuando anuncian que falleció Perón el gerente de ese momento, Víctor Muñoz (el papá de Héctor) me llamó, puso la mano en la billetera y me dio plata para que yo viajara a Buenos Aires.
Son las cosas que uno nunca se olvida. Y nos fuimos, y cuando llegamos a la parte de atrás del Congreso separaban a los hombres y a las mujeres, o sea que me quedé solo en la cola, entramos a la madrugada, recuerdo que lloviznaba.
Creo que mi papá cuando la puso a mi tía de madrina nunca se imaginó que me iba a ser peronista (risas).
-¿Cuáles fueron los fundamentos que usó tu tía para convencerlo que el camino era el peronismo?
-Creo que una de las cosas que influyó en mi tía fue que la mujer pudiera votar. Tenía un amigo que me decía que no se valoró lo de Eva Perón cuando en el teatro Rex anuncia el voto femenino. Una cosa maravillosa. Ese mismo me decía cómo puede ser que las mujeres no lo voten a Perón cuando le han dado un derecho tan importante como el de votar.
Y sin lugar a dudas para mí tía ese tema fue clave. Y después cuando hablás del tema de la salud, la recreación, la escuela pública, la posibilidad de que el interior del interior pudiera conocer lugares que eran inalcanzables.
Muchas cosas se hicieron, desde el avión Pulqui hasta la flota mercante. Ayudamos al mundo, le dimos de comer a Europa en el gobierno de Perón.
Y después vino la carga de mentiras, porque cuando uno toca los intereses de los grandes…
El mundo estudia a Perón, nosotros tendríamos que leerlo más.
-¿Los logros del peronismo del 46 al 55 han sido subestimados?
-Lo que se logró fue increíble. Los hoteles de Embalse, de Chapadmalal, el tema de la Salud con Ramón Carrillo, y no es que uno se quede en eso. Mucha gente compró los campos en la época de Perón con créditos de Banco Nación y no lo votaron, me decía un amigo.
-¿En la Revolución Libertadora se destruyó mucho de la obra peronista?
-Es un tema que en lo personal me duele porque creo que el odio no lleva a ninguna parte. Pero hubo fusilamientos, conocí gente que estuvo a punto de ser fusilada. Es un tema que me supera, no entiendo el odio de ese momento y no entiendo el odio de hoy.
Si uno quiere construir una sociedad tenemos que perdonar nuestras culpas, no se puede tener odio, porque el odio se genera en las altas esferas y no pensamos en esa franja grande que las damos como estadística pero son seres humanos.
No son estadísticas, no son números, son personas que sufren. Aquí hace falta construir y no se puede construir sobre el odio o el rencor.
Lo que tenemos que hacer es ablandar nuestro corazón, perdonar todo lo mal que hemos hecho y pensar en la gente, en su necesidad, en su día a día.
-¿Pensar en dar?
-En la antigüedad se decía si vos tenés dos pares de zapatos es porque vos tenés uno y el otro no es tuyo. No digo que vayamos tanto al extremo, pero lo que hemos logrado cierto bienestar pensemos en el otro, todos tenemos algo para dar.
No tengamos excusa para dar, no pongamos excusa si queremos a alguien, ahora estamos en otoño, no esperemos que caigan las heladas para hacer algo y no tener que lamentar un muerto de frío.
Estamos en una zona privilegiada, tenemos un rinde extraordinario de cosechas, mirá si será generosa la zona en que vivimos. No podemos buscar excusas a la hora de dar, la vida es demasiado linda y corta para no compartir.
Uno escucha que todos dicen “no nos llevamos nada” y si no nos llevamos nada porque no compartimos, si después se van a estar despedazando por lo que dejás.
Nos falta que ablandemos el corazón y un poco de organización. Hay mucha gente que trabaja para el otro, pero no alcanza.
-Luis ¿qué recuerdos tiene en relación al regreso de Perón?
-Estaba en el sindicato, teníamos muchas ilusiones. No estaba la tecnología, pero manejábamos información, algunos que te mandaban un sobre a la compañía y esperábamos ansiosos las novedades. El regreso nos tenía con muchas expectativas, porque deseábamos continuar con la obra transformadora que había hecho Perón.
Y creo que a Perón no se lo interpretó, él estaba al tanto de todo, y no lo supimos interpretar. Eso que dijeron que vino anciano, no fue así. Lo que más duele es no poder armar las piezas, y en la coyuntura que había Perón lo vio con muchas dificultades.
Pero, lo que vale es que en ese periodo de la historia, del 73 al 76, el índice de desocupación no llegaba al 5%, la pobreza no llegaba al 5% y en el 76 el gobierno de Isabel se fue con una deuda externa de 5.500 millones.
Y la destrozaron a Isabelita, pero los números hablan. De los últimos 70 u 80 años, el tiempo de menor desocupación fue en el 50 y del 73 al 76.
Lo que decían los diarios, no era tan así.
-¿Había un plan detrás de todo el andamiaje de críticas?
