Un ingeniero electrónico y asistente técnico en equipos de navegación por instrumentos, reveló ayer que no fue la primera vez que el tensor de la antena que se erige en una de las cabeceras de la pista del Aeropuerto Ambrosio Taravella, en Córdoba, fue la causa de un accidente, sino que ya había sido motivo de otros siniestros.
Carlos Alberto Vaca, dio cuenta de lo acaecido al declarar ayer en el juicio que lleva adelante el Tribunal Oral Federal 2 de Córdoba por la tragedia ocurrida el 8 de mayo de 2005, en el que perdieron la vida seis de los nueve ocupantes de un avión Piper Navajo (foto), tres de ellos los empresarios Gustavo Ramonda y Hugo Suárez, además de David Ramonda, de 6 años, hijo del primero de los nombrados, todos de Villa María.
Por su parte, el fiscal Federal Maximiliano Hairabedian explicó a una emisora capitalina que “fue importante” la declaración del ingeniero, porque se trata de “un técnico que prestaba servicios en los equipos del aeropuerto”, quien aseguró que antes del fatal episodio de hace una década ya se habían registrado otros percances en los que otros aviones “rozaron o tocaron” el tensor de la antena. “Todo indica que existían antecedentes de incidentes con esa antena que seguía estando en las mismas condiciones cuando sucedió la tragedia”, agregó.
Por el hecho son juzgados el por entonces jefe del Aeropuerto Internacional Córdoba, comodoro Hugo Eduardo Argañaraz (62), quien era observador de superficie de la estación meteorológica, Edgardo Gabriel Mazzieri (45), y el administrador de la empresa Aeropuertos Argentina 2000 SA, Adolfo Spesseche, imputados de “homicidio culposo por inobservancia de los reglamentos o deberes a su cargo, agravado por la pluralidad de víctimas, en concurso real, y lesiones culposas, también agravadas por la pluralidad de víctimas”.