Escribe: Iván Wielikosielek
El violinista y la pianista se presentan mañana a las 20.30 en el Conservatorio Felipe Boero. Tocarán la Sonata 5 de Beethoven (“Primavera”) y harán una versión inédita de “Las Cuatro Estaciones”, proyectando en una pantalla las instrucciones “cinematográficas” que Vivaldi dejó escritas en la partitura
Las gotas de lluvia cayendo sobre los charcos del otoño, las moscas zumbando en una improvisada siesta de verano, el ladrido de los perros a lo lejos contra el cielo helado del invierno y, sobre todas las cosas, el fabuloso estallido de la primavera hecho partitura para las cuerdas más sensibles del diapasón humano, saldrán mañana a la noche del piano de Liliana Camana y del violín de Fabricio Valvasori; como una explosiva suelta de palomas que partieron hace 290 años del Hemisferio Norte y ahora cruzan por el cielo del Hemisferio Sur. Cometa musical salido de la Italia Barroca a esta Argentina Posmoderna y a esta pampa desnuda que, a partir de mañana, ya no estará tan desnuda porque empieza a recibir la primavera.
Ensayo en flor mayor
Estamos en la sala del conservatorio Felipe Boero y tras un exhaustivo ensayo del “Otoño” con rigor de recital, se escucha el aplauso de un reducido público entusiasta. Fabricio y Liliana saludan y sonríen y tras algunos ajustes y un nuevo repaso al “episodio de caza” (habría que imaginarse a Vivaldi transcribiendo los escopetazos a una liebre), hacen un alto para la nota. Entonces les pregunto cómo es que dos de los músicos más brillantes de esta ciudad decidieron tocar juntos por primera vez.
“Hacía rato que quería tocar con Liliana -comenta Fabricio- pero la idea de esta obra surgió en enero. Así que por esos días, con mi novia Alejandra pasábamos frente a la casa de Lili, tocamos el timbre y le preguntamos, sin mucho preámbulo, si este año hacíamos algo. Y ella me dijo “sí” de forma instantánea”.
En cuanto a su aceptación, Liliana señala que “desde 2007 que no me presentaba en público con un repertorio de música clásica, y aunque el año pasado tuve un intento de regreso al hacer unos conciertos en mi casa, en el fondo eran sesiones casi privadas para amigos y conocidos”.
-Sin embargo, sos la pianista del trío local “La Vituré”…
Liliana: -Sí, claro, pero no es lo mismo. Me pareció muy bueno volver a tocar música clásica en un lugar tan querido como el Conservatorio para un público masivo y con un músico de la calidad de Fabricio. Y hacer esta obra es un verdadero desafío para los dos.
-¿Por qué eligieron las cuatro estaciones?
Fabricio: -Fue una inquietud mía, la de ponerme a prueba con esta obra que había intentado otras veces y a la que nunca había podido traspasar su barrera técnica. Lo curioso es que antes no había conseguido el texto completo. Y este año, cuando lo tuve en la mano, lo estudié no sólo desde la técnica clásica, sino desde la impronta personal, tratando de imitar los sonidos de los pájaros o las moscas que la partitura va sugiriendo.
-¿Son licencias que vos te tomás o el texto da pie a la imaginación del violinista?
Fabricio: -El texto está lleno de colores y sugiere sonidos todo el tiempo, amén de los que aparecen anotados. En las versiones que escuché en vivo o por Internet, algunos violinistas aceptan esas licencias y ponen, por ejemplo, un sonido de las cuerdas más metálicas en el “Invierno”, pero dejan de lado la inmensa mayoría de posibilidades sonoras.
-¿Cómo es esto?
Fabricio: -Vivaldi quiso imitar en su obra toda la naturaleza y hay sonidos que están tan bien escritos que salen solos, como el del “cucú”. Pero otros, como el jilguero y las palomas, son muy difíciles de anotar en un pentagrama. Así que me puse en youtube y salí a caminar por la costanera. Escuchar los pájaros en vivo me ayudó muchísimo.
