Escribe Nancy Musa DE NUESTRA REDACCION
Nació el 25 de octubre de 1935. Pasó su infancia en Monte Buey, en un barrio pegado a la cancha de Matienzo. Siendo un niño repartió los órganos de difusión del Partido Comunista. Fue secretario del PC en Villa María y miembro de la mesa provincial. Fue cofundador del Partido Solidario. Participó del Frente Cívico y Social fundado por Luis Juez y hoy su agrupación es integrante del Frente para la Victoria. Estuvo detenido en La Perla durante la dictadura militar. Tiene un hijo, dos nietos y dos bisnietos. Perdió a su compañera de 55 años hace un tiempo y en su equipaje de vida guarda “cicatrices que no se borran
“No llenes tu memoria con los rencores, para que no te quedes sin espacio para los momentos hermosos”.
Fiódor Dostoyevski.
Estar frente a frente con él es tocar de cerca los años más oscuros de la historia del país. Es escrudiñar en las páginas más exquisitas de la literatura universal, es conocer el valor de la coherencia que no se rindió ante las tormentas. Omar Mignola tiene en su hoja de vida la pasión por sus ideas, la humildad suficiente para respetar a los que piensan distinto y la capacidad de no llenar su memoria con rencores y dejarle espacio a la alegría de estar vivo. Fue torturado, estuvo al borde de la muerte por sus pensamientos políticos y entendió desde niño la importancia de tener un plato de comida en la mesa. Podría ser definido como una leyenda o un sobreviviente, podría ser definido de muchas maneras. Lo más relevante es verlo como un “hombre, un bolche redondo que tiene un Norte y que sueña con vivir unos años más para seguir aprendiendo, para seguir creyendo que la distribución equitativa de la riqueza es posible”.
-Tuvo una infancia marcada por la política y sus avatares, en medio de la Segunda Guerra Mundial; cuénteme sus recuerdos de esos años.
-Eramos muchos hermanos, pero no alcancé a conocer a dos, mi familia eran obreros rurales, vivíamos con lo justo para comer, eran épocas difíciles, pero mi mamá que leía me inculcó el gusto por la lectura, por suerte, y entonces comprendí con los años y los libros que esa época tan dura eran los coletazos de la crisis imperialista de 1929.
Ya de chiquito hubo cosas que me marcaron, cuando a mi papá se lo llevaron preso, yo era muy chico y lo convidé con un caramelo (se emociona), todas esas cosas me marcaron mucho. Mi papá era un obrero rural, pero Pedro Ramírez (presidente de facto en 1943 a 1944) tenía una frase que decía: “Voy a terminar con los comunistas y los amigos de los amigos de los comunistas”. Hizo lo posible, por supuesto.
Y me marcaron mi condición de clase y sobre todo las épocas difíciles de la Segunda Guerra Mundial, o se estaba con los aliados o se estaba con los nazis. Y nosotros, que éramos prosoviéticos al mango, escuchábamos una sola radio que tenía un vecino, vivíamos pendiente de lo que pasaba en la guerra.
Todo eso marcó mucho mi vida, era chiquito, en primero inferior aprendí a leer y a escribir y las cuatro operaciones; iba a un kiosco a retirar los diarios, me gustaban los chistes. Y en el afán de leer empecé a leer las aventuras Sandokan de Emilio Salgari, después Julio Verne y luego toda la literatura de guerra y los grandes clásicos de la literatura. Y se lo tengo que agradecer a mi madre porque ella leía mucho, mi padre no, porque no manejaba el castellano, no tuvo estudios. Pero era una persona tremenda mi papá, de una bondad…
-¿Y por qué se identificaron en su familia con el comunismo?
-Por una cuestión de clase, nosotros éramos pobres y en esa época el partido era muy bien organizado y tenía mucha fuerza dentro de los obreros rurales, a tal punto que siendo chico conocí a algunos miembros del comité central como Florindo Moretti y José María García.
-Fue antes de la llegada del peronismo que cambió el escenario.
-Claro, después viene el peronismo y de alguna manera copa el movimiento obrero.
La inclinación a la lectura me permitió ir profundizando y eso me llevó a una formación política; retomando el porqué de la inclinación a esas ideas es por una cuestión de clase, la sentíamos. Después nos arrimamos, salvo el desfasaje de haber participado en la Unión Democrática, estuvimos a la par del peronismo permanentemente. Hay algunas cosas que los peronistas tendrían que conocer, por ejemplo, algunas cosas de Perón cuando vuelve.
