En el acto de inicio de la obra de la Cámara, se hizo un especial homenaje a la familia Seia, dedicada por tres generaciones a la producción e industrialización de la leche.
El “jefe” de la familia es Héctor “Pocho” Seia, quien recordó que comenzó con un pequeño tambo en el año 43, produciendo unos “30 litros”, que procesaban en una fábrica instalada en su campo.
Ordeñó las primeras décadas a mano y fue un innovador de su tiempo, porque no dudó en aplicar la mecanización. “Del 77 al 94 trabajamos con ordeñadoras. Cuando llegué a hacer las nueve bajadas, me retiré y dejé que los hijos continuaran”.
Con su memoria prodigiosa, está orgulloso de que de aquel inicio con 30 litros, hoy, su hijo Elvio tiene una producción de 5.500 litros mientras que su otro hijo, Gustavo, se encarga de la industrialización.
“También comercializamos nosotros la marca de la familia”, que lleva el nombre de “La Angela”.
Al ser consultado sobre la Cámara de Maduración de Quesos, no dudó en señalar que cree “en el futuro, en el progreso”. “Hay cosas que a mí, con 78 años, ya no me cabe, pero creo que si dejamos el egoísmo de lado, puede andar”, dijo el hombre que no dejó de preocuparse por quién iba a regar el algarrobo que plantaron en el predio de la Cámara, como huella de la historia de los tamberos que forjaron la economía de la región.