Revolvieron todo, se llevaron apenas algunos efectos personales, pero lo dejaron sin sus medallas, las que consiguió arriesgando su vida en el conflicto bélico. Tiene esperanza de recuperarlas
“Revolvieron toda la pieza y todos los cajones porque seguramente buscaban dinero, pero no encontraron, sencillamente porque no había. Se llevaron un perfume importado, una cámara filmadora y alguna que otra cosa más, pero nada de valor económico ni ropa”, relató Guillermo Gutiérrez (61), vecino del barrio Malvinas Argentinas a EL DIARIO.
Hasta allí, podría ser la crónica de un robo domiciliario más, uno de los tantos que ocurren en la ciudad. Sin embargo, el hecho cobra una relevancia inusitada porque la víctima, quien reside en calle San Luis 3208, además de ingeniero en la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos y docente en el Colegio Abraham Juárez y en el Centro Empleados de Comercio, es veterano de guerra, excombatiente de Malvinas.
Y le robaron las medallas con las que los representantes del pueblo argentino en las distintos niveles de Gobierno reconocieron la entrega y el sacrificio del soldado.
Un gran valor emocional
“Son nueve medallas y tienen un gran valor emocional para mí, ya que no tienen valor económico porque son de cobre o bronce prácticamente todas y tienen mi nombre grabado al dorso, o sea, que no le sirven a nadie. Una sola es de oro y es la que me entregaron cuando cumplí 25 años de servicio en la Fábrica como ingeniero. Y no pesa tanto, por lo que no creo que le saquen mucha plata. Pero el valor sentimental para mí es altísimo”, explicó Gutiérrez.
Se trata de, por ejemplo, una medalla con la que lo condecoraron en el Congreso de la Nación, otra con la que lo reconocieron en la Legislatura de Córdoba, una tercera que le otorgaron en la Municipalidad de Villa María, otra que le dieron en el colegio Rivadavia, del que es exalumno, sólo por mencionar algunas.
Por el patio
El robo tuvo lugar el lunes durante algún momento de la tarde, según cree el propio damnificado.
“Cuando regresé del trabajo, de dar clases, alrededor de las 20.45, me encontré con que habían entrado ladrones. Ingresaron por el patio, con una barreta reventaron el postigón de la ventana del dormitorio y accedieron al interior de la casa. Supongo que habrá sido uno solo o a lo sumo dos personas”, especuló el excombatiente.
El hombre vive solo en la casa y permanece afuera varias horas al día, ya que tiene dos trabajos. Ahora ha soldado barrotes en la ventana y colocó alarmas para espantar a los delincuentes.
“No vaya a ser que me agarren de punto y quieran entrar a cada rato”, dijo.
Esperanza
A pesar del robo, Gutiérrez no pierde la fe en el hombre y supone que puede recuperar las medallas perdidas.
“Estoy esperando que me llamen y me pidan un poco de plata para recuperarlas. Y estoy dispuesto a pagar, dentro de mis límites, porque soy un trabajador, pero me gustaría realmente recuperarlas. Quién sabe, a lo mejor recapacitan y me las tiran por el patio, me las devuelven”, se ilusionó el excombatiente.
El hombre ha visto cosas que pocos han visto y enfrentó situaciones que muy pocos han enfrentado, ni siquiera aquellos que viven en la marginalidad, robando, por ejemplo. Y a pesar de eso, no pierde la confianza.
Tal vez consiga recuperarlas, es una posibilidad. Tal vez el que las robó recapacite y piense, por un segundo al menos, que su víctima, Gutiérrez, en un momento de su vida sufrió hambre, frío, miedo, dolor; escuchó silbar las balas muy cerca suyo por defender lo que es de todos, incluso del propio ladrón. Si eso ocurre, tal vez, podremos sentir que no hay que dar nada por perdido. Tal vez.