Jorge y Nicolás Peralta – Padre e hijo de James Craik, hablan de sus experiencias laborales en Saputo
El trabajo lácteo cambió, como así también las condiciones laborales. Lo reflejan en su historia los Peralta, empleados de la planta de Tío Pujio
Jorge Hugo Luis “Poli” Peralta (57), jubilado por invalidez de la empresa láctea Saputo, radicada en Tío Pujio, ingresó a trabajar en el año 1987. Su hijo, Jorge Nicolás Peralta (25), hace cuatro años que comenzó a desempeñarse como empleado de la misma fábrica y, casualmente, en el mismo espacio físico que su padre.
Las cosas cambiaron para bien, afirman, al comparar las tareas de uno y otro.
“Nosotros hacíamos trabajo de fuerza en el área de leche en polvo. Cargábamos las bolsas pesadas durante horas, todos los días y por años. En mi gestión de delegado solicitamos y conseguimos el ‘chupete’, que permite facilitar esa tarea”, dijo Poli.
Su hijo maneja precisamente esa herramienta que permite succionar de la cinta transportadora las bolsas -ahora de suero en polvo- para colocarlas con el mismo sistema sobre los palés en los que las trasladan.
“Precisamente, yo me jubilé por una hernia de disco. Pero eran varios los compañeros que sufrían dolencias relacionadas al esfuerzo”, señaló Poli.
Otro cambio que logró la tecnología es el almacenamiento de la leche en silos, lo que permite cortar la producción en Navidad y Año Nuevo. “Parece poco, pero es muy lindo poder pasar las fiestas con la familia. Antes, no se podía parar y si te tocaba el turno en esa fecha, tenías que estar en la fábrica cuando todos brindaban”, planteó.
Su hijo apuntó: “Yo lo veía de afuera, cuando no podíamos pasar la Navidad con mi papá o tenía horarios complicados. Ahora lo entiendo, aunque trabajemos de otra manera, mucho mejor”.
Un camino propio
Jorge se crió viendo a su padre como empleado lácteo. “Yo fui buscando mi camino por mi cuenta. Empecé como albañil y cuando hubo una oportunidad, ni lo dudé, dije que sí, dejé las obras y ahora hace cuatro años que estoy en la fábrica”, señaló el menor de los Peralta.
“Cumplí con lo que me pedían. Una cosa que me pidieron fue que terminara el secundario y así lo hice. Me costó porque hacía años que había dejado la escuela, pero el incentivo de seguir trabajando ahí pudo más”, agregó.
“Estoy orgulloso de ser un trabajador lácteo”.
Ahora, que se desempeña en el mismo sector que su papá -incluso por un tiempo fueron compañeros de trabajo-, tiene la particularidad que sus pares lo conocen desde chico porque son viejos amigos de Poli.
Sobre la tarea actual, dice que al haber tenido otro trabajo, puede valorarla más. “Yo estuve seis años de albañil. Ahí te tenés que comer heladas, calor, además de andar, porque nosotros somos de James Craik y la empresa en la que trabajábamos tenía obras en otros pueblos”, dijo.
Al hablar de lo bueno que es pasar Nacidad en la casa, cuenta que previamente, hacen es horas extras para vaciar los silos. El turno siguiente los almacena y se corta la producción a las 21, para retormarla a las 5. Y todos pueden festejar en familia.
La tecnología cambió también la modalidad del refrigerio. Recuerda que su padre llevaba los “taper” con comida o bidones con jugo. Ahora tienen una máquina expendedora, a la que la empresa le acredita fondos para que cada trabajador para acceda a un digno refrigerio.
Un reloj biológico
Poli hace dos años que está jubilado pero igual, sigue despertándose a las 4.30 de la mañana.
Es que el hábito después de 30 años de trabajo en la fábrica, no es fácil modificar.
Valora de sus época de empleado “todo lo que aprendimos”, porque pasaban por distintas áreas. “Limpiábamos los quesos duros con arpillera, por decirte alguna de las tareas que hacíamos. Teníamos que darlos vuelta cuando pasaba un tiempo de secado y así, conservar todo bien”, relató.
De toda su historia laboral, pasó 16 años como delegado. “Una cosa que me parece linda recordar es el trato que teníamos con los dueños. Abolio (uno de los propietarios de la empresa que por entonces era de la firma Abolio y Rubio) tenía un trato directo con todos nosotros. Era muy buena persona”.
Después la empresa pasó por distintos grupos económicos. “Una vez, cuando era del grupo Soldatti, estaban como accionistas Susana Giménez y Marcelo Tinelli. Así que si tenías una bronca, se la decías al televisor”, bromea.
Desde que dejó de pertenecer a Abolio, el trato cambió. Ya no era con el dueño, sino con los gerentes de Recursos Humanos. “Siempre fue respetuoso. Por ser delegado no vas a ir a llevarte por delante a otro. Nosotros buscábamos la solución dentro de la fábrica y lo lográbamos con diálogo”, expresó.
Ambos quisieron cerrar la nota saludando por el Día del Trabajador a sus compañeros, “especialmente a los que les toca el turno el 1 de mayo”.