En dos hechos policiales que trascendieron durante los últimos días en el país, dos canes resultaron fundamentales. La perra bombero resolvió el misterio de la avioneta desaparecida y el perro marcó el hallazgo de Maribel Guido, la joven encontrada en Varela
En la última semana, una vez más, el ser humano acudió a los perros para resolver incógnitas.
En dos casos resonantes aparecieron dos peluditos que detectaron lo que el hombre no podía y permitieron esclarecer hechos que la comunidad reclamaba.
Las historias quizás pasen al olvido, pero bien vale tenerlas en cuenta para demostrar que los perros son indispensables para nuestras vidas.
La jubilada
Iba a ser el día de su jubilación. Con una ceremonia en el Cuartel de Bomberos Voluntarios de Exaltación de la Cruz, Camila, la perra rescatista líder de la Brigada Canina K-9 de San Antonio de Areco, iba a recibir el último sábado una condecoración por esos 12 años de servicio. Después, dejaría de trabajar. Pero el jefe de la brigada recibió un llamado de último momento que obligó a cambiar de planes y a suspender el retiro de Camila. Al menos por un día.
Necesitaban a los perros de la brigada para encontrar a los ocupantes del avión desaparecido.
Luego de casi un mes de búsqueda, el sábado fueron encontrados los restos del avión que desapareció el 24 de julio tras despegar del aeropuerto de San Fernando.
La aeronave estaba en una zona del río Paraná Guazú cerca de la desembocadura con el río Uruguay en Entre Ríos. Y la ayuda de la Brigada Canina K-9 de los Bomberos Voluntarios de San Antonio de Areco fue clave.
Camila, una de sus integrantes más viejas y más condecoradas, fue la que halló a los ocupantes del avión y les dijo a los investigadores dónde debían buscar para recuperar los cuerpos.
Guillermo Testoni, jefe del Cuartel de Bomberos Voluntarios de Areco, fue quien tomó la decisión de suspender el retiro de Camila. Si alguien podía liderar esa búsqueda era ella. Y no se equivocó.
El lugar donde cayó el avión es un pantano difícil de penetrar. Los investigadores se desplazan en barcazas, cortando cañas para avanzar. Una persona no puede pararse sobre la turba que flota en el río y que rodea lo que queda del avión. Por eso se decidió usar drones y perros. Así fue como se convocó a la brigada canina K de los Bomberos Voluntarios de San Antonio de Areco, que funciona a unos 80 kilómetros del lugar del impacto.
Camila es una perra negra de patitas blancas que llegó a la brigada en 2005, tenía pedigrí de labradora, pero resultó ser una perra callejera con grandes dotes para la investigación. «Nosotros decimos que es una perra BM, por Barrio Municipal. Es raza perro, pero con unas aptitudes fenomenales», cuenta Testoni. De hecho, Camila, que tiene 12 años, es la única perra de rastreo del país certificada dos veces en Estados Unidos y con premios internacionales.
Hace un año, a Camila le encontraron un tumor y para los miembros de la brigada canina fue un gran golpe. Hicieron quimioterapia y la perra logró ganarle la batalla al cáncer, pero el tratamiento la dejó bastante debilitada. Además, ya estaba bastante mayor como para seguir en funciones.
El mismo día que iba a recibir una condecoración y el pase a retiro, Testoni recibió la llamada de que necesitaban los servicios de la brigada. Y si alguien estaba en condiciones de encontrar a los ocupantes de ese avión desaparecido, era Camila.
«Cuando la llevamos al lugar del accidente, Camila ladró y se sentó en la zona del cráter de la caída del avión. Ese ladrido significa presencia de restos humanos. Después la alejamos para ver si había más rastros en otra zona cercana, pero permanentemente Camila volvía al lugar de la cola del avión, que era lo único que sobresalía. No había dudas de que estaban allí adentro», explicó.
Los investigadores siguieron esas pistas y poco después encontraron los cuerpos del piloto Matías Ronzano, del copiloto, Emanuel Vega y el dueño del avión, Matías Aristi. Así fue el último día de esta perra de rastreo antes de jubilarse, como sacado de una película norteamericana.
Una garantía
Después del hallazgo de Maribel Guido, la joven de 15 años que estuvo desaparecida cinco días y fue encontrada en Varela, Buenos Aires, se supo que la Policía utilizó durante la investigación a Bruno, el perro rastreador que logró encontrar el cuerpo sin vida de Anahí Benítez en Llavallol.
Antes de que la adolescente fuera hallada por efectivos de la Comisaría 2da. de Varela, la búsqueda se orientó gracias a los aportes del can adiestrado para localizar a personas.
La Policía convocó a Diego Tula y Raquel Peralta, adiestradores de perros e instructores especialistas en canes en detención y rastreo especifico de personas.
Es así que llegó junto a ellos Bruno, un macho de 4 años, raza guaymaran, que en la zona de la ribera de Quilmes, sobre calle Cervantes y Franklin, luego de olfatear prendas de vestir de la chica, comenzó a realizar un seguimiento por varias casas y cuadras de la zona, dado que testigos habían afirmado haberla visto.
Esto duró varias horas, al punto tal que Bruno llevó a los investigadoras hasta varios kioscos donde había estado Maribel y, luego, los condujo hasta una casa semiabandonada, donde también estuvo. El rastreo finalizó en la esquina de Iriarte y Perú, donde hay una parada de colectivos. Allí, el can le informó a su entrenador que había perdido el olfato del rastreo, suponiendo que, efectivamente, había subido a un colectivo.
La única línea que pasa por el lugar es la 585 Covemasa. Es así que los investigadores se desplazaron hasta la terminal de la empresa de colectivos y, luego de realizar una inspección, Bruno pudo olfatear los rastros de la menor en el interno número 219. Esta situación, para sorpresa de los investigadores, terminó cuando se pudo establecer que ese colectivo había regresado de hacer un viaje que finaliza en el límite Solano con el kilómetro 26 de Varela, donde se intensificaron los controles y se logró dar con el paradero de Maribel, quien se encontraba junto a un hombre de 30 años.