-La obra de Vivaldi está escrita para cuerdas. ¿Cómo fue adaptar toda una orquesta de acompañamiento al sonido del piano?
Liliana: -Muy complicado y a la vez muy hermoso por el desafío estético que representó. Pensá que para remplazar los chelos, contrabajos y violas, ¡teníamos nada más que un piano! Y tuvimos que armar entre los dos un arreglo muy personal. En los movimientos más lentos, por ejemplo, las cuerdas tocan notas muy largas y tuve que inventar un modo de “sostenerlas” con mi instrumento. También traté de rellenar las partes explosivas de la caza, pero también las pequeñas, como las gotitas de lluvia con el martillo del piano.
-Respecto a las anotaciones de la obra, ustedes harán una innovación muy importante…
Fabricio: -Sí, porque Vivaldi dejó en cada sección una descripción casi cinematográfica del fenómeno natural que describía. Y nosotros, mientras toquemos la obra, vamos a proyectar en un Power Point esas instrucciones que ayudarán mucho al público. Hasta donde sé, esta modalidad no se ha hecho en ningún lado todavía.
-¿Podría decirse que el de ustedes será un concierto “interactivo”?
Fabricio: -¡Totalmente! ¡Pero no por nosotros, sino por las instrucciones de Vivaldi! Algunos van a venir a un concierto, otros al cine, otros al teatro… Esta obra es tan amplia que trasciende los géneros. Alejandra Longo ha hecho la parte digital y hará coincidir desde la computadora las descripciones con la interpretación. Ella es nuestro tercer músico…
-¿Cómo explicás una música “en estéreo” escrita hace tres siglos?
Fabricio: -Es que después de haber escrito 12 óperas, Vivaldi siguió poniendo personajes en escena, sólo que esta vez lo hizo a través del violín. El tenía una visión tridimensional permanente de la música, con muchos planos sonoros y estéticos al mismo tiempo. Es una visión casi cinematográfica, como si hubiera hecho una película cuya pantalla es la sensibilidad personal de cada espectador. Y hacia esa pantalla proyectaremos todo nuestro concierto.
Un lujo de la ciudad
En un dream team de la música clásica local, los nombres de Fabricio Valvasori y Liliana Camana brillan como estrellas de primera magnitud, a tal punto que ambos serían un número de lujo en cualquier escenario argentino. Formados entre nuestra ciudad, Córdoba y Europa, esta es una biografía condensada de los intérpretes villamarienses.
Tras recibirse de profesora en el Conservatorio Felipe Boero, Liliana partió a estudiar piano a Córdoba. Luego de tres años intensivos, su profesora Lidia Mazzieri le recomienda al maestro italiano Carlo Bruno (pianista, compositor y fundador del Cuarteto Beethoven), quien la acepta en su selecto grupo de la Escuela Napolitana. Liliana permanecerá 12 años en Italia, donde será distinguida con el primer premio en el Concurso Pianístico “Le Gravine”, de Taranto, en 1999 y el segundo en el Concurso Pianístico “Vietri sul mare” de Salerno, en el año 2000, entre otros.
Fabricio, por su parte, inició sus estudios de violín a los 5 años con maestros repartidos entre esta Villa (sus padres, Hilario Valvasori y Graciela García), Córdoba (Odina Lestani y el escocés Finlay Ferguson), Buenos Aires (con Szymsia Bajour) y Alemania (con Ingeborg Schërer). Desde 2003 es profesor de violín del Conservatorio Felipe Boero y desde 2009 director de su Orquesta de Cámara. El año pasado y producto de una década de investigación, Fabricio publica su monumental “Iniciación a la Música a través del violín. Una guía posible para profesores y alumnos”.
La entrada al concierto tiene un valor de treinta pesos ($30) “Un regalo -me dice Fabricio-, pero lo que queremos es que venga gente de todos lados y por eso el precio es tan accesible”. Acto seguido, el músico me pasa su teléfono para que los interesados puedan comprarla o encargarla: (0353) 155-630303. El auditorio del Conservatorio cuenta con 240 localidades, de las cuales una tercera parte ya está vendida.