Nació en Pascanas el 23 de agosto de 1947. Su niñez transcurrió en La Laguna, hasta los 12 años que se radicó en Villa María. Tiene el título de Honoris Causa de la Academia Mundial de Educación. Es casado, cuatro hijos y más de una decena de nietos. A los 12 años comenzó a trabajar en el Centro de Empleados de Comercio, a los 21 años ya integraba la Comisión Directiva del gremio. Fue secretario general de dicha organización a nivel local, provincial y secretario adjunto de la Confederación Nacional. Fue diputado provincial (1987-1991), senador provincial (1999-2001), candidato a intendente de la ciudad en el año 2011 y candidato a vicepresidente del Frente Progresista en 2015, acompañando en la fórmula a Margarita Stolbizer. Es presidente del Grupo Gesta y vicepresidente del Instituto de Promoción de la Economía Social
Escribe: Nancy Musa
DE NUESTRA REDACCION
Siendo un pibe ya andaba metido entre los libros de la Biblioteca del Centro de Empleados de Comercio buscando respuestas a sus inquietudes entre las letras de los grandes protagonistas de la historia del país. Se fue formando al calor de las luchas obreras, admirando a Agustín Tosco y abriéndose caminos en la arena sindical. Fue detenido, perseguido, proscripto durante la dictadura. Polémico, bastante “cabrón”, como se define, amante del campo, nostálgico y siempre buscando nuevos desafíos.
Miguel Olaviaga hoy dedica la mayor parte de su tiempo a idear proyectos dentro del sistema cooperativo, con una mirada abarcativa sobre las transformaciones mundiales de este siglo.
Después de su extensa trayectoria en el ámbito del sindicalismo y de la política, ¿qué análisis hace de la situación que atraviesa hoy el país?
Creo que nosotros provenimos de un tiempo en donde lo antagónico terminaba siendo la propulsión de nuestra actividad.
Y donde la pasión guiaba nuestros actos. Lo antagónico se expresaba en lo deportivo: River-Boca, Gatica y Prada, en lo político: conservadores y radicales, posteriormente peronistas y radicales. Y si no nos alcanzaban esas antinomias, era de un lado o del otro lado de la vía.
Pero nosotros debíamos tener polaridad de confrontaciones, si no, no surgía nada de nosotros.
Cuando uno se pone a pensar en eso, en la filosofía oriental queda demostrado que de la polaridad surge la luz. No existiría la luz si no hay polaridades, no existiría la vida si no hay polaridades.
Por lo tanto, se supone que transferido a la sociología puedan tener explicación todos estos aspectos.
Pero como éramos muy apasionados, nos damos cuenta recién a esta altura, no antes, de que la pasión es presencia de exageración.
Creo que es la gran diferencia que existe hoy, tal cual lo expresa Jeremy Rifkin en el libro “La sociedad del coste cero”.
El dice que los cambios se van a ir produciendo como consecuencia de las transformaciones de la comunicación, de la tecnología, haya o no haya consenso en algunos ámbitos del poder político o civil.
¿Y qué significaría?
Que nosotros nos imaginamos la política con determinados liderazgos. El que es peronista con Perón, el que es radical con Alfonsín, Alem, Sabattini y el que es socialista con Justo o Repetto.
Pero lo cierto es que hoy los grandes liderazgos se van desnaturalizando porque la gente empieza a tener sin intermediario un vínculo con la realidad y el contexto.
Y nosotros que hemos cultivado la cuestión del trabajo sobre una creencia que es el oficio, hoy con la movilidad que va teniendo el mercado y la cantidad de oficios que van desapareciendo, nos han cambiado las reglas de juego.
Si en Estados Unidos, cuando el contestador de teléfono dejó sin trabajo a 500 mil secretarias, hoy con el 10% de los vehículos de autotransporte quedan sin trabajo ocho millones de conductores.