-¿A partir de qué año empiezan a ver en el peronismo una veta para acompañarlo?
-Enseguida. Me acuerdo de que Perón cometió algunos errores porque implementó la ley de orden público, 15 días adentro encanados y 15 días afuera. Y a Osvaldo Pugliese lo tenían preso y sin poder actuar, entonces cuando Perón vuelve del exilio el partido nombra a una comisión para recibirlo y dentro de la misma estaba Osvaldo Pugliese. Y qué le dijo Perón: “Maestro, muchas gracias por saber perdonar”.
Y eso también lo pinta de cuerpo entero a Perón. Siempre acompañamos al peronismo que es complejo porque dentro tenemos a un tipo como López Rega que bañó de sangre al país y tenemos a Cristina, a Jauretche y a otros tantos progresistas. En ese amplio espectro hay que ubicarse, es un movimiento complejo, pero hoy en día en el país no hay cambio progresista, popular sin el peronismo y mucho menos contra el peronismo. Si queremos un cambio y somos progresistas, debemos estar con el peronismo. No hay cambio posible sin las masas peronistas.
-Vivió muchas situaciones límite por sus ideales.
-Sí, he vivido muchas situaciones extremas que me han hecho dudar de la condición humana. La tortura por placer, cada tipo que tortura es por placer y uno no comprende. Siempre pensé sobre la condición humana. Cuando era chico, en la época de la guerra recuerdo un hecho, se me borró el nombre, de una persona que fue a la cámara de gas en lugar de un preso. Creo que fue en Polonia. Y pensé que el peldaño más elevado que puede alcanzar la condición humana es dar la vida por un semejante, el más bajo es quitar la vida mediante torturas.
Cuando opino de estas cosas lo hago despojado de toda especulación política, sé que muchos políticos, porque la vida lo plantea así, están especulando para salir en la foto. Yo cuando estaba en La Perla, estaba esperando que me vinieran a buscar para liquidarme. ¿Qué especulación política podía hacer?
Si yo lo que pensaba era si me iban a ahorcar con alambre, como solían hacer, o me iban a pegar un balazo en la cabeza. Y en eso ¿dónde queda la especulación de muchos políticos? Yo pensaba quién se va acordar de mí y las almas más indulgentes pensarán ¿en nombre de qué Cristo entregó la vida?
Me aterraba que me ahorcaran con alambre, trato de separarme porque son tiempos distintos, pero esas son vivencias intransferibles. Recuerdo un relato de Dostoyevski, estaba con la capucha para morir y hace un relato de esos momentos que te pone la piel de gallina y es lo que más se acerca a lo que viví.
En esos momentos no hay nada que especular, esperaba que me mataran como tantos otros. Y tengo la suerte de poder contarlo, de tener lucidez y tener una periodista que me escuche.
-¿Cuándo lo detuvieron?
-Estaba en mi casa, tenía panadería y me fueron a buscar a casa. Fue en 1978, el 6 de julio.
-¿Y tuvo alguna explicación sobre los motivos de su detención?
-El partido era legal, todo estaba bien. No había explicación. La cuestión es que nunca dieron explicaciones, enseguida estuve atado con alambre, con los ojos vendados. Me fue a buscar el Ejército, en pleno día; estuvimos un día en la Jefatura, de allí a la cárcel de Villa María y ahí nomás nos llevaron a La Perla.
Antes de esa detención larga tuve varias cortas. Donde me pegaron en todos lados. Salí en 1981 con libertad vigilada. Zafé de La Perla por esas cosas que nadie sabe. No había coherencia para nada. En La Plata conocí a un curita, Guillermo Cuello, y a él le decían que no sabían por qué lo tenían preso, él había estado en Oriente y vino con la idea de hacer una comunidad autoabastecida. No sé qué fue de él, nos habíamos hecho muy amigos.
Tenían de todo presos, había una incoherencia bárbara, uno no sabe.
-¿De qué manera se sale de un lugar como fue La Perla?
-Es muy difícil salir entero de un campo de concentración. Yo antes era más duro con los compañeros cuando los juzgaba y no tenía razón. Porque se alejaron de la militancia, pero muchos de ellos salieron mal de la cabeza, perdieron la familia, su situación económica, otros no quisieron saber más nada y yo los juzgaba como debilidad y estaba equivocado.
