Como con miedo, con temor a represalias, tapándose la boca como el futbolista que dice “muy bien, referí, estoy totalmente de acuerdo con la sanción a mi compañero”, la conducción nacional de la Confederación General del Trabajo (CGT) lanzó ayer una advertencia sobre “el peligro de una escalada de violencia”.
Los integrantes de la conducción inconducente lo hicieron poco después de que apalearan y desalojaran a trabajadores que perdieron su fuente de trabajo, a los que deberían haber defendido antes.
Es decir, lanzaron una advertencia sobre algo que ya había ocurrido y también dijeron que realizarán una medida de fuerza el 22 de agosto, después de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), no vaya a ser cosa que sus jefes políticos vean afectada su imagen antes de la votación.
Las palabras de los “popes”, los integrantes del triunvirato, llegaron tras la represión a los despedidos de PepsiCo. “El diálogo está fracasando”, dijeron después de los palazos y denunciaron el incumplimiento de las promesas electorales de parte de Cambiemos (nótese que “está fracasando” lleva implícito el “está vigente”, en contra de lo que piensan muchas de sus delegaciones del interior del país).
En fin, ante la imposibilidad de mirar hacia otro lado cuando el violento desalojo era televisado, Juan Carlos Schmid advirtió que durante el Plenario Nacional del 28 de julio presentarán un “documento crítico sobre todo lo que está ocurriendo, cuyas razones son el trazado económico que no compartimos ”.
Héctor Daer, por su parte, pidió la pronta normalización de los sindicatos intervenidos, solicitó que “lo que tengan que preguntar que lo hagan civilizadamente”, sin aclarar si se refería a la Justicia o al Poder Ejecutivo, y denunció “el intento de desregular los derechos de los trabajadores y socavar la representación de los dirigentes”.
El tercero, Carlos Acuña, recordó el veto presidencial a la ley antidespidos aprobada por el Congreso, también que el Gobierno “nos convocó, pero luego nos dijo que no había Plan B”…
Ahora, en una jornada en la que los trabajadores pusieron otra vez el lomo, ellos hacen memoria, sacan cuentas y más adelante vemos. Muy civilizados, muy domesticados, para un país en el que el movimiento obrero ha dado ejemplos de tipos realmente jugados por sus iguales, como Agustín Tosco, Atilio López, Raimundo Ongaro, Germán Abdala, Carlos Fuentealba… (y perdón por los olvidos, la lista es tan larga como rica la historia, una historia a la que estos, definitivamente, no pasarán).
Ojalá haya trabajo a la vuelta de la esquina para las 600 mujeres y hombres y que el 20 de junio último fueron como cada día a la empresa multinacional alimenticia PepsiCo Argentina, con más o menos ganas de laburar, y se enteraron que no, que ya no, que la compañía decidió “cesar sus actividades momentáneamente” (a sus productos los está importando ahora desde Chile). Así, cruel en el cartel, la decisión, de puño y letra de Marcelo Baombau, el gerente de la firma, figurante comprobado en más de una decena de sociedades offshore y otrora director de Milkaut junto a Gustavo Lopetegui, esa suerte de mánager económico del Gobierno nacional.
Así de cruel, también, los palazos limpios que se ensuciaron con sangre. Los triunviros no merecen hablar en nombre de laburantes que sí ponen y pondrán seguramente el lomo. Para hablar tapándose la boca, mejor que se callen.
Sergio Vaudagnotto