Estamos envueltos en un proceso de cambio que excede largamente la cuadratura que nosotros teníamos de la realidad. Esa es la gran diferencia.
Antes nosotros íbamos a trabajar y nos decían dónde estaba la biblioteca más cerca. Los sindicatos no existían si no había una biblioteca para inaugurar. Y ahí te encontrabas con los clásicos, quién no leyó a Lisandro de la Torre, José Ingenieros, porque nos inducían.
Eran tiempos de mesas largas y no te podías sentar a ninguna mesa si no tenías una composición de lugar que estuviera vinculada a los episodios trascendentes de la sociedad.
Había estímulos, había cuadros dirigenciales intermedios que te inducían. Extraño mucho eso.
El sindicalismo actualmente está atravesado por esos cambios.
El sindicalismo y los partidos políticos hoy, como estructuras, son estructuras envejecidas del siglo XIX. De manera que van a tener que recibir la impronta de estos cambios porque la condición del trabajador es la que va marcando a sus asociaciones para poder defenderlos.
Para mí, las organizaciones sindicales son instituciones irremplazables de la sociedad civil.
Lo que digo es que las normas que agrupan por oficio han perdido vigencia. Y no solamente han perdido vigencia, sino que además se han tornado cupulares.
De esto no se sale sin un gran debate para que los únicos dueños y ejecutores de las acciones, que son los trabajadores, puedan tomar determinaciones.
Esto no lo resuelve ningún gobierno. Los procesos se diseñan en largo tiempo, son graduales.
Estas movilizaciones de las últimas horas, el paro anunciado para los próximos días, ¿qué opinión le merece?
Lo primero que te tengo que decir es que las marchas que reivindican, por ejemplo, una discusión sobre la educación, son más que razonables y emanan de la constitución. Es un derecho totalmente legítimo como el de huelga y el de peticionar. Son derechos constitucionales.
Las motivaciones puntuales que llevan a los cuerpos orgánicos a tomar esa determinación es una cuestión que sería impropio analizar, pero lo primero a lo que tenemos que acostumbrarnos es que las grandes masas se movilizan pacíficamente a través de la legalidad.
Creo que cuando se moviliza la gente hay que atenderla, tiene que tener un interlocutor y forma parte del ejercicio democrático y republicano que se canalicen los requerimientos con razonabilidad.
¿Cuál es su visión sobre el Gobierno de Cambiemos, una alianza integrada por el radicalismo?
Mirá, ahí te tengo que decir que en la década del 70, cuando estábamos todos luchando por la recuperación democrática, desde el lugar donde actuábamos decíamos que si la derecha no canalizaba de alguna manera una representación democrática, iba a ser imposible la paz y la estabilidad en este país.
De manera tal que de la misma forma que Raúl Alfonsín expresó una centro izquierda democrática, excluyo del análisis al peronismo porque ofrece otro horizonte, pero los libres pensadores, los hombres del socialismo encontraron en la vertiente de Alfonsín un liderazgo que cumplió un rol importante para poder tener una democracia como la que hoy tenemos.
Y desde el punto de vista de la centro derecha, dejando a salvo que no es mi vereda ideológica, creo que el actual presidente expresa los intereses de una centro derecha democrática a la cual tendremos los que pensamos diferente que contrarrestar, pero de ninguna manera sacarlo de la base de lo que es el convivir democrático.
Lo primero que digo es que este péndulo democrático es el que nos tiene que alimentar y ojalá de este péndulo y de la alternancia pueda salir lo mejor para nosotros.
¿Qué piensa de la alianza que hizo el radicalismo, más allá de que usted fue con otro frente?
En realidad, me ganó el enfado político. No estuve de acuerdo ni en la forma ni en los rasgos de la alianza porque entiendo que el radicalismo se corresponde con las fuerzas de centro izquierda.
Pero, debo decir que eso fue previo y yo participé en un frente de centro izquierda como extrapartidario, donde estuvo el partido socialista, Libres del Sur y el GEN de Margarita Stolbizer.
