Escribe Juan Manuel Gorno
E n estos días convulsionados, donde la incertidumbre marcó el termómetro de Alumni, el clásico con Racing de anoche, en Córdoba, no podía terminar de otra manera: ganó el local, 2 a 0, y el equipo villamariense empezó la era Jorge Peñaloza con la certeza que está barajando para dar de nuevo.
No es que Alumni haya dejado una imagen deplorable o triste. Más bien entró confundido, fue arrebatado en el inicio y no alcanzó a recomponerse para mostrar algo mejor bajo los arcos, donde se cocinan todos los partidos.
La efectividad casi perfecta de la “Academia” marcó las diferencias en el primer tiempo, cuando Alumni tuvo más la pelota, trató de jugarla mejor, pero estuvo lejos de la contundencia de su rival.
Tanta eficiencia ante el arco tuvo el local que, a los 3 minutos, cuando nada sucedía, Lucas Rosales apareció por el segundo palo tras un córner y abrió el marcador en la fría noche cordobesa.
El gol casi desde el arranque obligó al equipo del “Chacho” a gastar su energía para monopolizar la pelota y buscar el empate, entonces el equipo fue y fue, pero sin profundizar sus avances.
La circuló César Quiroga, la entretuvo Juan Aimar, la pidió Juan Valle, pero Leandro Martínez no podía recibir con claridad en los metros finales y las situaciones de gol se hicieron desear.
En ese marco, si bien fue más pulcro en el manejo del balón, Alumni generó las más claras con un tiro libre y un pelotazo largo. El primero se dio a los 12 minutos, cuando Nahuel Caler cabeceó al lado del palo, y la otra acción se registró a los 35, después de un envío largo de Hugo Yocca y un grosero error de Paul Ramos que fue capitalizado por Martínez, pero el goleador fortinero se lo perdió de manera increíble, con zurdazo alto.
Después de esta jugada, Aimar también dilapidó otra ocasión, filtrándose por izquierda sin elegir la mejor opción para finalizar la jugada.
Racing sólo se limitaba a batallar en el medio y a neutralizar algunas cuestiones de Alumni que suelen marcar diferencias: cortó la sociedad Aimar-Martínez con una buena tarea de Lucas Rosales y también neutralizó las subidas de Franco Gozzerino con un despliegue incesante de Agustín Griguol. No obstante, lo mejor de la “Academia” siguió siendo el poder de gol, ya que su segunda aproximación al área rival también terminó en el grito sagrado. Fue cuando Griguol, de gran primer tiempo, se escapó por izquierda y habilitó con centro a Bruno Sánchez, quien cabeceó al gol ante una débil oposición del arquero Leonel Luciani, que se vio sorprendido por el pique de la pelota.
La diferencia de 2 a 0 a favor del local causó mayor preocupación y desesperación en Alumni, que intentó seguir de la misma manera para el segundo tiempo, pero se vio con una oposición más fuerte de Racing en la lucha por la pelota en la mitad de la cancha.
Recién después que “Chacho” modificó el esquema y metió cambios, el equipo profundizó de mejor manera, con dos grandotes en cancha y con volantes externos más rápidos para buscar con centros, sobre todo Maximiliano Villa.
El volante por izquierda del “Fortinero” participó en dos ocasiones nítidas que Alumni no aprovechó. En una recibió una habilitación clara de Quiroga, pisó el área y disparó, pero el arquero Rodríguez la desvió muy bien al córner, con una mano. Tras cartón, el propio Villa metió un centro envenenado, la pelota salió en rebote y Aimar, en la puerta del área, sacó un tiro que se estrelló en el travesaño.
Esa situación desperdiciada fue suficiente para que Alumni termine dándose cuenta que la noche no era suya, envuelto en la onda negativa que surgió tras la sorpresiva partida del entrenador Raúl Maldonado.
Los minutos finales reflejaron incluso la bronca con el arbitraje (pésimo, por cierto), entre otras cuestiones que tuvieron que ver más con la impotencia de la injusticia, mientras Racing corría y corría, sin poder elaborar siquiera un contragolpe más efectivo.
Lo concreto fue que, en las tribunas, los hinchas de la “Academia” celebraban la victoria y la inminente clasificación. Los de Alumni que se acercaron al estadio tuvieron otra sensación y ahora deberán esperar más de una semana para volver a ver el equipo. En ese lapso, el “Fortinero” deberá reinventarse para volver a soñar.
La figura
Agustín Griguol
El volante fue lo más lúcido de Racing para marcar diferencias. También fue bueno lo de Lucas Rosales, autor del primer gol. En Alumni, el mejor fue César Ariel Quiroga.
El árbitro
Miguel Farías
El riotercerense estuvo lejos del nivel que requería un arbitraje de un clásico. Demoró en mostrar las tarjetas, tuvo falencias técnicas y dejó pasar permanentes faltas que recibió Martínez por parte de los centrales. Mal en lo disciplinario.