Entrevista a Pedro Rodríguez – Cuenta por qué viene llenando sus veladas sabatinas en Taurus
Esta tarde, desde las 18, el licenciado Pedro Rodríguez brindará su octavo encuentro bajo el título “Dependencia emocional, cómo olvidar a un ex” en bulevar Vélez Sarsfield 1170.
–Has llegado a brindar siete charlas con localidades agotadas en casi todas las veladas. ¿Cuál creés que sea la clave de dicha repercusión?
-La gente tiene avidez de saber, de conocer. Como decía Galeano: “Estamos hechos de historias”, historias que nos anteceden, y que nos moldean. ¿Pero cómo es esto que el pasado moldea nuestro presente? Porque es noble decirlo: no siempre actuamos tan libremente como creemos y es necesario saber desde qué lugar elegimos lo que elegimos. Fijate que habíamos pactado hacer cuatro encuentros y la aceptación del público hace que ya vayamos por la octava charla, siempre con temas diferentes. La idea es un café con un poco de reflexión.
–¿En cuál de todos los temas abordados tuviste más espectadores que te consultaron durante o después de la velada por cuestiones personales?
-Cada tema tiene su propio recorrido. Por ejemplo «Autoestima, culpas y miedos» fue una de las más convocantes. No solo que se agotaron las entradas, sino que fue mucha la gente que no pudo entrar y sugirieron repetir la charla. Y se entiende porque hay mucho padecimiento por el tema de la baja autoestima. La autoestima es la opinión que nosotros tenemos de nosotros mismos. Es una fuerza impulsora que se argumenta en la autoconfianza, también de otras cosas, pero básicamente en la confianza propia y la baja autoestima es cuando no nos permitimos vivir con intensidad las cosas que nos pasan. En tanto que la culpa, sin entrar en planteos filosóficos, es cuando nos sentimos mal porque nos va bien.
Hay gente que circula por el mundo no permitiéndose disfrutar. Si hasta suelen decir: «Me está yendo muy bien, seguramente algo malo va a pasar», y esta manera de pensar es autodeterminante. El miedo es básicamente aquello que no nos deja hacer y aquí vale aclarar: «No existe el miedo a lo desconocido», no es posible temer a lo que no conocemos, cada vez que sentimos miedo es porque hay algún antecedente de lo que siento. El miedo posee la espalda blindada, por eso hay que enfrentarlo y desarticularlo, porque ese miedo me está diciendo algo que tiene que ver con mi pasado. Es cierto que el miedo a veces nos permite actuar con cautela, pero lo más seguro sería que actuáramos siempre con cautela y no solo como consecuencia del miedo.
El tema «Celos, infidelidad y mentiras” también agotó entradas, y si bien hubo mucha participación quedó en segundo lugar en cuanto a consultas poscharla. Estos encuentros buscan la interactividad, fuera de todo tecnicismo, desde un lenguaje ameno. Por ejemplo, expliqué que el celoso en extremo (celopatía), quiere saber todo lo que el otro hizo y no hizo, a sabiendas que cualquier tipo de respuestas jamás lo va a calmar. Y poníamos el acento en esta pregunta hacia un celoso: ¿para qué querés estar con alguien que se quiere ir? Allí la gente se ríe y logra entender ciertas cosas. Lo central es que sus ideas celosas no tienen fundamento, y que si persisten entonces es necesario que acuda a un terapeuta.
–¿Para este tipo de presentaciones has tomado como modelos de charlas a colegas como Gabriel Rolón, Jorge Bucay o Pilar Sordo?
-En esto todos tomamos cosas de todos, cada cual le da su impronta. Por eso la originalidad siempre es a medias. En lo particular me gusta el estilo didáctico de Bucay y de Walter Risso, pero indudablemente que todos tomamos conceptos de Freud, de Jiddu Krishnamurti, de la filosofía griega, de Deepak Chopra, de las muchas corrientes no solo psicológicas, sino también filosóficas.
–¿En estas épocas de crisis económicas aumentan las consultas por problemáticas personales, de parejas o familiares o no son correlativas?
-La economía entra a todos los lugares, las parejas también sucumben a los desórdenes de las relaciones por las crisis económicas. Claro que no debería ser así, pero hablemos de realidades y no de idealismos. Cuando las cosas no salen como uno quiere por cuestiones de plata, los roces germinan en peleas que socavan los vínculos, porque lo que se patentiza es la «impotencia de no poder». En esta sociedad en la que la mujer viene ganando lugares, todavía hay resabios machistas importantes. Fijate que el hombre en líneas generales se hace más fuerte por fuera, pero es más débil por dentro. Y en esta situación cuando no alcanza los logros que se propone, se quiebra. Allí aparecen el estrés, los ACV y todo tipo de patologías que atacan su autoestima, generando miedos e impotencias. Y claro está que esto genera consultas: un hombre que pierde su trabajo, o que el dinero no le alcanza para la subsistencia, tiene que atravesar toda su historia de hombre “proveedor” para ubicarse en un rol de «compañerismo” con su pareja y la mayor de las veces no está preparado para hacerlo.
–¿Solés recomendar a las personas que hagan psicoanálisis o también aceptás terapias alternativas?
-El psicoanálisis es una corriente más dentro de otras, como el cognitivismo, la Gestalt, terapias de grupo. No todos los pacientes se sienten cómodos con una línea de trabajo, ni todas las patologías pueden abordar cualquier desorden emocional, o de conducta, o autoconocimiento. Cuando una ciencia quiere explicar todo, entonces algo del orden de la soberbia está infectando a ese proceder. Han aparecido muchas líneas y cada cual hace su aporte. Solo hay que tener en cuenta que debe haber una validación científica y entender que el proceso de la cura no es solo explicar (racionalizar), sino el de aportar un pronóstico. Esto requiere de saber con qué herramientas se cuenta para llevar a cabo el proceso de sanación.