
Tremendo y potente fue el show de La Renga en Córdoba. Unas 40 mil personas vibraron gracias a una noche donde el Mario Alberto Kempes, se vistió de fiesta

Escribe: Juan José Coronell (Especial para EL DIARIO)
Desde temprano en Córdoba, las remeras de La Renga fueron adueñándose del centro y de una Plaza San Martín, que para las 17 ya contaba con cientos de fanáticos que llenaban colectivos. Alguien que no era del lugar se quejaba del precio del pasaje, una mujer le responde: “Hoy no importa nada de lo malo que está pasando en el país, hoy vamos a ver a La Renga”. Y eso parece ser una máxima inquebrantable.
Estos recitales son los mejores para tratar de entender tanta pasión, por más que siempre nos quedemos con las ganas. Hay que ir temprano para hablar con el vendedor que no sabe cómo, pero entrará; para escuchar a la gente cantando cuando se toca la bocina; para que exploten cuando ven aparecer el estadio; para observar a la vera de la calle, dos, cuatro, ocho, diez, veinte, más de cien colectivos. El lugar con banderas de todos los colores y todas las leyendas, que sirven para amucharse y enfrentar el frío, aunque la mayoría prefiera hacerlo con fernet, cantando y caminando todos juntos como en una procesión sin fin… Que no tiene final.
Las razones que la razón no entiende
Al entrar al Kempes se siente la emoción, las ganas de verlos luego de suspensiones de shows -por parte de las autoridades- en San Pedro y en La Plata. Los fanáticos esperando el momento justo, que llegó a las 21.48, fueron escuchando y regalando aplausos a las bandas que pasaron: Astenia y GTX, de Córdoba, y Huaykil de San Juan.
Cerca de las 22, cuando se apagó la luz, se encendieron los miles que estaban allí. “Uh, ¿Adónde está mi hogar?”, cantaba Chizzo, para abrir la noche con Nómades, y para entender que la respuesta de los que estaban abajo, era “en cualquier lugar donde toquen”.
Corazón fugitivo, otro tema de Pesados Vestigios, continuó la lista y los pogos que se fueron armando. Hasta que el líder pidió disculpas a los que tuvieron que devolver las entradas para el show de San Pedro y dejó un mensaje a las autoridades de La Plata: “Que nos den bola, que nos den un permiso para tocar en ese estadio tan lindo que tienen y no sólo lo tienen que disfrutar las bandas de afuera. Gracias, Córdoba, se nota que son tierra de rock.
La lista continuó con un mix de temas más viejos, como Almohada de piedra, En el baldío (generadores de los primeros grandes pogos); y de los últimos con videos que homenajearon en el tema Pole a Víctor Poleri (actor de muchos videoclips y responsable del lugar donde la banda comenzó a hacerse conocida: Galpón del Sur) y en San Miguel a Miguel Ramírez quien falleció luego de la bengala en aquel show en el autódromo de La Plata. Resonaba: “Siempre habrá pintada una bandera /con los colores que hiciste vivir, mientras” mientras se movían y leían banderas desde todas partes del país y del Uruguay.
En una noche de emociones, «Locura» Dilelio, uno de los fundadores de La Renga, se llevó los mayores aplausos luego de su reciente fallecimiento y la canción El juicio del ganso. Además estuvo cerca del final Rubén Patagonia, para cantar Lo frágil de la locura.
Estalla, A la carga mi rocanrol, Reite, Vende Patria Clon, fueron varios de los éxitos que se enumeraron en una lista larga, de un show que duró hasta las 00.30 del domingo. Que terminó la primera parte con La razón que te demora y El final es en donde partí.
Luego de un intervalo, Motorock, Buseca y vino tinto, El viento que todo empuja y el gran final con Hablando de la libertad cerraron la noche. Todos bailando, saltando, disfrutando, haciéndose eco de una frase que resonaba “Y morir queriendo ser libre, encontrar mi lado salvaje”. Entonces volvía a la memoria, que en la mitad del show, unos videos alusivos al origen de todo, acompañaban la mejor forma de definir lo que se vive cada vez que “Tete”, “Chizzo”, “Tanque” y Manuel toquen (y generen tanto sonido y tanta fuerza que hasta intimida):
Ya se juntan en el canto y se empiezan a encender,
se vienen de todas partes, hoy vienen todos a ver
cómo desde la chispeante luz interior
se desata la furia de la bestia rock.