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Infertilidad: cuando el diagnóstico correcto reduce la incertidumbre

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Infertilidad: cuando el diagnóstico correcto reduce la incertidumbre
No hay fundamento científico para afirmar que la trombofilia es causa de infertilidad
No hay fundamento científico para afirmar que la trombofilia es causa de infertilidad

Escribe Dr. Fernando Beltramone (*)
MP 22.205 – ME 9.064

La infertilidad afecta del 10% al 15% de las parejas que buscan embarazo. Las causas que la originan son diversas, entre ellas problemas tubarios (trompas de Falopio), endometriosis, adherencias pelvianas post-infecciosas o postoperatorias, trastornos ovulatorios, y trastornos seminales.

La definición de infertilidad ha cambiado con el tiempo, gracias a los nuevos descubrimientos científicos que se han ido suscitando. Sin embargo, en la práctica, comenzamos a utilizar este término cuando la pareja supera el año sin lograr el embarazo. En ese momento es necesario realizar una consulta médica para ver posibles causas que estén generando esta imposibilidad. Pero en caso de personas en edad reproductiva avanzada (más de 35 años), se recomienda iniciar los estudios a los 6 meses de la búsqueda.

En este marco, cada día miles de personas en todo el mundo llegan al consultorio en busca de una solución a este problema, cuya trascendencia a veces va mucho más allá de la imposibilidad en sí de concebir sino que puede generar conflictos relacionales en el matrimonio, sobre todo cuando existe poca claridad en torno a cuáles son las causas que han motivado esta imposibilidad, es decir falta de un diagnóstico adecuado.

En esta entrevista médica se debe realizar una anamnesis (preguntar a los pacientes acerca de su problema y sus antecedentes), además de un examen físico y estudios complementarios. Estos tres pasos son fundamentales, y ninguno de ellos debería ser pasado por alto si es que queremos llegar a buen puerto. La sobretecnificación de la medicina actual a menudo pone más énfasis en los estudios complementarios que en el contacto personal con los pacientes, llevando a una medicina más descarnada.

Hoy nos encontramos con pacientes que vienen a la consulta luego de varios procedimientos de alta complejidad, como fertilización in vitro (FIV), sin lograr los resultados esperados. Pero en realidad, el problema de fondo no es el fracaso del procedimiento, sino que no fueron estudiados en forma completa.

En otras palabras, aunque la indicación del procedimiento pueda ser correcta, si se carece de un diagnóstico preciso es probable que el resultado final no sea el esperado (sólo un 10% de los casos de infertilidad son “sin causa aparente”, lo que significa que, correctamente estudiada, la gran mayoría pueden tener un correcto diagnóstico) ¿En qué influye esto? En que, si se conoce con precisión la causa de una patología, más probable será que la elección del tratamiento sea la adecuada.

A esta altura debemos preguntarnos, entonces: ¿en qué influye tener un correcto diagnóstico si haciendo FIV la gran mayoría de los problemas se resuelve? Las respuestas son por demás concretas:

1.-Si, por ejemplo, una paciente tiene sus trompas ocluidas distalmente (a menudo corregibles con laparoscopía), con un solo procedimiento mínimamente invasivo (corrección laparoscópica) se logran excelentes chances de embarazo, muchas veces sin ninguna necesidad de FIV.

2.-Una paciente que tiene endometriosis no sólo suele presentar infertilidad. Además, dolor pelviano que puede condicionar su calidad de vida y su vida sexual. Un correcto tratamiento laparoscópico – aunque posteriormente pueda terminar necesitando en ocasiones una FIV- suele mejorar su calidad de vida (en cuanto a dolor y vida sexual) y a menudo su posibilidad de embarazo aún con FIV.

3.-Los tratamientos de alta complejidad (FIV e ICSI) no son infalibles, y las tasas de embarazo dependen de la edad de la mujer (una mujer de 40 años no tiene mayores chances que un 20% por transferencia embrionaria). Realizarlos sin un claro diagnóstico condena a esa paciente a seguir sometiéndose a más de estos tratamientos (es difícil volver atrás cuando ya se han realizado tratamientos de alta complejidad, considerados el último recurso), y la sensación de estar expuesta a estos en forma repetida y sin saber exactamente por qué es muy frustrante si no hay éxito.

4.-Por más que muchos insisten en ello, la trombofilia no es causa de infertilidad, y no está demostrado de que sea causa de falla de implantación. Sólo es causa de un 10% de los abortos recurrentes (más de 2 abortos espontáneos).

En nuestro país ha ganado un papel mediático central, sin un sostén científico que lo justifique, indicándose tratamientos carísimos (un tratamiento para trombofilia durante un solo embarazo cuesta igual a 10 fertilizaciones in vitro; esto claramente no es una distribución adecuada de los recursos si no está justificado).

En síntesis, cuando hablamos de salud reproductiva es mucho más importante enfocarnos inicialmente en el diagnóstico que en el tratamiento posterior, cosa que no siempre ocurre. Aunque el paciente llega siempre al consultorio con necesidad de respuestas y tratamientos rápidos, es importante entender los tiempos y concentrarnos en investigar a fondo qué es lo que está impidiendo la concepción, para que una vez que sepamos la causa con claridad, podamos ejecutar el tratamiento con mayores chances de éxito, que para sorpresa del paciente no siempre serán los más complejos o caros, sino los que los pacientes necesiten para concebir.

(*) Especialista en Ginecología y Obstetricia,
en medicina reproductiva y Cirugía Videoasistida