Dos de ellos contaron la falta de inversión y el estado en el que trabajaban en las instalaciones de la firma. Son 13 familias -dos de Villa María y el resto de Ballesteros- que se quedaron sin su fuente de trabajo. Les habían ofrecido un 30% de la indemnización que les corresponde, pero aseguran que nunca se llegó a ese porcentaje real
El viernes por la tarde, es decir, a dos días de la fiesta de fin de año, los 13 trabajadores de la empresa láctea Ganave recibieron los telegramas de despido.
Se trata de un establecimiento ubicado a la altura de Ramón J. Cárcano, entre la vieja ruta 9 y la autopista Córdoba-Rosario, el cual determinó el cierre definitivo a partir de mañana y donde trabajaban 10 personas de Ballesteros, dos de Villa María y una de Buenos Aires.
La firma es un emprendimiento familiar que, según el relato de dos de los despedidos, cambió mucho su rumbo tras la muerte de Hugo Gennaro, quien inició el negocio y dejó luego a uno de sus hijos a cargo.
“Cuando estaba Hugo, le pedíamos algo y lo traía a los 15 minutos”, coincidieron Víctor Hugo Gómez y Juan Luis Roda, este último, delegado de los trabajadores.
Ambos visitaron la redacción de EL DIARIO junto con el abogado Oscar Barroso, del estudio jurídico que los representa, y con el que esperan obtener una indemnización digna, ya que la patronal ofreció el 30%, aunque “en cálculos reales no sé si llega al 15%”, afirmaron los entrevistados.
En el telegrama, la firma fundamenta que se tornaron “irreversibles” las dificultades “económicas, financieras, comerciales e impositivas”, a lo que Barroso cuestionó citando la Ley 24.013, “que en los artículos 99 y siguientes legisla expresamente qué debe hacer una empresa cuando atraviesa dificultades económicas y no pasa por el cierre de la empresa”.
“Para eso esta lo que se llama el proceso de crisis de la empresa, debieron haber hecho una presentación en crisis y seguir los pasos que indica uno de los decretos reglamentarios, que incluye llamar al sindicato y a los empleados”, agregó el profesional.
Respecto a lo que establece la normativa, Barroso reclamó que “no hubo nada de eso e invocaron solo este problema económico. Esto es una realidad gastada, te diría. Empresas en quiebra o cerradas y socios llenos de plata”, analizó.
Los despedidos contaron que los hijos del dueño inicial, socios de la empresa que cierra mañana, llevan una vida que dista de la situación de la empresa y que hasta practican paracaidismo, una actividad muy costosa.
“Tendremos que analizar llegado el caso si no hay una infracapitalización de la sociedad para llegar a esto”, concluyó el asesor letrado.
Malas condiciones
Tanto Roda como Gómez, que acaban de ser despedidos por la empresa láctea, coincidieron en su relato al expresar que había “inversión y mantenimiento cero”.
“Corríamos bandejas con un gancho y los pisos no tenían las condiciones adecuadas”, mencionaron. También señalaron que una de las carencias principales era la de un elevador para llevar los quesos a la planta alta. “Teníamos que tirar los quesos por lo menos a cuatro metros de altura para que otro compañero los agarre, uno por uno”, afirmaron.
La situación había llegado al límite y “entre los mismos compañeros hicimos un poco de mezcla para tapar los baches”. Sucedía que por debajo de las maquinarias pasaban los cables y corrían serios riesgos de cortocircuito por los desniveles.
Ahora esperan, al menos, una indemnización digna. Admitieoron que llegaron a ceder con la patronal para conseguir un 60% de lo que les corresponde, pero ni así llegaron a un acuerdo.