Dentro de poco se cumplirán 40 años desde que el 24 de marzo de 1976 se perpetró el golpe de Estado cívico/militar y nuestro país se internó en la noche más oscura y sangrienta. Tiempo en el cual el miedo fue diseminado a toda la sociedad. Aún queda por desarrollar un gran trabajo historiográfico en relación a la importancia de la dimensión municipal en el plan político de esa dictadura. Desde EL DIARIO hace más de un decenio que venimos historizando ese período a nivel local, cuestión que no ha sido fácil pues se trata de una herencia que aún produce discusiones lo que agrega complejidad al asunto. Aquí intentamos dar algunas claves de por qué es importante estudiar lo ocurrido a nivel municipal durante el referido período histórico.
Necesidad de debate
Son varias las dificultades que se presentan a la hora de indagar acerca de ese tiempo, entre las cuales algunas son propias de hacerlo en una ciudad de no muy grandes dimensiones, como es el caso de Villa María.
Están quienes consideran que existe interés en relevar recorridos individuales o familiares, cuando en realidad se pretende el abordaje de un período histórico en el cual, como es lógico, se han producido actuaciones públicas de los ciudadanos locales. Este tipo de percepciones suelen aparecer cuando se mencionan nombres asociados al Gobierno dictatorial local, cuyas citas se realizan a partir de diferentes fuentes documentales.
Más allá de algún ego en particular, estas posiciones quizás evidencian la necesidad de profundizar los debates acerca de la importancia de los municipios dentro del plan político de la dictadura como herramienta de control territorial y de la población. Un control a nivel de lo más pequeño, de lo “capilar”, típico en la dictadura y, también, lo municipal como campo de experimentación y ensayo de la participación ciudadana controlada. Una participación “despolitizada” (en el sentido de presentarse alejada de las corrientes políticas populares) que propendía al encumbramiento de los “dirigentes naturales” que serían aquellos provenientes de sectores que apoyaban o directamente participaban de las acciones del gobierno dictatorial. Acciones que, debe aclararse, podían estar dirigidas a prohibir o promocionar cuestiones, según la ideología del régimen. Esto explica que algunos participaba en entidades locales y a la vez decían “en política no me meto”, en realidad se metían en la política del régimen.
Por propia voluntad
Ahora bien, cuando el análisis de este período histórico (tan cercano) es situado dentro de los límites municipales enseguida quedan en discusión algunas ideas como aquella que pretende que la dictadura fue un régimen con un poder monolítico, absoluto y una total coherencia ideológica que permitía que todos los integrantes de los gobierno locales tuvieran en claro los objetivos finales en cada área de gobierno. Otra idea que resulta difícil sostener es la que pretende entender el período dictatorial como algo desvinculado del sentido de la historia argentina, por lo contrario en el nivel municipal son más palpables las continuidades y rupturas con los otros períodos históricos.
Debemos tener en claro que todas las acciones de los gobiernos de facto en los municipios se dieron en el marco de una dictadura que utilizó el miedo como repudiable técnica de gestión social.
Existía información suficiente para que todos los ciudadanos (que quisieran) comprendieran la existencia de una dura represión mediante la cual se instaló un modelo autoritario, socialmente injusto y económicamente regresivo. Es decir que más allá de las campañas de desinformación, es difícil aceptar que los que participaban de la vida política, por su propia actividad pública, no podían advertir lo que estaba pasando en relación a la represión y mucho menos no entender el avasallamiento de las libertades. Como tampoco podían ignorar los principios que la ideología del régimen sostenía tanto en el campo económico, lo social, lo cultural como también en la estrictamente político.
Participación “apolítica”
El poder político central, en la dictadura, no habría podido funcionar sin desplegarse a lo largo y ancho del país por ello necesitaron nombrar autoridades gubernamentales tanto en las provincias como en los municipios.
De esa manera, el Gobierno dictatorial, tuvo representantes en cada rincón del país. La importancia del municipio para el esquema político dictatorial puede verse en hechos pero también en declaraciones, por ejemplo el general Albano Harguindeguy, el 26 de marzo de 1981, en La Nación, declaró que el municipio era “la célula básica de la organización política”. Claro que ello nada tenía que ver con que los comisionados municipales tuvieran capacidad para decidir muchas cosas, por el contrario respondían directamente al poder provincial.
El municipio era un campo para el ejercicio de la “ciudadanía municipal” que tenía un pretendido carácter “apolítico” y local. Paula Canelo, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), que estudió el tema, señala que la organización de vecinos en entidades pequeñas (centros vecinales, de fomento, etcétera), muchas de las llamadas entidades intermedias era para que esas entidades reemplazaran “a los conflictivos y masivos partidos políticos y organizaciones sindicales”. Es decir que habilitar la participación ciudadana en pequeñas organizaciones para la resolución de algunas cuestiones locales, permitía exorcizar una real participación en grandes y “conflictivas” organizaciones nacionales a la vez que encumbraba a los gestores locales que formarían parte de la “dirigencia natural” (bendecida por el poder dictatorial).
Este desarrollo de la “ciudadanía municipal” se correspondía “con las concepciones corporativistas de la participación del Proyecto nacional, como con el elitismo” que pretendía reservar “la política con mayúscula” para un “grupo reducido y encumbrado de notables, militares y civiles”.
Debido a los límites de espacio, no podemos avanzar en la descripción del rol de los municipios durante la dictadura, pero resulta imprescindible señalar que fue parte de una estrategia de resocialización política de la sociedad argentina.