La presentación de tres libros de cuentos del escritor villamariense derivó en un vehemente tributo al educador y político Antonio Sobral. El acto contó con la presencia del autor, ahora radicado en La Cumbre, y con las palabras de los educadores Daniel Baysre y Yolanda Peretti, así como del editor de la trilogía, Juan Maldonado
Dante Olivieri, tras poner el acto bajo la advocación del docente Eduardo Requena y de la exalumna Esther Felipe, detenidos-desaparecidos durante la dictadura de 1976, agradeció a Yolanda Peretti por haberle “despertado una intensa pasión por la lectura, cuando en tercer año me dio a leer “El siglo de las luces”, de Alejo Carpentier.
El primer panelista en exponer fue Daniel Baysre, uno de los biógrafos de Sobral, quien recreó varios aspectos de la vida personal y pública del prócer villamariense.
A su turno, Peretti exaltó la figura de Antonio Sobral, aunque le cuestionó su excesivo hispanismo, a diferencia de ella, que profesa un ferviente latinoamericanismo.
Peretti se graduó de maestra y profesora de Literatura en la institución de Tucumán esquina Sobral, y ejerció allí la docencia durante 19 años. De su paso por el establecimiento, evocó el legado de Sobral, de quien reconoció que “fue un adelantado de su tiempo, sobre todo en un concepto tan actual como es el de la inclusión social”.
Enumeró, entre otras, varias iniciativas del educador, tales como haber creado los cursos de verano para los estudiantes que debían materias. También, la puesta en práctica de la figura del director de curso, del gabinete psicopedagógico, de la evaluación ponderativa, del incentivo a las inteligencias múltiples con los talleres de ciencia y arte, de los festejos vinculados al estudio y al trabajo, y del apoyo al deporte.
Marcado “a fuego”
Finalmente, Olivieri dijo que su paso por el Rivadavia lo “marcó a fuego” en su concepción del mundo, y evocó a aquella época en que con un grupo de amigos “teníamos la locura de cambiar el mundo desde una pequeña ciudad”.
“Si hay algo que hay que cambiar en la cabeza de los hombres es la idea de lo absoluto, y Sobral dio pasos muy concretos para cambiar, cuando convocó a docentes con pensamientos completamente diferentes”.
Luego contó que con su grupo se fue a Córdoba a estudiar y a militar políticamente, y allí descubrieron la dureza de la acción política, muy distante de la utopía, y “nos dimos cuenta de cómo crujía la teoría que abrazábamos”.
Los cuentos aluden a distintos momentos de la vida personal y social y concluyen en el tercer tomo con la pintura de la oscura segunda mitad de la década del setenta, “tragedia que no debería volver a ocurrir, pero yo soy bastante pesimista al respecto”.
La velada, de la que participaron excompañeros de Olivieri, exdocentes, así como familiares del “Pelado” Requena, concluyó con la proyección de un vídeo recordatorio de los 85 años de la creación del instituto secundario, en el cual un actor cordobés fue caracterizado como Sobral, en sus años veteranos.