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La envidia puede ser inspiradora y un motivo para mejorar

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La envidia puede ser inspiradora y un motivo para mejorar
Es una práctica que la mayoría de las personas puede sentir

Investigación cordobesa

Así lo confirma un estudio en el que participaron estudiantes de entre 18 y 25 años de la Universidad Nacional de Córdoba. El trabajo es una de las pocas exploraciones a nivel local sobre la temática, que evidencia la existencia de otra forma de envidia

Escribe: María José Villalba
UNCIENCIA

En muchas ocasiones, las personas que nos rodean tienen mejor desempeño que nosotros. Un compañero de equipo puede ser mejor jugando al básquet, un colega puede recibir una promoción que anhelabas o una compañera obtener una mejor calificación. Estas comparaciones ascendentes, a menudo, conducen a la experiencia emocional de la envidia.

La envidia ha sido definida como una práctica hedónicamente desagradable que la mayoría de las personas tiene la capacidad de sentir, aún en diferentes culturas. Se trata de una emoción negativa, caracterizada por el anhelo de que la persona envidiada se vea perjudicada.

Sin embargo, estudios científicos recientes realizados en otros países evidencian la existencia de una envidia cualitativamente distinta, denominada «benigna». En este marco se inscribe la investigación “Envidia benigna y maligna. Experiencia y patrones valorativos, e influencia en la toma de decisiones estratégicas”, que desarrolló Débora Mola para su tesis de la Licenciatura en Psicología.

“La idea fue discutir el posicionamiento clásico que define la envidia como una emoción social siempre negativa”, sostiene Mola y explica que en Argentina aún falta una descripción fiable acerca de los dos tipos de envidia y la bibliografía es escasa, razones por las cuales comenzaron a desarrollar esta línea de trabajo.

“En muchas ocasiones, en nuestro país encontramos expresiones como envidia ‘de la buena’ o envidia ‘sana’, lo cual supone una diferenciación categórica entre las mismas y nos resultó interesante evaluar, entonces, esta emoción en el contexto local”, completa la psicóloga.

En efecto, el estudio evidenció que a nivel local las personas describieron diferentes tipos de envidia cuando reportaron las emociones que experimentaron.

 

Frustración vs. inspiración

La investigación propuso evaluar el contenido experiencial (placer, frustración, inspiración o sentimientos de inferioridad) y el patrón valorativo (cómo se valora esa experiencia, por ejemplo, merecimiento o poder de control de la situación) asociado a los dos tipos de envidia. “La descripción de las experiencias así como el aspecto valorativo, son factores muy importantes a la hora de distinguir las emociones”, indica Débora Mola.

La muestra estuvo compuesta por 54 estudiantes universitarios de entre 18 y 25 años, de ambos sexos, que cursaban en las distintas facultades de la Universidad Nacional de Córdoba. En el estudio se utilizaron dos tipos de escalas psicométricas para medir la tendencia a sentir envidia.

Además, Mola explica que utilizó el método de reconstrucción del día para recabar información sobre la envidia. Así, los participantes indicaron durante 15 días consecutivos si habían experimentado envidia durante la jornada. Si la respuesta era afirmativa debían describir brevemente su experiencia y responder una serie de preguntas respecto a la intensidad, facilidad para recordar dicha experiencia y el contenido de esas experiencias y aspectos valorativos, entre otros.

Algunos de los ítems abordados fueron: “Lo sentí placentero; me sentí inspirado por la persona a la que envidié; me sentí distante de la persona que envidié; lo sentí frustrante; me esforcé por lograr mis objetivos o esperé que le fuera mal a la persona que envidié”.

“En sintonía con los resultados encontrados en otros países -señala Mola-, el estudio evidenció que en el contexto local las personas describieron diferentes tipos de envidia cuando afirmaron haber sentido esta emoción, pero esas envidias tenían diferencias marcadas por las experiencias y la valoración de esas situaciones”.

La investigación demostró que cuando los participantes cordobeses experimentaron envidia maligna se sintieron más distantes de las personas a las que envidiaban y sintieron la experiencia como más frustrante. Mientras que los participantes que experimentaron envidia benigna se sintieron más inspirados por la persona a la que envidiaron y sintieron necesidad de felicitar al envidiado.

En cuanto al aspecto valorativo, el estudio mostró que cuando las personas experimentaban envidia benigna sentían que el evento generador de esa envidia los ayudaría a mejorar. Además, sintieron que tenían mayor poder sobre esa situación y que merecían ese evento que había generado la emoción. “Para decirlo con otras palabras, cuando la persona siente envidia benigna cree que merece sentir eso, mientras que cuando siente envidia maligna piensa que no merece estar pasando por esa situación”, esclarece la investigadora.