Lucía Gigena (foto), de Padres Guardianes del Camino, contó ayer delante de los integrantes del flamante Consejo de Prevención de Adicciones que a su hijo Damián “lo mató la droga”, en referencia a la que “consumía quien conducía” el vehículo que lo chocó en Alem y San Juan.

“La persona adicta es un enfermo a quien hay que rescatar”, declaró, y adhirió al pedido del fiscal Márquez para que la antigua sede del Pasteur se transforme en un centro de rehabilitación. “Por favor, necesitamos que ese lugar contenga a los chicos que no tienen adónde ir. Tenemos una Casa de Medio Camino que es eso, medio camino, contención durante el día, pero a la noche vuelven a la placita, a su casa o a lugares donde les venden y no tienen contención. Y las mamás no saben qué hacer”, manifestó.

Por su lado, la directora de Casa Esperanza de la Asociación Nazareth (el único centro de rehabilitación de adicciones que tiene Villa María), Verónica Valentín, dijo que si no hubiese asistido con dos jóvenes que cumplen tratamiento en esa institución, le “hubiera faltado algo importante”.

“Firmé por ustedes”, señaló mirándolos tras pedirles que se pararan delante de la concurrencia. “Estoy convencida de que es necesario hacer mucho más de lo que veníamos haciendo”, remarcó.

“Sin la certeza de que ustedes me están mirando y juzgando todos los días, no podría venir a firmar”, apuntó, y dijo que las puertas de Nazareth están abiertas para todos.

Hubo múltiples organizaciones presentes y aunque no serán parte del organismo, también asistieron funcionarios judiciales.