Nadie sabe lo que puede resistir en una mesa de tortura, cuando tiene las agujas debajo de las uñas o la picana en la boca, en los genitales, es muy difícil, son situaciones extremas.
Es difícil salir entero, se sueña mucho, uno disimula mucho, pero es bravo. A mí lo que me ayudó a resistir, a seguir en la militancia es que estaba en un partido sólido que me respaldó, el respaldo de la familia, pero no para todos es así. Y aun así el recuerdo del campo de concentración no se va más.
Tengo muy claro que determinada gente, en este caso los milicos, hizo el trabajo sucio de una determinada clase social para imponer sus criterios. De ahí a que alguien disfrute de la tortura es para sicólogos.
-¿Alguna vez analizó las causas de ese goce al torturar, es odio?
-En algunos casos hay gente que tiene un odio de clases, pero otros no, directamente eran tipos corrompidos, por eso las violaciones. Muchas veces he pensado como hombre dónde está la satisfacción de violar a una persona, cómo carajo hacen estos tipos. Y eso y otras cosas más me hacen dudar de la condición humana.
-Mirándolo desde hoy, desde la distancia que da el tiempo, ¿para qué sirvió tanto sufrimiento?
-Es lo que me preocupa porque veo que no se está lejos de caer de nuevo. Un plan de ajuste tan total como éste, donde se aplican medidas que parecen descabelladas como las tarifas, a mí me preocupa porque la historia demuestra que esos planes se tienen que cumplir con represión y ahí viene la reacción.
Y me preocupa porque acá en el país siempre que se salió de esta situación se salió con violencia y no porque la busquemos los laburantes o los jubilados. ¿Cómo se aplican estos planes si no es con represión? ¿Y si hay represión, y si hay muertos? Teníamos un presidente como De la Rúa que era pasto de la mofa y es responsable de 31 muertos.
-¿En qué falló la dirigencia política para que, según dice, repitamos la historia?
-Hay errores y un gran manejo de los medios de comunicación.
-¿Cree que los ciudadanos pueden ser manipulados en esta época?
-Conozco gente, jubilados que lo votaron a Macri. Creían que iba a ser otra cosa, pero está siendo todo lo contrario.
-Los hechos de corrupción ¿no piensa que han sido un detonante significativo?
-Nosotros los viejos bolches nos la pasamos haciendo autocrítica, hay hechos de corrupción, sin lugar a dudas, y que se juzguen y vayan en cana. A mí no me causa ninguna gracias esto. Aparte de analizar la marcha del Gobierno que está beneficiando una determinada clase social, Macri está procesado.
El infeliz este que andaba con ocho millones de dólares (por José López) que pague y vaya en cana, maldito sea, pero de los Panamá Papers no hay uno que se salve. Este es un gobierno de CEO y es lo que me preocupa. No pueden aflojar un poquito, nos van a inundar los productos chinos y nos van hacer pomada. ¿Qué hacemos con los talleres nuestros? Aflojen un poco, hay una irracionalidad que me preocupa.
-Usted que vivió esos sueños juveniles de los 60, los 70, ¿dónde quedó la izquierda? Porque hoy pareciera que es todo capitalismo, más salvaje, menos salvaje pero capitalismo al fin.
-Acá hay que visualizar desde el punto de vista de la macro; tomemos China, tiene que proceder de esa manera porque si no se lo come el imperialismo capitalista y por eso se unió a Rusia para crear un polo que venga a sindicar un poco la economía, tenés que manejar la economía capitalista. Hoy no podés. Si fuera presidente un bolche como yo, qué haría, ¿haría la reforma agraria? No, no es realista; nacionalizar la industria ¿es realista? Lo podría hacer si no tengo en cuenta una serie de condiciones nacionales e internacionales. No es realista. Eso lo dicen la ultraizquierda y el trotskismo. Esos son los desquiciados, los loquitos de la izquierda. Son los que quieren tomar el Palacio de Invierno y hacer la revolución proletaria. Eso es fácil. Nosotros en la cárcel polemizábamos como ellos y les decíamos “ustedes critican la revolución cubana, lo critican a Fidel, a China, a Rusia; locos, hagan una revolución ustedes, traigan el molde porque hasta ahora no han hecho un carajo, es fácil criticar. Hacé una y decime cómo la quieren”.
No es simple, hay un montón de condicionantes, se está viviendo una generalización de la economía, los bancos te manejan las finanzas internacionales. China tiene sus problemas, Brasil tiene sus problemas.
