INFORME – La floreciente economía de la influencia en Internet
La compraventa de seguidores, “me gusta” o “likes” es un negocio a nivel mundial al que acceden desde famosos, hasta políticos, deportistas y desconocidos
Desde hace tiempo, París y Los Angeles se disputan, por todos los medios, ser sede de los Juegos Olímpicos de 2024. Tiempo atrás, en un solo mes, la página de Facebook a favor de la candidatura norteamericana superó el millón de fans. Lo particular es que buena parte de sus 700 mil nuevos seguidores se sumó en pocos días y en su mayoría eran usuarios de Bangladesh, Nepal, Egipto y Afganistán. Esta particular situación fue puesta de relieve en un informe elaborado por Socialbakers, firma especializada en estudios de marketing online, que concluyó que “este crecimiento repentino de fans en Facebook era sospechoso”.
La compra de seguidores en las redes sociales es una práctica cada vez más extendida y, aunque prohibida, está fuera de control. De hecho, basta hacer una rápida búsqueda para encontrar numerosas páginas y sitios de e-commerce, como Mercado Libre, que venden “likes” para Facebook; seguidores para Twitter o visitas a un canal de YouTube. El interesado argentino en comprar “likes” puede elegir entre diversos combos, a partir de $250, y hasta pagar sus nuevos seguidores en cuotas.
Las páginas que ofrecen estos servicios crean identidades digitales falsas -los llamados bots- a través de un programa informático. Los perfiles también pueden pertenecer a personas reales de cualquier parte del mundo que se prestan a ello a cambio de pequeños regalos.
Hay servicios que se contratan a través de la web de estas empresas. Se añade el nombre de la cuenta de la marca o la URL de la foto o video que se quiera promocionar, se escoge la cantidad de likes y se paga online. El resultado se verá en tres días máximo. En Estados Unidos venden desde 500 “me gusta” a 20 dólares hasta 25.000 a 600 dólares.
Estas cuentas son monedas falsas en la floreciente economía de la influencia en Internet, que toca prácticamente cualquier industria en la que una audiencia masiva -o la ilusión de que la hay- pueda ser monetizada.
Según algunos cálculos, hasta 48 millones de los usuarios activos de Twitter, casi el 15%, son cuentas automatizadas diseñadas para simular ser personas reales, aunque la compañía afirma que ese número es mucho menor.
Por su parte, aunque Facebook no tiene números oficiales actuales sobre fakes, en un comunicado dirigido a sus inversores a principios de 2014 estimó que “entre el 5,5% y el 11,2% de nuestros usuarios activos mensuales podrían ser falsos”. O sea que entre 67 y 137 millones de perfiles de Facebook, según admite la misma red, son duplicados o -directamente- falsificados. En el caso de Instagram el 8% de los perfiles de usuario tienen bots detrás.
¿Para qué los quieren? Una empresa que vincula a los influenciadores con las marcas indicó que alguien con 100.000 seguidores puede ganar hasta $2.000 por un solo tuit promocionado, mientras que alguien con un millón de seguidores podría cobrar hasta $20.000.
Un caso paradigmático
“La fábrica de seguidores”. Así tituló el prestigioso diario estadounidense The New York Times un reportaje en el cual destapan el millonario y oscuro negocio de la empresa Devumi.
La investigación periodística dio cuenta que la polémica compañía ha recaudado millones de dólares en el mercado global del fraude en las redes sociales.
El negocio de Devumi es vender seguidores de Twitter y retuits a celebridades, empresarios, deportistas y cualquier persona que quiera ser más popular o ejercer influencia en internet. Usando un conjunto de más de 3,5 millones de cuentas automatizadas -cada una de ellas vendida muchas veces-, la firma le ha proporcionado a sus clientes más de 200 millones de seguidores en Twitter.
El mayor problema de este fraude, según reveló la investigación, es que muchas de las cuentas muestran el patrón de una especie de robo de identidad a gran escala. Al menos 55 mil cuentas de la empresa aludida usan los nombres, fotos de perfil, lugares de origen y otros detalles personales de usuarios reales de Twitter, incluso menores de edad.
En tan solo unos años, Devumi vendió alrededor de 200 millones de seguidores de Twitter a por lo menos 39.000 clientes, lo que representa un tercio o más de los 6 millones de dólares en ventas durante ese período.