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«Hoy los psicólogos de Villa María estamos más unidos que nunca»

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«Hoy los psicólogos de Villa María estamos más unidos que nunca»
“Lamentablemente hay mucho más para preocuparse que para festejar”, dijo Arriaga

Con motivo de la reciente celebración del Día del Psicólogo y el Día de la Salud Mental, el presidente del colegio de dicha profesión en Villa María, Pablo Arriaga, se refirió a la realidad local. También habló del cierre del área, que hasta hace tres meses funcionara en Martínez Mendoza 255

“Lamentablemente hay mucho más para preocuparse que para festejar”, dijo Arriaga
“Lamentablemente hay mucho más para preocuparse que para festejar”, dijo Arriaga

El pasado viernes 7 de octubre, trabajadores de la salud, familiares y usuarios marcharon en varias localidades en defensa de la salud mental. La tercera marcha a nivel nacional tuvo una adhesión muy superior a las anteriores. Y es que este año, el Gobierno Nacional a través del Ministerio de Salud oficializó la Resolución 1.003/2016 que derogó la 1.484, aquella que establecía, entre otras cosas, “el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos” en el marco de lo establecido por la nueva Ley de Salud Mental 26.657, la misma que dispone la prohibición de creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicas o privadas”.

En el marco de esta efemérides y de los festejos por el Día del Psicólogo el pasado 13 de octubre, este matutino entrevistó a Pablo Arriaga, presidente del Colegio de Psicólogos de Villa María.

– A juzgar por la convocatoria de la tercera marcha de salud mental, los psicólogos no tienen mucho que festejar en su día ¿no?
-Lamentablemente hay mucho más para preocuparse que para festejar. Yo trato de no ser fatalista y lo que saco en limpio es que en los momentos más difíciles es cuando más nos ayudamos. Antes, desde el colegio, se nos complicaba juntarnos con los colegas. En cambio ahora estamos en contacto permanente, generando cosas, apoyándonos mutuamente. Hoy los psicólogos de Villa María estamos más unidos que nunca.

-¿Qué puede decir de la política de salud mental en la ciudad?
-Que técnicamente ya no existe. Hace tres meses que cerraron el área y es una baja tremenda. Todos los psicólogos estamos consternados.

¿Esta decisión obedece a una cuestión presupuestaria o a un nuevo enfoque sanitario?
-Es lo que tratamos de dilucidar. Los discursos oficiales, tanto de Nación como de Provincia y municipio, dicen que van a profundizar la Ley de Salud Mental. Pero los hechos son diametralmente opuestos al discurso. Y todas las medidas han ido en detrimento de eso que dicen defender. Por eso hubo tanta convocatoria en las marchas de todo el país. No fue sólo en reclamo al desmantelamiento de la salud mental sino que también se pidió la reincorporación de médicos comunitarios, en un programa al cual se le quiso dar de baja. De momento se llegó a un acuerdo, pero hubo una reducción terrible de personal.

-¿Se esperaban semejante medida de cierre de parte del municipio?
-Todo lo contrario. Con decirte que antes del cambio de autoridades, queríamos mejorar las condiciones de contratación de los colegas y conseguir mayores recursos. Porque si bien el área de Salud Mental estaba creada desde hacía diez años, había que hacerla crecer. Y para eso se necesitaba una mayor inversión. Ahora estamos frente a un problema mucho más grave; porque no sólo ya no hay más servicio municipal de Salud Mental en la ciudad sino que las secciones que dependían de ésta, como Inclusión y Adicciones, funcionan de manera desperdigada. Y esto es una contradicción.

-¿Por qué?
-Porque la Ley de Salud Mental habla de trabajar de forma integral, interdisciplinaria e intersectorial. Es decir que tienen que participar los usuarios, los familiares y la comunidad. Y con políticas de dispersión eso es imposible.