Recibí el ofrecimiento y acepté el desafío como extrapartidario porque no me sentía representado (por el radicalismo).
Ahora bien, una vez que ese proceso empieza a tener el respaldo de la ciudadanía el presidente es Macri y esta alianza es la que gobierna.
No voy a renunciar a mi posición ideológica, de ninguna manera, eso tiene que ver con nuestra formación, con nuestras luchas, con mucha gente que no está y con una manera de vida, pero entiendo que ese paso que se dio debería haberse examinado más a fondo, pero no es para una nota, es para un debate interno.
En un momento de la charla mencionó a los que ya no están, se cumplieron días atrás los 41 años del golpe militar, ¿qué recuerdos tiene de ese día en especial?
(Pausa). Son dos sensaciones, una grabada en forma indeleble en la memoria, el paisaje familiar, el miedo, yo desde el 22 de marzo estaba en condición de prófugo, ya tenía una orden de arresto, el 21 hubo un plenario y se asumió que estaba con un pedido de captura por orden del Tercer Cuerpo que comandaba Menéndez y la subárea de aquí a cargo de Fornaris.
El golpe militar me agarró en Río Cuarto, escondido en una pensioncita cerca de la Terminal. Después estuve escondido en La Laguna, hasta que me presenté el 29 de marzo.
Y después pasé por distintas cárceles, pasé por Villa María, en Córdoba, en Sierra Chica.
Trato de evitar cualquier dato que se vincule con la morbosidad, hay cosas que nunca dije y no me estimula decirlas.
Pero a 41 años de todo eso uno toma conciencia de la velocidad del paso del tiempo, cuando empezás a recapitular y pensás qué dejamos. Puede ser imperfecta la democracia, pero no se podría vivir de otra manera.
Esto de participar, de ser libre, el pluralismo de las distintas vertientes no tiene precio. Por eso es necesario tener conciencia del valor que tiene la democracia aun cuando es deudora de cuestiones fundamentales e increíbles como el hambre, la marginalidad, el no estar registrado en un trabajo.
Es lo que está pasando con esta sociedad, si una sociedad que se lamiera sus heridas del pasado y promoviera un cambio saludable lo primero que tendría que hacer es transparentar el mercado laboral.
A mí me parece que la democracia tiene grandes deudas, la democracia y la sociedad en su conjunto, hay mucha gente que está sufriendo, esos son los santos, dijera el Papa, luego estamos los pecadores que queremos redimirnos y después está el sector de los corruptos, esos están afuera.
¿Por qué cree que hay un sector de la sociedad con odio todavía, por lo ocurrido en la década del 70, que justifica la acción de la dictadura?
Descripto como sentimiento el odio es una reacción negativa, paraliza, crea polvo en suspensión que no te permite ver, por lo tanto, imaginar qué hay detrás de una ventana de odio es muy difícil.
Pero arriesgo una opinión. A veces el dolor nos hace más altruistas, nos hace más sensibles, nos hace comprender la realidad en términos humanitarios y otras veces cristaliza un resentimiento y el odio emparentado con el resentimiento no puede armonizar.
De cualquier forma hay que sentir mucho respeto por el que está lacerado por episodios personales.
A nosotros nos tocó y estamos contándolo. Pero tenemos para contarlo, hay gente que no se le dio chance, hay familias enteras que están cruzadas genocida arrolló. Por lo tanto, esperemos que sea sedimento que va desapareciendo con el tiempo.
Pero el odio y el resentimiento no son buenos consejeros y hay subyacentes en la sociedad como la misma violencia. Hay una violencia larvaria, esto de matarse en una cancha, la violencia de género, la violencia es una enfermedad y para salir de eso se sale evolucionando como sujetos y teniendo una cabal convicción de que hay reacciones que tenés que superar.
Si a esta altura del partido quienes hemos vivido persecuciones, clandestinidad, despidos injustificados, torturas, prisión tuviéramos algún sesgo de resentimiento y odio no podríamos trabajar en la construcción de nada.
