Se trata de Milton Huerva y Cristian Galván, dos convictos primarios que recibieron seis años y ocho meses de prisión tras ser declarados culpables de “robo calificado por uso de arma de fuego”. Están detenidos desde el 11 de agosto de 2015
Dos jóvenes villamarienses fueron condenados ayer en la Cámara del Crimen local, luego de ser hallados culpables de haber perpetrado un asalto a mano armada en un quiosco de barrio Ameghino, de donde se llevaron un magro botín de dinero en efectivo.
Milton Agustín Huerva (19) y Cristian David Galván (27) recibieron sendas penas de seis años y ocho meses de prisión de cumplimiento efectivo tras ser declarados coautores penalmente responsables de “robo calificado por uso de arma de fuego”.
A poco de comenzada la audiencia de debate y tras la lectura de la acusación por parte del secretario Guillermo Picco, Galván admitió ser uno de los autores del hecho (obviamente que no identificó a su cómplice), mientras que Huerva negó rotundamente haber intervenido.
Sin embargo, las pruebas colectadas en el expediente terminaron por incriminar también al más joven de los imputados, para quien el fiscal Francisco Márquez había solicitado una pena de ocho años de prisión al pronunciar su alegato.
Al dictar sentencia, el juez Félix Martínez les impuso a ambos idéntica condena y como se trata de convictos primarios, podrán solicitar la “libertad condicional” cuando completen las dos terceras partes de la misma (algo menos de cuatro años y medio de prisión). Claro que para poder acceder a ese beneficio excarcelatorio deberán observar buena conducta durante todo el período de detención y, en su momento, aprobar una pericia psicológica que acredite que están condiciones de reinsertarse socialmente.
Rostros cubiertos
El hecho por el que tanto Galván como Huerva fueron condenados se produjo alrededor de las 21 del martes 11 de agosto de 2015, cuando ingresaron armados a un quiosco ubicado en calle La Rioja al 1700, casi esquina López y Planes.
Usando cascos para cubrir sus rostros y empuñando un revólver calibre 22, los ladrones amenazaron a las tres mujeres que había en el local: la propietaria Susana Alassia, la empleada Vanesa Pérez y una circunstancial clienta.
En momentos que uno de los malvivientes despojaba de su billetera a la clienta, a quien incluso llegó a golpear, la dueña del quiosco accionó la alarma del negocio y el ensordecedor ruido puso en fuga a los asaltantes, quienes salieron corriendo con un magro botín (430 pesos en efectivo), subieron a la moto Honda Wave en la que habían llegado y se dieron a la fuga.
Las detenciones
Justo cuando emprendían la huida, por el frente del local pasaban en su automóvil particular el oficial Lucas Altamirano (tiempo después se recibió de abogado y ya no integra la fuerza) y su esposa, la cabo Jacqueline Villarruel, quienes también llevaban a la pequeña hija de ambos, por entonces de apenas 11 meses de vida.
Al advertir que dos sujetos abandonaban el quiosco a la carrera, con los cascos puestos, y pese a que el matrimonio se encontraba franco de servicio, no dudaron en intervenir por su condición de policías.
“Estábamos con mi marido y mi beba en nuestro auto particular y de franco”, relató Jacqueline al día siguiente del hecho y agregó: “Cuando los vimos salir corriendo, nos miramos con Lucas y nos dimos cuenta que algo raro pasaba”.
La cabo Villarruel continuó señalando que, luego de frenar, “los dos nos quisimos bajar, pero mi marido me dijo que me quedara con la nena. Cuando lo vi salir corriendo detrás de esas personas, entonces yo también me bajé y dejé a la beba con la dueña del quiosco”.
Instantes después, la pareja logró detener a Galván en calle López y Planes al 450, mientras que Huerva fue apresado minutos más tarde en la esquina de Salta e Independencia por efectivos de la Patrulla Preventiva, al mando del oficial Diego Gallo, el único testigo que declaró ayer en el juicio, ya que el resto de la prueba se incorporó por lectura.
Al emitir sus conclusiones, el fiscal Márquez solicitó una pena de ocho años de prisión para Huerva (también estaba acusado de haber golpeado a la clienta a la que le sustrajo la billetera) y de seis años y ocho meses para Galván.
A su turno, la asesora letrada Silvina Muñoz, defensora de Galván, adhirió al pedido del fiscal, mientras que el abogado Jorge Bustos, representante legal de Huerva, pidió la absolución de su cliente, argumentando que no había elementos de prueba que acreditaran la participación de su defendido en el hecho.
Pruebas en contra
Sin embargo, dos vecinas de Huerva, que declararon durante la instrucción de la causa, dijeron que le habían prestado sus cascos al joven, uno de los cuales (al igual que el revólver calibre 22 que utilizaron en el asalto) estaba en poder de Galván cuando fue detenido por Altamirano y Villarruel.
Finalmente, cabe recordar que al día siguiente del hecho la pareja fue reconocida y distinguida por las autoridades de la Policía de la Provincia de Córdoba a raíz de su actuación profesional y por el compromiso como servidores públicos.