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La elegante cuna de Mozart

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La elegante cuna de Mozart

INVENTARIO/Austria/Salzburgo

La ciudad prealpina cobija un verdadero tesoro arquitectónico, donde destacan las obras clasicistas y barrocas. Los recuerdos estilo siglo XVIII del genial compositor habitan prósperos en una urbe que respira al ritmo de la música, la cerveza y el buen vivir

Escribe Pepo Garay
ESPECIAL PARA EL DIARIO

1) Pulcro patrimonio: declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el casco histórico de Salzburgo es un canto al pasado, a las añoranzas del ayer. Todo, en ese marco tan elegante e inspirador que tienen las ciudades austríacas, expertas en el cuidado de sus tesoros.

La recorrida por el corazón urbano va dirigida por el río Salzach, que lo divide en dos. A uno y otro lado, las preseas arquitectónicas se reparten por doquier, con fuerte protagonismo del barroco (particularidad que se luce de lleno en los muchos edificios religiosos, testigos de épocas en las que Salzburgo era una de las “capitales católicas” de Europa).

El estilo general se aprecia en la tradicional calle Getreidegasse, en plazas abiertas y callejuelas de tejados y exquisitez, y en las construcciones que monopolizan las bellezas del “barrio de la Catedral”, donde sobresalen la misma catedral (siglo XVII) y sus vastas y preciosas dependencias.

2) Fortaleza modelo y más obras notables: entre las joyas locales, ninguna acapara tantos suspiros como la Fortaleza de Hohensalzburg. Impresionante castillo que domina el centro desde el pequeño cerro Festungsberg (se puede acceder funicular mediante).

Considerada como una de las obras en su tipo mejor conservadas del Viejo Continente, Hohensalzburg puede ser visitada todo el año. Allí, el visitante se da el lujo de recorrer salas comunes, corredores de muros, torres y jardines, al tiempo que aprende sobre la interesante historia de este emblema patrio (cuyos cimientos tienen casi mil años de antigüedad). Además, el lugar regala vistas fantásticas de la ciudad y su entorno pre alpino.

En rigor, la fortaleza encabeza un extenso listado de obras notables, compuesta por ejemplo por el Palacio Residencial, el Palacio Mirabell y sus jardines, el Monasterio de San Pedro, el Palacio Klessheim, el Palacio Leopoldskron y la Iglesia de la Sagrada Trinidad.

3) Recordando a Mozart, con la música clásica a pleno: Salzburgo se enorgullece por ser la cuna de un tal Wolfgang Amadeus Mozart (1756), acaso el músico más aclamado de la historia. De hecho, la urbe es un referente de la música clásica a nivel mundial, albergando cantidad de conciertos y festivales.

El viajero puede seguir los pasos del colosal Mozart visitando su casa natal, lo que incluye un extenso recorrido. La majestuosa vivienda ofrenda un periplo por las espumas del tiempo, de la mano de habitaciones de sueños, mobiliario original y detalles que reflejan cómo era el estilo de vida en la Europa del siglo XVIII.

4) Experiencia cervecera: al hablar de referentes de la cerveza, las guías turísticas citan a Múnich o a Amsterdam, pero no a Salzburgo. Injusta omisión, teniendo en cuenta el fuerte lazo que une a este municipio de 150 mil habitantes con el brebaje hecho a base de lúpulo y cebada. Un amorío que viene desde mediados del siglo XIV, cuando las primeras fábricas austríacas de la popular bebida abrieron sus puertas aquí.

Hoy, una decena de emprendimientos permiten conocer las particularidades del proceso productivo de las deliciosas variedades. Además, la cultura cervecera local se puede apreciar en el desparramo de bares y cantinas que preñan el centro (barnizadas con diálogos en alemán, claro), cálidas durante los fríos inviernos y refrescantes con sus mesas al aire libre durante los veranos.

5) Pueblos y postales alpinas: amén de sus baluartes urbanos, Salzburgo brilla con luz propia gracias a su excelso entorno, de montañas y naturaleza en flor. Pocos kilómetros al sur, son los pre-Alpes austríacos los que despliegan exuberante bellezas, con todo lo que ello implica. Léase: lagos, bosques, caminatas, esquí, deportes extremos, campiñas y un largo etcétera.

Entre los encantadores pueblos de aires medievales que se reparten en las afueras de la ciudad destacan nombres como Eugendorf, Elsbethen, Grödig, Grobmain, Elixhausen, Wals-Siezenheim y Bergheim, por solo citar algunos.