-¿Hablaron con los trabajadores que padecieron este cierre?
-Sí, porque una de las funciones del colegio es garantizar los derechos laborales de esos colegas. Es un tema muy delicado porque casi todos están precarizados. Esto quiere decir que son monotributistas crónicos, trabajadores que hace 10 ó 15 años facturan y nunca fueron pasados a planta. Es evidente que esta condición de contratación genera temor por la fragilidad del vínculo laboral.

-¿Es contradictorio que una intendencia kirchnerista deje caer un dispositivo que, hace menos de un año, era su orgullo?
-Sí. Es que a priori parecía que esta gestión tenía coincidencias políticas con la anterior. Pero hubo ciertas decisiones que han ido en detrimento de la salud mental en la ciudad. Se ha perdido no sólo la especificidad en las intervenciones sino un recorrido precioso que costó diez años construir.

-¿Y qué decisión han tomado desde el colegio?

-Nosotros como colegio aún no hemos planteado abiertamente el problema porque tenemos como política empezar a hablar con las autoridades. Queremos interiorizarnos acerca de los fundamentos de estas decisiones y saber hacia dónde quieren ir en el plano sanitario. Pero todavía no nos han concedido ninguna entrevista. Hace unos días, nuestra secretaria general mantuvo una reunión con la legisladora Nora Bedano, que siempre ha tenido gestos de apoyo para con el colegio. Como tenemos más cercanía y afinidad con ella, quisimos buscar un contacto que nos lleve a las actuales autoridades.

-¿Qué pasa hoy con quienes llaman al teléfono de Salud Mental por alguna emergencia?

-Ese es todo un tema, porque se les contesta que allí funciona el Centro de Atención Primaria (CAP) de barrio San Martín. Y según los estamentos de la Organización Mundial de la Salud, los hospitales provinciales deben atender las crisis, mientras que los municipios deben enfocarse en prevención. Pero en las reuniones que hemos tenido con la gente del hospital y el municipio, nos manifestaron que falta recurso humano. No hay ni por asomo un psiquiatra y un psicólogo por cada CAP en la ciudad. Y al no haber sector específico, los pacientes en crisis tendrán que ir al monovalente. Y el único de la zona es el Hospital Vidal Abal de Oliva.

¿Pero esto no va en detrimento de la desmanicomialización?
-Totalmente. Por eso digo que no se entiende que el municipio haya decidido dejar de trabajar en prevención y haya dejado caer una estructura que era referente nacional. Ante una crisis, hoy nos queda ir a Oliva o pagar una salud privada ¿Qué se hace con una persona descompensada en una ciudad sin prevención ni área específica? El espíritu de la nueva ley era evitar la internación, actuando de manera precoz con un equipo especializado. Pero al no estar bien atendido ese primer nivel, los casos van empeorando.

-¿Se puede desmantelar un sistema de salud que es ley? ¿No tenemos derecho los ciudadanos a exigir que esa ley se cumpla?
-Claro que lo tenemos y por eso las movilizaciones. Si bien es el tercer año que se marcha en defensa de la salud mental, vos ves las fotos de este año y la adhesión fue multitudinaria. Y no había sólo médicos sino también usuarios y familiares, lo que es inédito. Vemos que en relación al presente, hace tres años no estábamos tan mal. Hoy se han reducido de forma alarmante los presupuestos de medicación y el recurso humano. Y eso hace que se reduzca la calidad y la variedad del fármaco, acarreando un deterioro del paciente.

-La última, ¿qué importancia tiene la política de Salud Mental de un país?
-Una importancia crucial. Porque detrás de los delitos, las violencias y las adicciones siempre detectamos problemas mentales. Al trabajar como psicólogo en la cárcel, veo que la delincuencia tiene una raíz mucho más profunda en padecimientos psíquicos que en la falta de educación o en las desigualdades sociales como generalmente se pretende. Hay una carga mental que las personas más vulnerables no pueden resolver y que se vuelve malestar. Intentar resolver ese sufrimiento desde la salud mental puede ayudarnos muchísimo en la construcción de una sociedad menos violenta y más solidaria.