Recibido en Córdoba, el doctor Pedro Trecco pasó 14 años en el Hospital Argerich de Buenos Aires donde hizo la especialidad en Recuperación Cardiovascular y Trasplante. Volvió a su Villa María natal en 2006 para sumarse a la UNVM como docente y luego como director del Departamento de Salud. Puso en la balanza la alta expectativa de vida en contraposición al preocupante avance de la droga en la ciudad
El doctor Pedro Trecco es referente ineludible de un nuevo maridaje en la ciudad; el de Universidad y Medicina. A tal punto lo sedujo ese ensamble que decidió dejar el prestigioso Argerich de Buenos Aires para volver a su ciudad natal. “Fue en 2006 cuando me surgió la posibilidad de dar clases en la UNVM. Agarré una cátedra en la licenciatura de Educación Física y después me nombraron en el Departamento de Salud. Así que decidí quedarme. Luego se empezó a gestar la carrera de Medicina y fui parte de la comisión. Creo que la carrera es un hito no sólo para la UNVM sino para la ciudad”.
-¿Era importante que Medicina estuviera enmarcada en “humanidades”?
-Esa era la impronta que queríamos desde la comisión. Y es que la Medicina es humanitarismo puro. De hecho, quienes quieren ser médicos estudian por vocación solidaria y no para ganar plata. Al menos así lo pensé yo a los 18 años.
-¿Y cómo definirías la Medicina?
-Como una aventura que te enseña a ser mejor persona, ya que la gente pone en tus manos el bien más preciado que es su salud. Eso te genera una responsabilidad que te engrandece.
-Has asistido al desarrollo científico de los últimos años ¿qué fue lo que más te sorprendió?
-La expectativa de vida. Cuando yo era chico, un hombre de 65 años ya era viejo, y eso ha cambiado de manera radical. Tengo pacientes de más de 80 años que van en moto a las sierras o manejan ida y vuelta a Buenos Aires. Los bebés de hoy tienen altas chances de llegar a los cien años. Y todo gracias a los avances de la tecnociencia. Es un salto parecido al que dimos en los 50 con la penicilina, que extendió la vida.
-¿Cómo ves la salud en Argentina?
-Nuestro país es un ejemplo para el mundo porque tenemos un sistema solidario, el que instaló el doctor Carrillo. Hoy tenemos 18 vacunas oficiales gratuitas y una red de contención de medicamentos que es el plan “Remediar” para quienes no tiene cobertura. En Estados Unidos, que tiene un sistema totalmente privado, si no pagás te morís. Es un tema que no pudieron solucionar ni Clinton ni Obama. Allá hay un servicio de primera pero con 40 millones de excluidos. Hay cosas puntuales para copiarles pero no es un sistema para imitar.
-¿Y Villa María?
-Se han producido grandes avances en los últimos diez años, con muchos médicos que han vuelto y han formado muy buenos equipos con psicólogos, enfermeros y agentes sanitarios. En lo estatal, Villa María tiene una contención pública muy interesante. Si bien la ciudad ha crecido, aún mantiene una dinámica de pueblo. Poder tomar mate en la costanera o dormir la siesta, son cosas que te alargan la vida. Si a eso le sumás la carrera de Medicina, el pronóstico no podría ser mejor.
-Sos profesor de “Práctica Profesional” en la UNVM ¿es igual la “ética pública” que la “privada”?
-Debiera serlo. Por eso con la doctora Gloria Vadori dictamos esa materia que es única en el país, para que nadie lo olvide. Si sos un médico responsable, el paciente va a estar siempre por encima del negocio. Yo tuve un paso fugaz por la medicina privada y por hacer demasiada beneficiencia me fundí… (risas)
Por una ciudad sin drogas-¿Se trabaja desde la Universidad con otros centros de salud?
-Sí, con el Hospital Pasteur, Salud Mental y la Asociación Nazareth. Con los dos últimos trabajamos adicciones. Y debo decirte que tanto Verónica Valentín como el doctor Guillermo Gauna están haciendo una tarea fantástica en la recuperación, poniéndose al hombro esta cruzada.
-En la ciudad se han multiplicado los casos de droga ¿es un problema de Villa María?
-No, es un problema que afecta a todo el país y en donde Villa María no es la excepción. Lo que sí me asusta, te confieso, es el modo en que se ha naturalizado la droga en la ciudad. A tal punto que se ha instalado un discurso que dice que determinadas sustancias no son dañinas. Estuve releyendo artículos en las principales revistas del mundo y no hay ninguno que diga, por ejemplo, que la marihuana tiene uso terapéutico. La marihuana es dañina, mata neuronas y genera adicción física y psíquica.
-¿Y qué proponés para mejorar esa realidad?
-Antes que nada, ser muy claros en el mensaje que damos. Como médico, uno debe decir que toda droga es dañina. Y también que no es buena idea legalizarla como en Uruguay. Debemos fortalecer la familia, independientemente de las creencias religiosas, elecciones sexuales o conformaciones aleatorias que hoy tengamos en cada núcleo. Si la familia está fuerte, la droga no tiene chances. El otro tema es la información.
-¿Cómo es esto?
-Hoy, el gran problema de la droga en el interior es que la gente no sabe lo que consume. Algunos creen que toman ácido y se están metiendo en el cuerpo veneno para ratas…
-Hablaste de ética en salud pública y privada ¿hay una ética según la religión?
-Más allá del credo que profeses, el nexo común en medicina es la vocación de servicio. Este año llevé al doctor Luis Pérez Seggiaro y al doctor Pablo Gornitz a que hablaran con los alumnos de Medicina. Uno es evangelista y el otro judío, pero sobre todo son excelentes profesionales y mejores personas. Y ambos coincidieron en el humanismo desinteresado de ser médico. Por suerte los chicos lo entendieron a la perfección.