Escribe: Dra. Iris Rodríguez
Especialista en Laringología y Voz
La voz es una función del organismo a la que hay que prestar atención y cuidar tanto como al resto del cuerpo. Es vehículo del habla, del pensamiento, de las emociones y refleja el estado de salud físico y mental.
Aquel que la pierde, aun por un corto período, puede darse cuenta de la dimensión que esa merma tiene en su vida. El impacto de esta situación en la esfera emocional, social, física y laboral lleva a la ciencia y a la Medicina a ocuparse del tema.
Disfonía es el término que engloba cualquier tipo de alteración de la voz. Actualmente, diagnosticamos numerosos problemas vocales ocasionados por mal uso y abuso de la voz, por el esfuerzo que requiere hablar en el elevado ruido ambiental que padecemos, la inadecuada climatización de los lugares de trabajo, los hábitos tóxicos (tabaco, consumo de alcohol y/o sustancias adictivas), mala alimentación y, sobre todo, la demanda vocal sin preparación previa en las personas que usan la voz como herramienta de trabajo.
Es común que las personas piensen que «estar ronco» no es un problema de salud y ante la pregunta del médico «¿desde cuándo está disfónico?», exprese: «Mi voz es así «o «todos en mi familia somos roncos», restándole importancia. Ese comentario está diciendo de la existencia de un posible trastorno vocal hereditario o un nocivo uso familiar de la voz sin que nadie se haya dado cuenta.
Un trastorno muy común es el relacionado con el abuso vocal o con el mal uso de la voz, a causa de una mala técnica fonatoria.
La unión de ambos factores puede ocasionar la aparición de edema en la mucosa de las cuerdas vocales y otras lesiones orgánicas, como nódulos, pólipos, quistes, hemorragias. También es habitual diagnosticar disfonías asociadas al reflujo gastroesofágico (RGE). En estos casos, el contenido que asciende de la cavidad gástrica y el esófago afecta a toda la laringe y, en especial, a las cuerdas vocales por lo que será necesario la participación de un gastroenterólogo.
Es difícil saber cuál es la capacidad fonatoria normal de una persona, pero, en promedio, está en dos horas diarias para la voz cantada y cuatro horas para la hablada. Por encima de ese tiempo hace falta tener una técnica depurada para no lesionarse la voz.
En síntesis, una voz disfónica no es normal, está denunciando una alteración en alguna parte de su producción. Una disfonía que persiste por más de 15 días debe examinarse y si se trabaja con la voz, es recomendable el asesoramiento médico previo.
Consejos para cuidar la voz: evitar hablar por encima del ruido ambiente (se perderá siempre). La cafeína y el alcohol provocan deshidratación de las cuerdas vocales. El consumo moderado de éstos y el beber mucha agua ayudarán a combatir el efecto.
Evitar el humo del tabaco (propio y ajeno). Sortear las cenas copiosas o muy especiadas. Pensar que la acidez, el sabor agrio en la boca y hasta la halitosis pueden indicar RGE que, al alcanzar las cuerdas vocales, puede provocar disfonía o carraspeo frecuente o dolor al tragar. «Aclarar la garganta» y toser frecuentemente puede dañar las cuerdas vocales. Es conveniente tomar sorbitos de agua y chupar un caramelo para aliviar o calmar la molestia. Reducir el uso de la voz si se está con gripe o con catarro de las vías aéreas superiores. Evitar hablar mientras se realiza ejercicios violentos o levantando pesos.
Además, reducir las largas conversaciones telefónicas. Hacer reposo vocal después de un uso intenso. La voz se resiente mucho por la falta de sueño. Dormir al menos 8 horas, máxime si se utiliza la voz de forma profesional.