
Lúcida, enérgica y con mucha chispa, la cumpleañera, ligada a una familia asociada al mundo del trabajo en la ciudad, abre la puerta de su casa, atiende el teléfono, conversa con entusiasmo, afirma que no le quedó nada en el tintero y que vivió una vida plena

“Comencé el día de una manera muy hermosa ayer, atendiendo a mi tataranieto Santino, de 8 años, que me llamó desde Córdoba por teléfono a la mañana para saludarme por el cumpleaños y mantuvimos un diálogo realmente hermoso. Hay que ver cómo conversa ese chico”, cuenta Teresa con una sonrisa en la boca y los ojos brillantes, como si despidieran chispas.
Santino, por si algo faltaba para alegría de su tatarabuela, cumplió años también ayer.
Es fácil adivinar que ha sido una mujer muy activa, y aún lo es, todo lo que sus flamantes 99 años se lo permiten.
“Todavía lavo las cortinas de mi casa yo misma, a mano. Las pongo en remojo con jabón en polvo, las dejo un buen rato y después las enjuago y las tiendo”.
Sus hijas, que participan de la nota, afirman que aún se hace de comer y no quiere que nadie le cocine.
“La fórmula es trabajar y trabajar. Y tomarse las cosas como vienen, adaptarse a lo que pasa”. Así sintetiza Teresa su filosofía de la vida.
Teresa Fornasero de Pron es madre de 2 hijas, tiene 6 nietos, 13 bisnietos y 2 tataranietos, y está ligada a uno de los apellidos ya tradicionales en la ciudad en lo que a empresas familiares se refiere: la recordada fábrica de radiadores Pron y Fornasero.
Procedente de Rafaela se instaló junto a su marido y su primera hija en Villa María en 1944.
“Eran épocas de finales de la Segunda Guerra Mundial, donde faltaba de todo. Nosotros nos vinimos a probar suerte a Villa María por consejo de un villamariense que se había ido a vivir a Rafaela. La verdad es que estábamos económicamente no muy bien, veníamos corriendo la liebre, pero con esfuerzo y trabajo logramos salir adelante. Siempre me acuerdo que un día estaba lavando los vidrios y se acercó un vecino y me preguntó qué veníamos a poner. Le dije que una fábrica de radiadores y me contestó que acá se habían fundido todos…”, el recuerdo la hace sonreír. “Mi marido me daba cierta cantidad de dinero y me preguntaba si me alcanzaba. Siempre me alcanzaba. Ministro de Economía como yo no había”.
Teresa prefiere no hablar del pasado, sin embargo: “No hablo de cosas viejas”, dice.
Sus hijas aseguran que siempre fue dueña de un carácter fuerte y jovial, que incluso sus amigos todavía la visitan.
“Soy una persona agradecida de todo. A veces estuve bien, otras veces no la pasamos tan bien, pero siempre tomé las cosas como venían y me adapté, sin quejarme. Todos mis nietos son profesionales y mis bisnietos están estudiando. Y yo he podido viajar, conocer toda la Argentina y el extranjero. La verdad es que no me queda nada en el tintero y he vivido una vida plena. Nunca quise resaltar en nada, me supe adaptar a las circunstancias y siempre he gozado de buena salud, hasta hoy”.
-¿Un deseo?
“Lo único que pido es que la Argentina ande bien, porque hoy no estamos bien. Nada más que eso”, pide Teresa.
Aunque afirma que no quiere festejar, recibe saludos telefónicos, masas finas, flores y amigos que de todos modos insisten en celebrarle los 99.