-Sí, por supuesto. Y fíjate las palabras de Ricardo Balbín cuando dijo “tenemos que llegar a las elecciones aún con muletas”. Porque se veía lo que se venía.
Perón lo tuvo preso a Balbín y son inolvidables las palabras del líder radical cuando lo despide. Entonces se puede construir desde la reconciliación.
Porque después de lo que vino, del 76 al 83, fue muy triste.
-Y en ese período hubo cambios en la economía, se tomó deuda, se estatizó la deuda privada de numerosas empresas y la democracia cuando se recupera se encontró con una situación complicada ¿es así?
-Totalmente. Vos sabés que me parece verlo al discurso de Martínez de Hoz en un televisor blanco y negro. A los pocos días del golpe fue el discurso. Y mi tía Ada me decía “mirale la cara de crápula”.
No fue solamente un golpe político, fue un golpe económico, la guerra de Malvinas. Y tenemos que decir que fue apoyado por un grupo grande de civiles.
Y hay que decirlo porque el silencio es cómplice, y fíjate lo que costó. Y el movimiento obrero fue fundamental en hacerlos retroceder un poco.
Y nosotros lo vivimos, nadie nos contó.
-En ese momento ya estaba en el sindicato ¿eran perseguidos?
-Sí, tengo una historia muy linda. Cúspide en esa época estaba en calle Santa Fe y estábamos muy comprometidos socialmente. Hacíamos acciones solidarias, pero como siempre una parte de la sociedad permanecía ajena, porque la información que venía era una, y a los que tenían otra mirada no les creían, decían que eran inventos cuando los de afuera contaban lo que estaba pasando en nuestro país.
Y el reflejo fue en el 78, cuando vino mucha gente de afuera y se sorprendía de lo que pasaba pero nosotros no lo veíamos. Y estaba claro que el golpe había sido a Perón, si uno lo compara con lo de ahora es pura coincidencia (sonríe).
Y a Isabelita la denigraron, qué es lo que no se dijo y estaba elegida por el pueblo. Pero bueno la historia nos mostró lo que pasó después del 76.
-¿El plan de destrucción del peronismo hoy se repite?
-(Pausa). El peronismo en los últimos quince años, no sé si tuvo la idea de crear algo nuevo. Creo que se buscó por un sector que interpreta que el peronismo ya fue y buscó otros ismos. Pero en muchos casos utilizan a Perón y a Evita para congraciarse con gran parte de la sociedad.
El General decía la ropa sucia se lava en casa y nosotros mismos no vemos la hora de tener un micrófono para criticar a nuestros compañeros y no es así.
Nosotros tenemos que pensar siempre en el pueblo, lo decía el General, porque ese es el sentido de la justicia social. Y esa es la deuda que uno tiene y nos tiene que doler a lo máximo.
Cuando vemos a un hermano nuestro revolviendo un tacho de comida, no puede ser. Le tenemos que transmitir a los chicos que no puede ser, y esa es la deuda que tenemos y la que uno tiene en primera persona.
-¿La dirigencia no estuvo a la altura de las circunstacias?
-(Pausa) Otro tema. Los dirigentes cuando están metidos en la gestión todos los días se alejan de la gente. El Papa les dice a los curas que dejen la comodidad del sofá y salgan a la calle.
El sofá es lindo y ¿la gente?. En nuestra zona es distinto, la realidad está controlada, tenemos una zona privilegiada pero hablo del país y los dirigentes de Buenos Aires no son lo mismo que los pueblos del interior.
Los intendentes nuestros salen a la calle y la gente los conoce pero a nivel nacional están alejados de la gente.
Y lo malo es cuando llegan allá arriba sin haber hecho el barro y no saben ni siquiera donde están determinados lugares.
-En la actualidad los gremios están más bajo la lupa que nunca ¿qué opinión tiene?
-Hace muchos años que digo lo mismo, las organizaciones sindicales son la reserva moral del país. La mayoría son sindicatos y obras sociales, la mayoría se ocupa de sus afiliados desde el primer día de su vida hasta el último. Se ocupa de todo de la educación, de la salud. De la recreación.
Pero la obra que hacen los sindicatos es extraordinaria. Tenemos una obra social que incluye a todos.
-¿Cuándo era chico que soñaba?
-Dios fue muy generoso conmigo… no sé si soñé algo en especial, pero el regalo de Dios ha sido extraordinario y uno aprende cada día lo que debe hacer… la vida es una cosa maravillosa, y mi compromiso es ayudar a otro y mi sueño es seguir ayudando a los que están abajo.
Opiniones
Mauricio Macri: el hijo del empresario Franco Macri y el presidente de Boca, elegido por el pueblo. Tenemos que respetarlo y los que lo votaron tendrán que dar su opinión.
Juan Schiaretti: un compañero peronista, está demostrado en su trayectoria la lealtad y que lleva la provincia adelante y es el gobernador.
Martín Gill: Es uno de nuestros jóvenes. Con una capacidad extraordinaria, con una formación de primera línea, es de los jóvenes que el país tiene. En la política hace falta una cuota de suerte y espero que la tenga.