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La alegría de trabajar y estar en familia

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La alegría de trabajar y estar en familia
Oscar Milanesio fue quien vendió la primera pick up Chevrolet del país cuando se volvió a producir en Argentina

Oscar y Santiago Milanesio – Empleados de comercio que comparten la pasión por los autos

Los Milanesio trabajan en la firma Ramonda Motors de Villa María. El hecho de cruzarse y compartir una charla a diario les da felicidad

Santiago no oculta el orgullo hacia su padre, de quien aprendió el ABC del trabajo en las concesionarias

Oscar Juan Milanesio (65) trabaja desde el año 1981 en empresas de automóviles. Ingresó en su juventud a la planta que Renault tiene en Santa Isabel, en Córdoba capital, y desde allí marcó su rumbo laboral hasta la actualidad dentro del mismo rubro.

“Los caminos de la vida”, tal como a él le gusta decir parafraseando la canción, lo llevaron a distintas concesionarias. “En Rosario, cuando Chevrolet volvió a producir en Argentina, vendí la primera pick up”, recordó.

Mientras, sus hijos se criaban viendo a su padre en las concesionarias y hoy, en Ramonda Motors de Villa María, comparte con Santiago (32), su hijo, el mismo lugar de trabajo.

“El era chiquito, te digo, 6 o 7 años, y viajábamos por la ruta 9 de Rosario a Córdoba. En el camino miraba los autos y reconocía las marcas. Cuando yo le preguntaba cómo las reconocía, me contestaba ‘por las llantas’. Es increíble, pero así fue”, recordó.

Alli interviene en la charla Santiago, quien trabaja también en Ramonda como supervisor de plan de ahorro. “A mí me gustó desde chico el tema de los autos. Siempre supe lo que quería hacer: crecer personal y profesionalmente dentro de este rubro”, planteó.

Tal es así que desde muy corta edad (entre los 16 y los 17 años), comenzó a trabajar. “Fui aprendiendo las técnicas que veía de mi viejo, pero también, como las nuevas generaciones tienen otro estilo, traté de adaptarlas a mi forma de ser”, señaló.

Después de algunas experiencias laborales en otros empleos o emprendimientos propios -siempre en el sector del automóvil-, ingresó a Ramonda, donde lleva cinco años de labor.

No solo está a cargo de un sector de ventas importante, sino que también lidera equipos de trabajo. “Me tocó estar al frente de un grupo cuando tenía 22 años. A esa edad por ahí creés que te lo sabés todo y no me fue muy bien. Tuve que empezar de nuevo, aprendiendo de los errores y creo que estamos haciendo un buen trabajo”, señaló.

Su padre lo mira, con orgullo, recordando que desde chico lo llevaba a las concesionarias. “Siempre miraba los autos, charlaba con la gente, con toda la gente. Nunca se fijó en el cargo o en el puesto que tenían”, valoró.

 

Proyectos

Cuando Oscar estudiaba en la universidad la carrera de contador público, pensaba que iba a dedicarse al comercio exterior. “No se dio”, planteó. “Tuve algunas oportunidades dentro de la empresa en la que trabajé antes, pero la vacante no se abría en el momento oportuno”, señaló.

Igual, se ve feliz en su tarea. “Ni loco me jubilaría. El contacto diario con la gente y la capacitación permanente te rejuvenece”, dice, señalando que con la empresa General Motors se realizan cursos permanentemente.

La capacitación es central en su labor. Antes, los autos eran mecánica pura. Hoy, el componente tecnológico es  un aspecto importante. “No solo me adapté, sino que trabajé en proyectos tecnológicos”, señaló, al referirse a los cambios que se produjeron durante su historia laboral.

 

Convivencia

Trabajar en el mismo lugar es algo que los hace felices a los dos. Santiago dijo: “La vorágine que vivimos muchas veces te aleja de la familia. Yo puedo estar muchas horas trabajando, pero tengo a mi padre cerca. No es que estamos todo el día, pero te cruzás, compartís una charlita y eso me alegra mucho”, dijo, rematando la expresión con la siguiente frase: “Estoy orgulloso del padre que tengo”.

Oscar valora también a su hijo: “Siempre le digo que lo que alcanzó es mérito de él”. “En el hogar nosotros no aceptamos que uno tenga que depender de otro, sino que todos tenemos que colaborar. Nos criamos en una cultura sólida basada en la educación y el trabajo”, concluyó.

 

Deuda pendiente

El mundo de los autos no se agota en la concesionaria. A quien le gusta el rugir de motores también le gusta correr . “Santiago siempre me pidió correr en autos, pero nunca se lo cumplí. No sé, es que uno quiere que estén bien y pensaba en su seguridad. Es algo que se lo debo”.