Miguel, nos vamos más hacia atrás en el calendario. ¿Cómo su fue su infancia?
Dicen que la infancia está marcada desde el vientre de tu madre. Y mi papá muere cuando yo tenía 5 meses. Mi papá estaba trabajando en una estancia en Pascanas y muere como consecuencia de un balazo en una pierna. Inmediatamente, somos criados de abuelas, nos traen a los chiquitos a La Laguna y ahí viví un tiempo paradójico. Viví en un lugar donde venían obreros de todas las latitudes, trabajaban en la cosecha, en las enfardadoras de pasto, y era muy pintoresco.
Porque cantaban, tengo grabadas las milongas sureñas, los recitados, los valsecitos criollos. Eramos cuatro hermanos con una madre muy protectora, y a la falta de mi padre y de mi abuelo fuimos colmados de afecto.
Lo más importante es que nunca nos faltó el afecto, de las otras carencias ni hablar, y de penurias todas, penurias de reformatorio, de impotencia, de inequidad.
Pero, ¿qué hacían las madres viudas con cuatro chicos? Se venían a Villa María, los chicos para trabajar de cadetes y las mujercitas para trabajar en las tiendas.
Entré a trabajar de cadete en una organización sindical, mis hermanas en Casa Cabezón, mi hermano en Bonafide y ahí la historia cambió.
Tengo recuerdos de mucha solidaridad, de gente muy querible.
¿En ese momento, mientras vivía en el pueblo, soñaba con ser alguien en especial?
En ese momento fantaseábamos con el deporte. Me gusta mucho el boxeo y parto de la base de que el boxeo es lo más parecido a la vida.
Vos podés ganar o perder una pelea, pero tenés que estás preparado para darla.
Mis ensoñaciones infantiles deben haber estado vinculadas al deporte. La política no. Sabattini había vivido a una cuadra de mi casa y no tomé conciencia de esa cuestión.
Una cosa que nos marcó fue el golpe del 55. Nosotros vivíamos en un barrio en que todos, los estibadores, la gente de la bolsa y demás adscribía al peronismo y los dueños de campo estaban más vinculados al radicalismo. Y eran las grandes contiendas.
Y el golpe tuvo algunos episodios como afrentas al busto de Evita, que era conmocionante.
Yo tenía una abuelita de Castilla la vieja, muy peronista y la recuerdo escuchando el discurso de junio de 1955. La primera radiecita estaba ahí en el boliche de mi abuela y ella escuchaba y golpeaba con el pie cuando Perón impostaba la voz y decía “por cada uno de los nuestros van a caer…”.
Y eso me quedó dando vueltas.
¿Cuándo se encuentra más concientizado con la política?
Tomo conciencia de alguna atracción política por dos lados. Por la Biblioteca me llamó mucho la atención el tema del socialismo porque el gremio Empleados de Comercio tuvo una fuerte impronta socialista.
Uno leía a Alfredo Palacios, a Nicolás Repetto, dicho sea de paso, Villa María tiene una gran deuda con Juan B. Justo y Repetto. En 1910 estuvieron acá, libraron una gran batalla, sacaron leyes de escuelas rurales, crearon el Partido Socialista, una gran deuda tiene con esa gente.
Y el socialismo me impactó y el radicalismo como expresión concreta de un compañero de trabajo que participaba en la CGT. Y así me fui formando en el sindicalismo.
¿Nunca se sintió interesado por el peronismo?
Me afilié al radicalismo en el año 1982 con Alfonsín, yo participaba en el sindicalismo y tenía y tengo excelentes amigos y compañeros del peronismo. Estoy definiendo la cosas que me impactaban en la intimidad. Cuando vos hablabas con un cuadro del peronismo tenía todo claro, tenía su líder, su lucha, su formación mientras que lo otro lo tenías que ir construyendo.
