Especialistas en Infectología advirtieron sobre el aumento en el verano de casos del llamado «pie de atleta», manchas en la piel y lesiones en codo o ingle causadas por hongos que se generan por el calor y la humedad o el tenor graso de la piel, por lo que recomendaron exhaustivos exámenes micológicos y no automedicarse
Las altas temperaturas, la sudoración y la mala ventilación del cuerpo favorecen la proliferación de hongos que pueden manifestarse con «algunas manchas y lesiones en la piel o en las uñas» y «dependiendo del tipo de lesión y de dónde se ubiquen, se tratará de una especie de hongo en particular», detallaron especialistas del Hospital de Clínicas de Buenos Aires a través de un comunicado.
Precisaron, además, que «cuando aumenta el número de manchitas blancas, ocres o rosadas en espalda, pecho o brazos, aparecen las lesiones, favorecidas por el contenido graso de la piel, el calor y la humedad».
Las zonas que mantienen más calor y humedad y son más propensas a la aparición de hongos son los pliegues en la ingle, debajo de las mamas, el abdomen o entre los dedos y es allí «donde se observan estas enfermedades infecciosas superficiales de la piel y de las mucosas causadas por un hongo», indicaron.
Advirtieron, además, que el cambio de color de las uñas «no sólo es ocasionado por los hongos, puede ser debido a traumatismos por golpes o calzados apretados o a enfermedades como psoriasis, liquen, eczemas o hipotiroidismo».
«Si se notan esos cambios, hay que acudir a un profesional que determine la causa de la lesión antes de iniciar cualquier tratamiento», indicaron.
El pie de atleta es una lesión que puede ser producida por diferentes hongos o por bacterias que por lo general afectan el espacio que está entre el cuarto y el quinto dedo del pie, que es el pliegue más cerrado y mantiene mucho la humedad.
La forma de prevenirlo es «realizando el tratamiento adecuado y manteniendo los espacios interdigitales bien secos», sostuvo Iris Nora Tiraboschi, jefa de la División Infectología del Hospital de Clínicas.
Aunque para su tratamiento depende de la localización, los infectólogos recomendaron no automedicarse y realizarse un examen micológico en esta época del año en la que suelen surgir con facilidad.
«Depende también de cada individuo, sobre todo, tiene que ver con la mayor transpiración, ya que mantener los pies con calzado cerrado puede hacer que haya mayor predisposición», dijo a Télam Pablo Bonvehí, jefe de la sección Infectología del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC) y expresidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
«Es importante que aquellas personas que tengan hongos en los pies usen sus propias toallas y medias o la alfombra del baño», recomendó, y añadió que «lo ideal es que cuando una persona utilice los vestuarios de clubes o donde circule mucha gente, utilice ojotas o sandalias, lo que puede ayudar a prevenir que la persona se contagie».
Además, se recomendó mantener aireado el espacio entre los dedos de los pies, como así también el uso de talco, mientras que para las personas que ya padecieron estas infecciones aconsejaron el uso de cremas con antifúngicos o antimicóticos, que tienen la capacidad de evitar el crecimiento de algunos tipos de hongos o provocar su eliminación.
Es la cuarta causa de muerte a nivel mundial
Más de la mitad de los adultos son desobedientes con la gimnasia
La inactividad física se convirtió en un problema que crece con rapidez y da lugar a una variedad de enfermedades crónicas y complicaciones en la salud, incluyendo obesidad, diabetes y cáncer.
En ese sentido, el Hospital de Clínicas de Buenos Aires advirtió que más del 56% de los adultos no cumple con la actividad física recomendada.
Al aumentar la actividad física, mejora la salud general del paciente y se ha demostrado ser eficaz en el tratamiento y prevención de enfermedades crónicas.
A través de un comunicado de prensa, el centro asistencial dependiente de la Facultad de Medicina de la UBA destacó que incluso con todos los beneficios de la actividad física, en los Estados Unidos y muchos otros países, los niveles de inactividad son alarmantes y eso se conoce actualmente como una «epidemia de inactividad» con enormes costos.
Más de la mitad de los adultos (56%) no cumplían con las recomendaciones de la actividad física suficiente en 2008.
De acuerdo a los últimos datos de riesgos para la salud global de la Organización Mundial de la Salud (2004), después de la hipertensión arterial, la presión, el consumo de tabaco y de la alta glucosa en la sangre, la inactividad física constituye la cuarta causa principal de muerte a nivel mundial, con cerca de 3,3 millones de muertes atribuibles al año.
La evidencia más reciente (2009), utilizando la medida directa, en lugar de datos de la encuesta, muestra que la inactividad física es la principal causa de muerte en Estados Unidos.
Se debe tener en cuenta que los médicos inactivos son menos proclives a proporcionar el asesoramiento de realizar ejercicio a los pacientes y proporcionan menos modelos creíbles para la adopción de comportamientos saludables.
Investigaciones recientes muestran que un bajo nivel de actividad física expone al paciente a un mayor riesgo de morir que el fumar, la obesidad, la hipertensión arterial o el colesterol alto y para los hombres mayores la actividad física regular puede disminuir el riesgo de muerte en un 40% y las personas activas de 80 años tienen un menor riesgo de muerte que las personas inactivas de 60 años.