-¿Cuáles eran sus sueños en esa época de niño repartiendo el periódico del partido, en esos tiempos de adolescente?
-El socialismo era mi sueño.
-Y ¿cómo lo pensaba al socialismo, cómo lo soñaba?
-Pensaba cosas tan simples que no tienen en cuenta los gobernantes ahora. (Pausa) Qué pregunta que te mandaste, Nancy, a una pregunta demoledora te voy a dar una respuesta demoledora pero cierta (se ríe). ¿Qué soñaba?… Comer todos los días, Nancy. Comer fruta, probar chocolate; yo imaginaba que el socialismo iba a tener eso y que lo iba a repartir. Y se puede, un economista liberal reconoce que la Argentina produce alimentos para 450 millones de personas, somos 40. Estamos hablando de índices de pobreza, de indigencia, está mal repartida la cosa.
Y soñar con comer todos los días no se entiende si no se ha vivido. Es como la tortura, es como la cárcel, es como pensar que te van a matar. Son vivencias intransferibles. Me tengo que cuidar a veces, porque a veces uno se cree importante y no es así. Me tengo que cuidar porque sin quererlo veo que me sitúo en un peldaño superior que los políticos que se pelean por un puesto y me cag… de risa.
Pero me tengo que ubicar, a mí me interesa un corno un puesto. Es más, si me hubieran elegido para un puesto, lo más probable es que fuera un mal administrador. Y no es señal de modestia, es la cruda realidad, y no es modestia porque siempre digo que la falsa modestia es la expresión químicamente más pura de la hipocresía.
Pero sí me causa no sé qué la gente que está peleando para ubicarse. Me pongo a pensar y si me ofrecen una secretaría no me da el cuero; no sé como hay tipos que tienen cara de cemento para ocupar una Secretaría sin capacidad. Me parece que vale la pena saber ubicarse.
-¿En qué lugar se estancaron los sueños de esa generación que quería cambiar el mundo?
-Vos hacés preguntas muy difíciles (se ríe). El problema es que toda generación con ideas progresistas siempre se plantea sueños y utopías. Nosotros no pensamos que iba a pasar lo que pasó, subestimamos las fuerzas de la reacción del imperialismo y otros como los Montoneros o el ERP, que tomaron el camino de las armas; polemizamos mucho con ellos, teníamos una formación teórica muy profunda y sabíamos que no era el camino. Para decirlo de una manera más elegante, las condiciones objetivas y subjetivas no estaban dadas para un cambio revolucionario armado, ni siquiera para el propio “Che” en Bolivia.
Era gente muy valiente y los agarraron uno por uno. Nosotros teníamos un partido muy bien organizado. ¿Por qué fracasó eso? Uno sueña, incluso después cuando se producen las revoluciones también fracasan económicamente, fracasan los hombres , pero los principios siguen alumbrándonos. Necesitamos corregir los errores y avanzar sobre lo que necesita la humanidad. De eso se trata.
-¿Qué es hacer una revolución hoy, en este mundo globalizado?
-Me lo he preguntado muchas veces. Hoy, es hacer lo que hicieron en gran medida los jacobinos, los franceses, los bolcheviques. Dejar de lado los errores, pero resolvamos los problemas de la distribución, que es el problema de los problemas.
-Y su opinión sobre el juicio a los militares por La Perla.
-Es un paso muy importante, hay que tener en cuenta que a muchos condenados por crímenes de lesa humanidad los están mandando a casa para que cumplan prisión domiciliaria. Hay que tener mucho cuidado con eso. Es un paso muy importante para que las nuevas generaciones comprendan lo que ha pasado.
-¿Qué sentimientos quedaron en su interior al ver que están condenando a quienes fueron responsables de la tortura y la muerte?
-Es un maremágnum de sentimientos, pero lo que menos me llamó a mí es la venganza. Para nada, a mí me molieron a palos acá en la Jefatura y si me pongo a pensar en ellos, dónde queda mi nieto, mi familia, mi militancia, mi humanismo marxista.
-¿Las personas de su entorno se interesaron por lo que le vivió, durante su encierro, o evitaron hablar del tema?
-Había dos cosas simultáneas, por un lado el querer saber y por otro una aprehensión a preguntar, a no tocar un tema que era horrible. Sabían lo que había pasado yo, y por una cuestión de respeto la gente se cuida por ese sentimiento de discreción.
