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Con la raíz del cuarteto

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Con la raíz del cuarteto

Con casi tres mil bailes en menos de 23 años, el “Salón Ruiz” se ha erigido en referente ineludible del interior. Artistas como Carlitos Rolán y el “Negro Videla”, Tormenta y Jorge Arduh, Juan Ramón y Antonio Ríos pasaron por su escenario ratificando la vigencia de la música popular en un milenio marcado por la tecnología y la disolución de los regionalismosP12-f1

Escribe: Iván Wielikosielek

En la esquina de Independencia y Buenos Aires hay un “templo”. No se trata de una iglesia sino del salón de un “ansiado reino”; ese que cada viernes y sábado se instala como dios ante dos o más personas reunidas en su nombre y junta a cientos de feligreses como en una misa. No hay un tablón de madera con ventana a Jerusalén como en la ultima cena; pero hay más de cuarenta mesones alargados que dan al corazón del barrio Ameghino. Y en sus cestas no hay sólo pan y en sus botellas no hay sólo vino, sino verdaderos banquetes para celebrar la pascua de cada viernes, o la comunión de cuerpos y almas de cada sábado en torno a la música. No. No se trata de una iglesia evangélica, es el “Salón Ruiz”. O para decirlo con la propiedad de su dueño, “es el Salón Special, de Miguel Angel Ruiz”, un lugar donde los géneros populares no pierden vigencia y el cuarteto se reinventa cada fin de semana en tiempos de brutal globalización, metiendo un promedio de 500 personas.

En una mañana de viernes el salón está vacío, con las mesas contra los ventanales y las sillas dadas vuelta. Hay vasos con vestigios de aguado vino tinto y una bandeja de pan intacta de la última cena-show. Y Miguel Angel, camisa impecable, voz ronca por el áspero volumen de la noche, me recibe con la amabilidad de un monje. Y así, con el decorado de esa eucaristía urbana, comienza esta entrevista.

 

“Profeta de la felicidad”

– Tormenta y Carlitos Rolán, Antonio Ríos y Juan Ramón; Jorge Arduh y el “Negro Videla”, El Cuarteto Imperial y La Bomba Tucumana pasaron por aquí… ¿Cómo definiría la propuesta musical del salón?

-Es para gente de 30 años para arriba y pensando en toda la familia. Yo trato de traer todos los ritmos bailables que hay en el país: tango, cuarteto, cumbia, bailanta… Pero también los melódicos, como Juan Ramón o Tormenta. Muchos dicen que esto es para gente grande, pero están empezando a venir muchachos de 25 años y menos también.

-¿A qué se debe esta súbita irrupción de la juventud?

-A que cada vez es más peligroso ir a espectáculos en las grandes ciudades. Acá tenemos la suerte de ser una ciudad chica que a la vez tiene de todo. Entonces muchos pibes la piensan dos veces. Porque este es un lugar seguro y muy familiero donde nunca hay problemas. Por algo llevamos casi tres mil bailes hechos en menos de 23 años…

-¿Cuál es la diferencia del salón entre los viernes y los sábados?

-Que los sábados son para parejas y los viernes vienen más “solos y solas”, recién enamorados, amarraditos y hasta algún “escapadito”,ya que hay de todo en la Viña del Señor… ¡Pero ojo! ¡También hay familias que vienen los viernes ¿eh?! Hoy entran 500 personas al salón y tenemos un promedio de 250 por noche; hasta que inauguraremos el salón del lado que será para 1.500…

-¿Cómo es que un día decidió traer espectáculos?

-Mirá, este salón iba a ser un supermercado y de hecho tuve durante dos años una distribuidora. Tenía Vino Toro, Coca Cola, azúcar Fronterita y cerveza Quilmes y Brahma, que son los productos base del país. Pero al final, como mis chicos ya no me pudieron ayudar, lo di de baja. Una noche en el centro vi tocar el quinteto “A puro tango” y me dije “el fin de semana los traigo a mi salón, que está vacío”. Y así empecé, con ellos y con “Adrián”…

-O sea, con pura música villamariense…

-Sí, era lo que tenía a mano y de calidad. Eso fue el 12 de diciembre de 1993. Me acuerdo que alquilamos las sillas y las mesas y habíamos preparado comida para cien personas ¡Pero vinieron cuatrocientas! Eso no fue nada: nos habíamos olvidado de poner en las tarjetas “traer cubiertos”; ¡así que salimos a pedir prestado a los vecinos! La segunda vez ya le agarramos la vuelta…

-Mañana a la noche toca Carlitos Rolán… No es la primera vez ¿no?…

-No, será la actuación 259 de Rolán acá… Antes lo traía todas las semanas, pero en los últimos tiempos está tocando mucho en las provincias. Hace poco una pareja se casó y me pidió hacer la fiesta en el salón. Pero había tanta gente invitada que nos tuvimos que ir al Ameghino. Y el hombre me pidió a Carlitos porque se había conocido con su mujer bailando esa música acá…

Cuando se termina esta entrevista, le digo a Miguel Angel que hagamos la foto afuera, en el pizarrón que marca el menú musical que escribe cada semana con tiza. “Ningún problema, querido. Pero hacela de este lado que es con tizas de colores” me dice. Y al salir lo saludan los muchachos de un camión de cerveza que pasa. “¡Eh, Miguelito! ¡Prepará todo que venimos mañana! ¡Amén, maestro!”. Y al escuchar esto, me pregunto si mi sensación “eclesiástica” al entrar al Salón Ruiz no tiene más razones de peso que la mera asociación inconsciente. Y en esos momentos como si me leyera el pensamiento, el hombre me hace una confesión: “¿Sabés cómo me dicen los clientes? “El Mesías de la Alegría” me dicen…”

Cuando nos despedimos veo a Miguel Angel ingresando al salón con una mezcla de sigilo y silencio, de respeto y pulcritud ¿A dónde vi antes esa escena? ¡En la iglesia! Fue hace unos días, cuando el párroco entraba a la catedral minutos antes de dar la misa…