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La montaña, el dique y la paz

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La montaña, el dique y la paz

DESTINOS/Córdoba/Las Rabonas

Escribe Pepo Garay ESPECIAL PARA EL DIARIO

Bohemia y tranquila, la pequeña aldea invita al relax, de cara a las Sierras Grandes y al Dique La Viña. Las ventajas de su ubicación privilegiada, punto estratégico para recorrer el Valle de Traslasierra

 

En un rincón de las sierras, donde arden las estrellas”, canta “Chizzo” Nápoli. Ignoramos si el líder de La Renga habrá estado pensando en Las Rabonas cuando escribió aquello, aunque no sería descabellado pensar que así fue. Y es que arden los astros en los cielos diáfanos del pueblito del Valle de Traslasierra. Arden brillando, como en pocos lados, rodeados de la esencia pura de montaña de nuestra querida Córdoba.

Pero no es solo eso lo que destaca de la aldea, refugio de naturaleza y de días donde el reloj está ausente. Lo ignoramos al tic tac en medio de las callecitas de tierra que suben buscando las cercanías con el Champaquí (hacia el sur), del ambiente descontracturado y bohemio que brota de sus 900 y pico de habitantes, de las arboledas que engendran sombras de deleite y de las vistas a la cadena de las Sierras Grandes, que aquí se lucen de veras.

Todo, en una ubicación privilegiada, que brinda rápido acceso a otros referentes de la región, como los vecinos Nono, Mina Clavero, Villa las Rosas o el mismo Dique La Viña, ilustre compañero de andanzas de Las Rabonas.

La apacible localidad está ubicada en las mejores tierras del circuito más característico del valle. El que protagoniza la ruta Provincial 14, que entre curvas y pequeñas subidas y bajadas, conecta a Mina Clavero con La Tapias primero, y luego con Luyaba, más al sur, en los confines provinciales (cerquita de Merlo, San Luis).

 

Tirar una rabona

Desde su living favorecido, Las Rabonas pareciera, justamente, tirarle una rabona a las prisas y a la locura posmoderna. Lanza el celular, el WhatsApp y el Facebook al olvido, y presenta un plano ideal para ensanchar los sentidos. Ayudan en el objetivo los algarrobos, los quebrachos, los talas, los espinillos, una veintena de cabañas y un puñado de hosterías, campings, almacenes, y restaurantes. El resto es disfrutar del cuadro, del aire puro, de las postales montañosas. Y claro, de los cielos estrellados.

Ungido de esos ideales, el viajero se dispone a visitar los distintos centros culturales y ecológicos que echaron raíces en el lugar. Son varios, y ofrecen talleres de pintura, escultura, cerámica y yoga, y la posibilidad de aprender sobre prácticas sustentables, como el sembrar y cosechar nuestros propios alimentos y hierbas aromáticas.

Además, uno de los emprendimientos convida con senderos entre los montes que se conectan con arroyos y manantiales, las laderas y las Sierras Grandes.

En la plenitud del verano, sumamente atractiva resulta la propuesta de acercarse al Dique La Viña a través de la llamada “Cola del Dique”, que ostenta sectores para inyectarse más naturaleza y darse un buen chapuzón. También se pueden practicar deportes náuticos y pescar (los peces más buscados son los pejerreyes).

Para llegar al corazón del espejo de agua, su inmenso paredón (tiene 107 metros de alto, el más grande en su tipo de Argentina) y su central hidroeléctrica, hará falta recorrer unos 12 kilómetros de asfalto (previo paso al sur por el compañero y también bello Los Hornillos, y Quebrada de los Pozos).

 

Cómo llegar

Las Rabonas se encuentra 300 kilómetros al oeste de Villa María. El modo más corto para llegar, incluye tomar el Camino de las Altas Cumbres (al que se accede vía Villa Carlos Paz o Alta Gracia) y  saludar las afueras de Mina Clavero. Desde la cabecera del valle, se toma la ruta provincial 14 con rumbo sur durante unos 15 kilómetros, pasando primero por Arroyo de Los Patos y Nono.