-¿Y usted necesitaba hablar, necesitaba de alguna manera desahogarse?
-Los primeros tiempos sí, después… (pausa). Vos sos la primera persona que le digo que me pusieron la picana donde me la pusieron. No hay oportunidad, porque uno no tiene ganas de acordarse y la gente no le pregunta.
-Haciendo un repaso del tiempo transcurrido y esas vivencias intransferibles, ¿cuáles fueron las frustraciones principales?
-En realidad no sentí frustraciones. Nosotros teníamos un partido muy organizado, cuando salí de la cárcel pasé a ser secretario del partido acá en Villa María y miembro del comité provincial y seguí adelante con mi actividad partidaria, la panadería siguió andando con mi hermano y mi señora y eso me ayudó a cambiar la situación económicamente, otros compañeros la pasaron muy mal, perdieron todo.
-Usted me dijo que no le importaban un corno los cargos, ¿le ofrecieron cargos o que se postule a alguno?
-Sí, pero lo tomé con poco interés, si alguna vez figuré en una lista, fue de relleno. No tuve interés por lo que te dije, siempre tuve desconfianza a mi desempeño como administrador con responsabilidad pública, así sea modesta. Tal vez magnifiqué mis limitaciones, pero prefiero eso y no lo otro.
Pero siempre estoy en organizaciones. Actualmente estoy en el Partido Solidario, la actividad y la militancia siempre.
-¿Tiene una opinión formada sobre las acusaciones públicas que le hacen a Eduardo Accastello por el tema del Eninder?
-No. Para hablar hay que tener elementos, generalmente se cae en el error que cae mucha gente de opinar emotivamente. Es lo que más nos cuesta a los militantes, es un error en el que caemos todos. Una cosa es un juicio objetivo y otra cosa son expresiones de deseo por juicios emotivos y hay que tener mucho ojo con eso. A todos nos pasa y generalmente son pocas las personas que opinan teniendo elementos. No me puedo prender de las cosas que se dicen porque me faltan elementos y hay que ser respetuoso con la gente que va a leer esto.
Veo las obras que hizo Accastello y si se quedó con el vuelto, como decía Perón, no lo sé. Y es tan difícil porque uno escucha cosas, pero hay que ser un pensador, no guiarse por las simpatías o las antipatías. A mí me parece que somos un poco livianos en los análisis, largamos cosas, tenemos que empezar por nosotros mismos. Preguntarnos ¿qué autoridad tengo yo para hablar sobre fulano o zutano, cuáles son mis pergaminos, cuántos votos saqué, quién me sigue, a quién represento? Yo tengo mucho respeto y he sido coherente desde que nací, pero eso no me da pergaminos para decir que somos dirigentes, es muy complejo ser dirigente, por eso hay muy pocos. Pasa que somos poco modestos, eso le admiré siempre a Pugliese y al padre Farinello, la modestia. No sé por qué a la gente le gusta tanto figurar y opinar, no se darán cuenta de que no son tanto como ellos creen. Vos me hacés preguntas y me hacés pensar, y veo algunos dirigentes que te dan la posta. Creo que tenemos que ser más ecuánimes, respetar más la opinión de los otros y pensar que no somos tan importantes como creemos porque alguien nos aplauda.
Le tengo mucho miedo al halago, han caído grandes estadistas por el halago, el halago ha horadado muchos espíritus.
-Si hoy confecciona un balance de su vida, que debe tener varios hechos, ¿cuáles fueron los momentos más felices, esos que entran en la categoría de inolvidables?
-Hay varios, para un militante como yo fue cuando el Ejército Rojo entró a Berlín y nos libraron de la bestia nazi. Eso es algo que nunca se me va a borrar. Y en lo personal cuando salí de la cárcel y me dije “estoy vivo”, no sé por qué, pero estoy vivo, y hay otras cosas, varios factores que se conjugan. Haber sobrevivido es importante, pero no es todo, lo otro es tener la lucidez mental para poder trasladar las cosas y falta una fundamental, los periodistas, estás vos porque si no, se pierde todo. Tener alguien que ponga el oído y ponga un medio de difusión para contarlas. Soy un afortunado porque hay 30 mil que no lo pudieron hacer y otros que no quieren. Y te cuento todo para que le sirva de algo a la juventud, para que no se vuelva a repetir.