Y en la juventud, por la rebeldía querés construir lo propio. Y lo propio era esa minoría que no se expresaba, después lo entendí, no puedo haber un movimiento obrero peronista, tiene que ser plural porque cuando entra la miseria a la casa de alguien, no le pregunta si es peronista o radical.
¿Qué rasgos característicos tenía su personalidad cuando empezó a trabajar en el gremio, siendo un pibe?
Era tímido. La timidez siempre me acompañó, pero siendo grande uno va superando o disimulando las falencias que te paralizan. Hubo un tiempo en mi vida en que me resultaba más fácil hablar con muchos que hablar con el que iba en el micro al lado mío. Una cosa curiosa, y eso tiene que ver con la formación, no digo marginal, pero fuera de un desarrollo armonioso.
Me definiría como en una búsqueda social de vincularme, pero con una timidez subyacente posiblemente por mi condición de pueblerino, de huérfano; no me era fácil.
Me pasaba en los bailes, aparte de ser mal bailarín siempre tenía el problema que quería ver quién empezaba a bailar y resulta que me comparaba con el que empezaba y qué iba a bailar (se ríe). Siempre perdía yo (risas).
¿Y cuándo se metió de lleno en el sindicalismo?
Fue algo natural. La organización sindical fue todo, la sillita de mi hijo se la regaló el Centro de Jubilados, el traje para casarme me lo hizo Héctor Ahumada, estaba todo interrelacionado, eran las familias completas, vivíamos con pasión, era indiviso. Participar o no participar era un acto de naturalidad. Y así lo viví, la vida me llevó como trabajador a cumplir con determinadas acciones. Y después de que la cumpliste volvés al lugar donde viviste y si te reciben, estás en el buen paso. Hay mucha gente que arrancó para arriba y no puede bajar más. Todo dirigente con dilatada trayectoria, el gran problema es el aterrizaje. Si podés volver, caminar por tus calles y enfrentarte con tu gente y rendir cuentas en todos los planos, me parece que pasa por ese marco. Más allá de los errores y las confrontaciones.
¿Cuáles fueron los momentos más tristes y más gratificantes de su historia política?
Indudablemente el más conmovedor fue el golpe militar. Digo de sentir la nada, no había libertades ni vida, pasabas a ser un rebaño en manos de a cuanto se le ocurriera disponer en el oscurantismo, porque no tenías con quién discutir, no sabías de qué se te acusaba, no había ninguna imputación, nada. Creo que lo que más me golpeó fue eso.
Y en el marco de ese proceso, lo más gratificante fue el advenimiento de la democracia. Un episodio fuerte, pero lo estoy diciendo porque celebro lo de las calles, los millones de un acto y del otro acto.
Cuando lo conoció a Raúl Alfonsín, ¿qué primera sensación le provocó, pensó por un instante que iba ser el hombre que recuperaría la democracia?
De ninguna manera. Alfonsín vino en 1982 a presentar el libro “La cuestión argentina” en el Cine Rex. Había un tercio de las butacas ocupadas. Yo como estaba proscripto, tenía conocimiento de que Alfonsín defendía presos políticos y eso me llamó la atención. Yo no iba a los eventos, porque no me estaba permitido, así que hacía comisiones, y esa noche lo fui a escuchar.
Y yo fumaba, cuando termina la charla él sale con un portafolio, al frente estaba la librería de Baysre y creo que lo felicité. El me invita a fuéramos al frente, estaba Daniel Baysre, Osvaldo Samuel y se plantea una charla entre pocos. En ese entonces, él estaba armando su proyecto político para enfrentarse con De la Rúa en la provincia de Buenos Aires. Hace un pedido expreso para que los acompañáramos y tomé la determinación casi de inmediato.
Me movilizó y a partir de ahí ya empecé a tomar contacto con la política y estuvimos muy cerca con Camilo Rodríguez.
Una de las grandes deudas que tenemos está en el alto nivel de pobreza.
