El Programa de Inclusión y Terminalidad Educativa para estudiantes de 14 a 17 años que implementa el Ministerio de Educación provincial desde el año 2010, posee en la actualidad unos 4.500 alumnos que cursan esta modalidad
Retomar los estudios secundarios no sólo se presenta como un desafío para quien no pudo -por diversas y múltiples situaciones- continuar con su escolarización, sino que también lo es para el sistema educativo.
Es así que el Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba priorizó la generación de condiciones pedagógicas para fortalecer la equidad social y la continuidad de las trayectorias escolares en el nivel secundario.
En este sentido, la cartera educativa creó en 2010 el Programa de Inclusión y Terminalidad para jóvenes de 14 a 17 años (PIT), una medida que favorece las potencialidades de esta población a fin de hacer efectivo el ejercicio pleno de su ciudadanía, el acceso al trabajo y la introducción en los estudios superiores.
Gabriel Schapira, integrante de los equipos técnicos del PIT, asegura que “la educación secundaria obligatoria, además de un bien público que trasciende la formación de un estudiante y apunta a la construcción de un país, es un derecho personal y social. Esto implica incluir en este nivel a los jóvenes sin estudios secundarios o con estudios secundarios incompletos”.
Por eso, la decisión del Ministerio fue crear este programa que contempló la planificación de acciones que atendieran a las diferentes historias escolares, para que los jóvenes tuvieran acceso a una educación de calidad.
Se trata de un servicio educativo que posibilita finalizar la escuela a quienes la abandonaron. Así, se reconoce todo lo que los alumnos hubieran cursado en la escuela regular, pero por tratarse de un programa de terminalidad, no existe el procedimiento inverso: es decir, un estudiante no puede pasar del PIT a la escuela regular.
María Elisa Giometti, coordinadora general del programa, puso en relieve datos significativos. Lo hizo recientemente, luego de un acto de colación donde 14 graduados de las extensiones áulicas de la Iglesia San Pantaleón y el IPEM Nº 283 Fray Mamerto Esquiú de Río Cuarto, recibieron su título.
“El programa cuenta hoy con 66 sedes a lo largo y ancho de la geografía provincial. A comienzo de 2015 teníamos unos 1.085 egresados que, tras la culminación del año lectivo, ascendieron a 1.400”, detalló la coordinadora.
Giometti explicó, además, que desde su puesta en marcha el proyecto no ha parado de crecer y cuenta en la actualidad con unos 4.500 estudiantes.
Esta opción, que se implementa en algunas escuelas que brindan educación secundaria, presenta un formato de escolarización diferente, pero que se entrama con los existentes. La situación personal o condición social no es limitante para ingresar.
Conceptos como repitencia, sobreedad, expulsión, entre otros, no son obstáculos para ingresar al programa. Por el contrario, está abierto a chicos judicializados, a jóvenes embarazadas y a estudiantes que, por distintos motivos, están separados de la escuela regular.
En suma, no incide la condición personal, económica, cultural, de género o de lugar de procedencia. Tampoco la trayectoria escolar que llevó a que el estudiante dejara la escuela. Todas las historias de vida son contempladas en una modalidad en que la identidad del alumno no se dispersa en el grupo, por lo que cada biografía adquiere relevancia.
De este modo, el equipo docente acompaña procesos de inclusión escolar ofreciendo a los jóvenes una propuesta educativa diferenciada, pero equivalente en aprendizajes a la que ofrece la secundaria de 6 años. A esto se suma la formación laboral, con una salida rápida al campo del trabajo que contribuye a la permanencia del estudiante en la escuela con certificación diferenciada del título de bachiller orientado en Ciencias Sociales.
Sin embargo, la característica fundamental es el alto nivel de contención y acompañamiento afectivo que se refuerza con actividades extracurriculares: visitas a museos, actividades artísticas y deportivas, desarrollo de huertas, por mencionar algunas.
Política innovadora
En marzo de 2014, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) distinguió al Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba con el premio a la Innovación en la Gestión Pública para la Equidad y el Crecimiento en la categoría de políticas provinciales por el Programa de Inclusión y Terminalidad de la Educación Secundaria y Formación Laboral para Jóvenes de 14 a 17 años, que se implementa en todo el territorio cordobés desde el año 2010.
Así, una de las innovaciones que implementa esta alternativa es el formato de pluricurso que, si bien adapta el modelo de la escuela rural, en las escuelas urbanas se recontextualiza dando lugar a una novedosa manera para abordar las trayectorias escolares y las historias de vida y, con éstas, las problemáticas que cada estudiante presenta.
Para Schapira, en este contexto, el primer desafío del equipo docente es construir el oficio de estudiante que muchas veces se desarrolló de manera débil o se perdió durante los años que estuvieron fuera de la institución escolar. Se busca “también recuperar condiciones educativas, como el buen clima de aula y el sentido de pertenencia de un programa que no sólo incluye, sino que hace incluir”.
Desde la coordinación general destacan la identificación y recuperación de las trayectorias escolares, acción que amplía las posibilidades de ingresar, permanecer y egresar de la escuela. Esto supone el reconocimiento de las asignaturas que el alumno hubiera cursado en la escuela regular. En el PIT, se evalúa el cursado por asignatura y no por curso, lo que posibilita que el alumno pueda cursar la asignatura en la que tuvo dificultades.
En definitiva, el pluricurso, los trayectos formativos personales y las tutorías promueven un desafío pedagógico, pero también administrativo y organizativo. Cuando la dimensión socio pedagógica es central, las demás dimensiones se adecuan flexiblemente a la primera, afirman.