-La última, su sueño hoy…
Viví 80 años y tengo unas ganas de seguir viviendo. Me cuido, soy metódico y digo qué lindo sería vivir unos años más con lucidez para ver cómo está esto y aprender. Porque uno se cree que las conoce todas, que está vuelta de todo, pero permanentemente está aprendiendo y el que no comprende eso, mejor que se dedique a otra cosa. Esto vale para los que están arriba y han metido la pata.
Y tengo un norte, ser coherente y si me equivoco, va a ser para el lado de los pobres. Para los que no poseen los medios de producción.
“Cuando opino de estas cosas lo hago despojado de toda especulación política, sé que muchos políticos, porque la vida lo plantea así, están especulando para salir en la foto. Yo cuando estaba en La Perla, estaba esperando que me vinieran a buscar para liquidarme. ¿Qué especulación política podía hacer?
“Creo que tenemos que ser más ecuánimes, respetar más la opinión de los otros y pensar que no somos tan importantes como creemos porque alguien nos aplauda. Le tengo mucho miedo al halago, han caído grandes estadistas por el halago, el halago ha horadado muchos espíritus”.
“Soñar con comer todos los días no se entiende si no se ha vivido. Es como la tortura, es como la cárcel, es como pensar que te van a matar. Son vivencias intransferibles”.
“Hoy en día en el país no hay cambio progresista, popular sin el peronismo y mucho menos contra el peronismo”.
“Sí, he vivido muchas situaciones extremas que me han hecho dudar de la condición humana. La tortura por placer, cada tipo que tortura es por placer y uno no comprende”.
Opiniones
Mauricio Macri
Es tan simple, hay que escuchar lo que dijo, hizo todo lo contrario. Es un Gobierno de ricos para los ricos. Y no es una opinión mía, estoy señalando hechos. Ese es el drama. Mi opinión es sumamente negativa.
Juan Schiaretti
Siempre me acuerdo cuando fue interventor en Santiago del Estero. Creo que el peronismo, como te decía, tiene en una punta a ciertas personas y en otra punta a otros. Creo que Schiaretti y De la Sota forman parte de lo negativo del peronismo, desgraciadamente, porque hace muchos años que están en el Gobierno.
Martín Gill
Creo que es una de las personas más preparadas desde el punto de vista intelectual de la política de Villa María. El tema es que le toca bailar con la más fea, con un Gobierno de sentido contrario donde la fuente de financiamiento que tuvo la ciudad no la va a tener ahora. Me parecen muy bien todas las obras que se hicieron y creo que a Gill le va a tocar gobernar en un momento más difícil.
Como dirigente político y haciendo un repaso de los intendentes que tuvimos, es el hombre más preparado cultural e intelectualmente, es un intelectual de la política.
Me gusta
La guitarra, por eso me pisaron las manos con los borceguíes, porque sabían que tocaba la guitarra. Me gusta leer, es un vicio la lectura.
Me divierte
Me gustan los humoristas, me gusta el fútbol. Tengo una frase de Carlos Marx, él decía “nada humano me es ajeno” y a mí me gusta el buen vino, los asados.
Me sorprende
Me queda para la sorpresa cuando escucho la “Quinta” o la “Novena sinfonía”, o los solos de guitarra de Yupanqui o Paco de Lucía. ¿Qué preguntas hacés?, me exprimís el cerebro (se ríe). Me llama la atención con qué facilidad se puede engañar a la gente, al pueblo.
Me entristece
Trato de ser alegre, me has dado pie para que pongas una frase que no es mía. Julius Fucik fue un luchador patriota checoslovaco, lo metieron preso y murió en la tortura, pero pudo sacar unas notas que lo ayudaron a sacar a los guardiacárceles. Y esa recopilación es un libro que se llama “Reportaje al pie del patíbulo” y tiene una frase: “He luchado, he vivido y muero por la alegría, que la tristeza no sea jamás atada a mi nombre”. Y esa la hice mía, pase lo que me pase.
Me enoja
Soy de carácter fuerte, como todos mis parientes. A partir de que fui comprendiendo que son más mis carencias, no tengo mucho derecho a enojarme. A veces veo gente que anda puteando y pienso si supiera las que pasé yo. A partir de que fui comprendiendo que son más mis limitaciones que mis virtudes, perdí el derecho de enojarme con los otros. Eso sí, me amargo cuando pierde Boca. No hay nada más subjetivo, parcial e irracional que la opinión de un hincha de fútbol, por eso trato de corregirme.