Uno se pregunta: ¿en un país como el nuestro, de semejante volumen de producción, puede haber un solo niño hambriento? Hay tres diablos que bailan, el hambre, la ignorancia y el autoritarismo. Esos son los tres diablos, el hambre es inadmisible. La ignorancia, en el concepto cabal. José Ingenieros decía que la educación son dos cosas, aprender a aprender y aprender a emprender.
Y tercero el autoritarismo, nosotros lo referenciamos en los golpes militares, pero es un estado que se puede manifestar en cualquier lugar, en una casa, en una oficina.
Esos tres factores condicionan la posibilidad de un adecuado proceso de análisis, diagnóstico y propuesta.
Nosotros para hacer un diagnóstico tenemos primero que analizar. Y en el marco de las propuestas puede haber variantes. Y ahí está la izquierda, la derecha y volvemos a lo mismo.
La izquierda puede tener un costado de sensibilidad social, la derecha se autoadjudica la eficiencia, capacidad de gestión que es también para opinar, pero en el medio hay que resolver estas cosas porque de lo contrario no hay posibilidades de vivir en paz.
¿Bajo las políticas de un gobierno de centro derecha la economía social se ve perjudicada?
La economía social expresa el 10% del PBI y no es poca cosa. Cuando vamos a los derechos jurídicos vemos que la constitución de Córdoba dice expresamente que la actividad cooperativa y mutual tiene que estar fomentada por el Estado.
No creo que al sistema colaborativo, no me estoy refiriendo a la cooperativa como formulación legal sino a la cooperación, le vaya a favorecer o perjudicar un proceso en particular.
Porque nace de un estado de conciencia, me parece que fueron herramientas que tomaba la gente frente a la adversidad, de manera tal que es un instrumento muy actual.
Debemos trabajar mucho en la inserción de modelos de cooperación en el accionar político y social.
Hoy, exponentes del propio capitalismo están advirtiendo que no hay posibilidad futura sino a través de mecanismos de cooperación.
El orden solidario que expresan estas entidades va a influir más sobre los gobiernos que los gobiernos sobre ellas.
Pregunta para un experimentado dirigente de años: ¿por qué siempre le echamos la culpa al otro, qué nos pasa, cada gobierno que asume ‘la culpa la tuvo el anterior’ cuando fueron parte, en forma minoritaria o no, de cada uno de ellos?
(Pausa, sonríe). La realidad argentina está caracterizada por dos factores. Uno, el fraticidio, si analizás el origen de la formación de nuestro país, el fraticidio estuvo presente, hermanos contra hermanos. Como nos hemos masacrado, es inconcebible.
Y por otro lado, el espasmo. La actitud espasmódica frente a los demás. Si tengo una frustración, se la tengo que atribuir al político que tengo al frente, al gobierno que tengo al frente, si soy chico le tengo que echar la culpa a mi mamá o a mi papá porque no me permitieron desarrollarme, si estamos en pareja le tengo que echar la culpa al marido o a la mujer, si estoy en una organización la culpa es de los que mandan porque no me permitieron hacer.
En realidad, ese es el meollo de una situación, como hablábamos hace un rato, de autodiscapacidad y erosión en la autoestima.
¿Los “despectivamente” cómo es que nos dicen a los argentinos?
Los despectivamente dicen que nosotros somos una síntesis, un mestizaje que tiene que ver con el ocio del indio, con la nostalgia del inmigrante y con la altanería del gaucho.
Y cuando lo analizamos, nosotros decimos: nos quedamos con la libertad del indio, que eso es muy importante, con la laboriosidad del inmigrante y con la altivez del gaucho, no con la altanería. El gaucho, consciente de su situación, cruzaba los terrenos y llevaba hasta el cuero como mortaja porque tenía un claro sentido de lo que era la vida y la muerte.
¿Todo eso confluye para que cada gobierno le eche la culpa al anterior?
(Risas). Claro. Pienso que hay que asumir las cuotas partes que tenemos y tener un poco más de humildad. Hoy cuando se discuten los tres actores, el Estado, la empresa y la economía social. El Estado debe estar expresando un 47% del PBI, el 10% la economía social y el resto la empresa.
Esos tres aspectos, el indio, el inmigrante y el gaucho, vos te encontrás que en el debate ideológico no estás hablando de la dimensión del Estado.
No estás hablando de su tamaño, ni grande ni chico, estás hablando de que se haga cargo de la educación, como estamos reivindicando la educación pública, que se haga cargo de la seguridad, de la salud. Que se haga cargo.
Y a los empresarios que le decimos, nosotros teníamos una cultura en que un almacén le vendía al productor durante todo el año y luego le descontaba del grano y si un empresario se fundía, se suicidaba. Hoy, en los más grandes supermercados se enseña cómo se registra un rubro para abultar fraudulentamente un ticket, o vender 900 gramos por un kilo o vender productos de dudosa nobleza.
Y en la economía social, que va a ser un tema para examinar, confluyen vertientes que lo ven más como una oportunidad para determinadas eximiciones que lo que tienen que ver con los principios genuinos de la actividad.
¿Estamos lejos de un cambio?
Hay una frase armada que dice “hay una cosa peor que morir siendo atravesado por un hierro candente en el pecho, y es morir atravesados por un hierro candente y no lo sintamos, que no nos demos cuenta”.
En los cambios ocurre eso, a veces se va materializando y está en tus manos hacerlo vicioso o virtuoso. Hay muchos pícaros que están con el pragmatismo rentístico. Acá hay que poner principios y valores, y en ese sentido reivindico la economía social y a la vez la economía social que proviene de los trabajadores.
Los trabajadores tienen una conciencia de sector declarada. Y expresarnos colectivamente con autoexigencia.
¿Sería de nuevo candidato a intendente?
Decididamente no. Lo hice movilizado por una actitud de servicio, no contamos con los favores de la ciudadanía y acá estamos. No sería de ninguna manera.
¿Tiene alguna aspiración para ocupar algún cargo?
No, sinceramente no.
Opiniones
Mauricio Macri
No expresa lo que yo pienso, pero creo que estamos frente un liderazgo que ha consolidado un sector de la sociedad que entiendo que es necesario en el diseño global.
Ahora no piensa como yo y se trataría de ganar las elecciones para llevar un planteo de otro signo ideológico, pero siempre en ese marco. La paz como condición, el respeto a las autoridades y es el presidente de los argentinos.
No me imagino ningún factor que tenga que ver con inestabilidad. No creo que sea saludable.
Juan Schiaretti
Es un especialista en carrera de postas, es un hombre que sabe su oficio, lo conoce bien y ha hecho una dupla muy exitosa con De la Sota. Si vos te ponés a ver cuántos años llevan estos hombres en la política de Córdoba, es evidente que estamos en presencia de gente que sabe lo que está haciendo.
También, debo decir que la alternancia es indispensable para la vida política. Y sería saludable un cambio de signo.
Martín Gill
Es una persona que tiene un aspecto en que concordamos que es la educación como lei motiv. Y es una de mis preocupaciones, por lo tanto considero que es una fortaleza la que tiene.
Pensé que iba ser más drástico en algunas cuestiones que la sociedad le demanda, pero tuvimos contacto y se nota una apertura diferente, desde el punto de vista del diálogo y tuvo la iniciativa de convertir la Municipalidad en municipio cooperativo. Es interesante para ver cómo funciona este proceso.
Me gusta
Andar a caballo, la vida en el campo.
Me encanta
El campo, me siento en plenitud.
Me divierte
Estar con amigos, una fiesta, las cosas corrientes.
Me entristece
Soy un tipo nostálgico.
Me enoja
Soy lo que corrientemente se define como un cabrón. Me enojo fácilmente, tengo un temperamento huracanado.